Como cada año, este 10 de mayo cientos de madres de diversas partes de México salieron a las calles para exigir a las autoridades dejar sus oficinas y salir a investigar las desapariciones de sus hijos.
EL RECLAMO y la exigencia de todas es el mismo: que de verdad los busquen. Desde hace siete años, cada 10 de mayo, cientos de madres de todo el país salen a las calles para exigir a las autoridades que hagan su trabajo y dejen de simular que buscan a los desaparecidos en el país, que aumentan cada minuto.
En promedio cada dos horas se reporta la desaparición de una persona en el país.
En lo que va del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto (de 2013 a julio de 2017) han desaparecido o se han extraviado un total de 19,156 personas, de acuerdo con los últimos datos del Registro Nacional de Personas Extraviadas y Desaparecidas (RNPED).
Las madres llevan las fotos y nombres de sus hijos desaparecidos en mantas, cartulinas o colgadas al cuello en cada marcha. El pasado 10 de mayo se congregaron en el Monumento a la Madre, en la Ciudad de México, para marchar hacia el Ángel de la Independencia, como parte de la Séptima Marcha de la Dignidad Nacional.
Una de la asistentes fue Angélica Martínez quien, desde hace cuatro años, busca a su hija, Andrea Michel Dávila Martínez.
En 2014, caminaban juntas cerca de su casa. Eran las 11 de la mañana. Estaban a una cuadra de su domicilio en Ciudad Cuauhtémoc, en Ecatepec, Estado de México, cuando decidieron separarse: la madre tenía que hacer unos mandados y la hija prefirió adelantarse a casa. Desde ese día, no se supo más de la adolescente.
Angélica preguntó a los vecinos si la habían visto. Solo una le dijo que la vio pasar, pero no vio nada extraño. La adolescente se esfumó a una cuadra de su casa. “En la avenida donde nos separamos había un tianguis grandísimo, pero nadie vio nada, no vieron a una chica forcejeando con alguien. Nada”, cuenta Angélica.
Desconsolada, dice que desde el principio ha habido omisiones en la investigación: no se activó la Alerta Amber pese a que Andrea tenía 15 años; la denuncia pasó del ministerio público de Ecatepec, a la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia Contra las Mujeres y Trata de Personas (Fevintra), que atrae casos de trata, relacionados con el fuero federal. Y luego de un año, las autoridades dijeron que no les correspondía investigar porque no había ningún indicio para considerar que el de Andrea era un caso de trata —así que volvió al fuero común, es decir, a la fiscalía para desaparecidos del Estado de México.
Cuatro años después de la desaparición de Andrea, su caso se comenzó a investigar bajo la línea de trata de personas. Esta ocurrió en una zona de Ecatepec donde la desaparición de jovencitas es común.
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Cada vez que la investigación parece avanzar, explica Angélica Martínez, cambian a los policías, a los ministerios públicos o a los fiscales y el proceso vuelve a comenzar. El hecho es que el caso sigue sin avances.
El 17.9 por ciento de los desaparecidos en México son niños y adolescentes de entre 10 y 19 años; de ese porcentaje, el 58.2 de los casos son mujeres. Las entidades donde más se registran desapariciones son: Estado de México, Puebla, Sinaloa y Tamaulipas.
QUEREMOS QUE LOS DEVUELVAN
“Queremos que encuentren a nuestros hijos. No buscamos culpables, solo queremos que nos los devuelvan. Mi único hijo desapareció en 2011, en Ciudad Victoria, Tamaulipas. Tenía 20 años y trabajaba en un bar”, cuenta María Victoria Morena Guevara.
El joven salió del trabajo con un amigo, pasó a casa de su tía y después nadie más volvió a verlo. “En el trayecto de la casa de mi hermana a la nuestra, desapareció. No supe nada más de él. El celular de mi hijo lo apagaron de inmediato”.
La policía nunca rastreó las últimas llamadas que hizo. “Cuando fui a levantar la denuncia, se ponían de 40 a 60 denuncias diarias, y solo se levantó acta circunstancial. Nos decían que seguro nuestros hijos andaban trabajando con la delincuencia organizada”, cuenta en entrevista María Victoria.
