Tijuana. 2 millones de habitantes. Un padrón vehicular impreciso. El GPS con caminos señalados en rojo: todos quieren llegar. Calcular tiempos y tener paciencia es el día a día.
Nancy Ochoa, maquillista profesional, hace un espacio de mínimo una hora, hora y media entre cada cita por el congestionamiento vial. ¿Cómo hacer menor tiempo? Solo de madrugada.
“En una ocasión no pude llegar a mi cita y eso que me había tomado tiempo de anticipación, pero hay muy pocas vías alternas; si vas por la Internacional, ya te enfrascas ahí”, dice.
De acuerdo al informe Global Traffic Scorecards 2017, el año pasado Tijuana ocupó el lugar 273 a nivel mundial, en el ranking de las ciudades con mayor tráfico.
El Consejo de Desarrollo Económico de Tijuana (CDT) coadyuva con el Instituto Metropolitano de Planeación (Implan) en el desarrollo del Plan Integral de Movilidad Urbana, un documento que dará solución a los conflictos que hoy y en un futuro se presentarán.
Pero es a largo plazo.
Mientras, el organismo ve paliativos, más que medidas duraderas, que logren desfogar los embotellamientos en horas pico a lo largo de vías rápidas, accesos y glorietas.
“Somos más reactivos que planeadores, actuamos cuando hay más caos: semáforos inteligentes, cambiar el sentido de calles, son medidas a corto plazo que muchas no funcionan. Ahorita parece que no (funcionan), definitivamente”, asegura Gabriel Camarena, ex presidente del CDT.