Tamaulipas —junto con Sinaloa, Estado de México y Jalisco‚ es uno de los estados que concentran el mayor número de desapariciones de hombres de entre 20 y 24 años, De acuerdo con el Registro Nacional de Personas Extraviadas y Desaparecidas.
En 2014 reabrieron el caso y comenzó de nuevo la investigación, pero ya no podían revisar el registro de llamadas porque había pasado mucho tiempo. Hoy solo hay pistas y gente que no quiere hablar.
“Estoy segura de que la delincuencia se lo llevó para trabajar, para qué más. Si hubiera sido para matarlos, pues los matan ahí mismo y ya, pero nuestros hijos por ahí andan. Los traen trabajando”.
MADRES DETECTIVES
El Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México está integrado por 50 colectivos de 19 estados de la república y tres países.
Adriana Moreno, representante del Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México, subraya que miles de madres en México y Centroamérica han tenido que convertirse en abogadas, peritos y buscadoras de fosas.
Martha de Alejandro le reclama a las autoridades que hagan investigaciones de campo y no nada más de oficios, no solo trabajo de escritorio.
Su hijo Irving Javier Mendoza desapareció en Monterrey, Nuevo León, en 2010.
“Yo soy la que ha andado preguntando en la colonia donde desapareció mi hijo. Él estaba con un grupo de amigos, estaba afuera de la casa de su abuelita, en la colonia Infonavit, Valle Verde, junto a un puesto de chatarra, estaban comiendo, llegó un grupo de delincuentes, empezaron a disparar, mi hijo corrió y solo se lo llevaron a él y a otro muchacho. Hasta después de un mes fueron las autoridades a recabar evidencia al lugar de los hechos, pues ya se había perdido todo”.
Las autoridades —prosigue— “solo hacen investigaciones de escritorio. Están ahí sentaditos, con su clima, mientras nosotras andamos haciendo búsquedas en campo, y luego se ponen a trabajar sobre lo que nosotras les llevamos”.
Martha asegura que durante 2010, varios muchachos desaparecieron en diferentes colonias cercanas a su casa. “No sé cuántos, todos de entre 16 y 22 años, y las autoridades no vinculan los casos, no revisan patrones. Yo pedí que vincularan la investigación de mi hijo con la del otro muchacho que se llevaron junto con él, porque no lo habían hecho; y en la carpeta del otro chico solo estaba la pura denuncia, y nada más”.
Desesperada agrega: “Pues cómo van a vincular los casos si no investigan, nosotras somos las que lo hacemos, no es justo, es tiempo de que se pongan a trabajar, a ver si ahora que existen las fiscalías especializadas hacen algo, pero pues no tienen personal suficiente para tantos desaparecidos”.
El año 2016 fue históricamente el más grave en materia de desaparición de menores con 1,431 casos reportados, casi una cuarta parte (23.5 por ciento) del total que registra el RNPED. Para 2017 las desapariciones de población de 0 a 17 años de edad sumaron 812 casos, de acuerdo con el informe “La infancia Cuenta 2017”, de la Red por los Derechos de la Infancia (Redim).
Las madres también denuncian indiferencia de las autoridades.
“Cuando vas solo, las autoridades de los estados no te hacen caso —dice María del Carmen de Jesús Ventura, madre de Arturo Chacón de Jesús, desaparecido en febrero de 2013—. Nosotros pusimos la denuncia en la fiscalía de occidente, que es la que nos corresponde, y desde el principio fue ineficiente la investigación. Hasta que llegamos acompañadas de derechos humanos, entonces nos hicieron caso”.
El hijo de María del Carmen tenía 31 años cuando desapareció, era supervisor de soldador y trabajaba con un contratista, para una mina. Se lo llevaron de su lugar de trabajo, junto con otros nueve compañeros.
“Mi hijo era joven y muy trabajador, igual que con los que estaba; así que yo sospecho que se los llevaron para trabajarlos. Eso siente mi corazón, porque ese lugar donde desapareció, ellos (los criminales) son la ley por encima de policías, militares, de todos, qué les costaba entonces matarlos ahí mismo”.
María Luisa Lazarín Sierra, madre de Israel Torres Lazarín —quien desapareció en 2009, cuando tenía 18 años, en Matamoros, Coahuila— cuenta que las omisiones son mayores cuando hay policías involucrados, como en su caso.
“Mi hijo iba a Matamoros a trabajar con otros cinco compañeros, y en el límite entre Matamoros y Torreón los detuvo una patrulla de la policía municipal, que para una revisión de rutina”.
Su hijo la llamó para avisarle que los habían detenido. “Tres minutos después, le volvimos a marcar y me dijo que querían quitarles el celular y el radio de comunicación de la empresa. Diez minutos después le marcamos otra vez, ya no contestó. Salimos a buscarlo y ya no lo encontramos y hasta la fecha, nueve años después, no se sabe nada de él”.
Hasta el momento no ha visto la bitácora de trabajo de los policías de ese día, para ver quién pudo estar involucrado en la desaparición de su hijo, le han dicho que los policías involucrados ya no están y que el director de la policía no aparece. Y aunque tienen detenidos que pueden estar relacionados con el caso, omiten investigar sobre los desaparecidos.
SOLIDARIDAD INTERNACIONAL
Los mensajes de apoyo a ellas y de presión al gobierno llegan de diversas partes, uno de ellos en voz de Alex Neve, secretario general de Amnistía Internacional Canadá.
“Desde Canadá vemos con mucha preocupación el aumento en el número de personas desaparecidas en México hasta llegar a un número ya aterrador, a una crisis aguda de desapariciones. También hemos visto con mucha admiración cómo las madres de los desaparecidos, frente a la indiferencia, indolencia y hasta la hostilidad de las autoridades, han formado grupos de apoyo y conformado un movimiento nacional para lograr soluciones como la ley de desapariciones y el Sistema Nacional de Búsqueda”.
Ante las muestras de solidaridad internacional, Brenda Rangel, del Movimiento de los Desaparecidos en Querétaro, lamentó que haya más apoyo de fuera.
“Hay más de 33,000 familias que no tenemos nada que festejar (el 10 de mayo), es un día cruel, en nuestras casas sigue existiendo una silla vacía, pero tenemos esperanza de encontrarlos, aunque somos muchos los colectivos que tenemos las puertas cerradas en los estados, encontramos más apoyo de la ONU, de Amnistía Internacional, que de nuestras autoridades”, reclamó.
Cada año más madres se van sumando a esta búsqueda de hijos ausentes. Guadalupe Rangel Yáñez marchó por primera vez para exigir que su hijo Rubén González Rangel, de 22 años, quien desapareció en Xicotepec de Juárez, en Puebla, vuelva a casa.
“Mi hijo salió a cenar con un amigo, el 8 de marzo pasado, a eso de las 7 de la noche, un par de horas después me llamó para decirme que ya iba a la casa, y nunca llegó. No hemos sabido nada de él ni de su amigo. Hasta el día de hoy no nos han dado ni el dictamen de lo sucedido, no nos han permitido abrir las cámaras que hay en el boulevard donde supuestamente los vieron por última vez, nada”.
Este 2018, sobre las escaleras del Ángel de la Independencia, los colectivos y madres de diferentes estados del país colocaron lonas con las fotos de los desaparecidos.
Jan Jarab, representante en México de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, dice refiriéndose a esas fotos y también a las que cuelgan del cuello de las madres de la marcha: “Estos rostros que podemos ver aquí hablan de una enorme tragedia humana. Ustedes ya han tenido un rol muy importante en la adopción de la ley contra las desapariciones, pero falta mucho trabajo todavía”.
Las madres lo saben, y no pararán. “¿Por qué los buscamos?”, pregunta una de las oradoras. “Porque los amamos, hasta encontrarlos”, gritan cientos de madres a coro.
Cada año más madres se van sumando a esta búsqueda de hijos ausentes.