Un nuevo estudio encontró una correlación entre los niños que reciben golpes o nalgadas como una forma de castigo y la mayor probabilidad de abusar físicamente de sus parejas románticas en la adultez. Si bien la investigación no pudo demostrar que uno fue causa directa del otro, sus resultados aportan información adicional que apunta a que el castigo corporal podría causar más daños que beneficios.
Para la investigación, publicada el martes 5 de diciembre enJournal of Pediatrics, los investigadores de la Rama Médica de la Universidad de Texas hicieron el seguimiento de 758 estudiantes de bachillerato de toda Texas. Entrevistaron a los alumnos cuando cursaban el noveno y décimo grados, y realizaron el seguimiento cuando contaban entre 19 y 20 años de edad. El enfoque de las entrevistas pretendía entender mejor la historia personal de castigo corporal y de violencia física de los alumnos durante una cita romántica. De los 758 adultos jóvenes reclutados para el estudio, 61 por ciento era de sexo femenino.
En total, 19 por ciento de los jóvenes voluntarios que participaron en el estudio informó que había maltratado físicamente a una pareja durante una relación amorosa, mientras que 68 por ciento de los voluntarios manifestó haber sufrido castigos corporales en la infancia. Se determinó que había una relación positiva entre el castigo corporal y la violencia física durante una relación romántica.
El Dr. Jeff Temple, profesor asociado en la Universidad de Texas y especialista en violencia de citas, dijo a Newsweek que el incremento de una unidad en el castigo corporal se asoció con un incremento de 29 por ciento en la comisión de violencia durante las citas. Estos resultados persistieron incluso cuando el equipo tomó en cuenta la cantidad de niños que habían experimentado abuso infantil, el cual se describe como cualquier forma de castigo que sea inadecuada o cause lesiones graves.
Según Temple, esta investigación es solo otro estudio que demuestra los impactos negativos del castigo corporal. “Mi trabajo no es decir a los padres qué deben hacer, sino proporcionar evidencias que demuestren que esto [el castigo corporal] es potencialmente dañino”, explicó Temple.
Con anterioridad, muchos estudios han enfatizado las repercusiones potencialmente dañinas del daño corporal. Por ejemplo, si bien el temor de recibir un golpe puede impedir, temporalmente, que un niño tenga conductas problemáticas, a la larga podría tener consecuencias psicológicas. Un estudio de 2012, publicado en línea en Canadian American Association, demostró que los niños maltratados físicamente tenían mayor probabilidad de golpear a sus pares, y que recibir golpes en la infancia era un predictor muy preciso de conducta antisocial y agresiva en etapas posteriores de la vida.
El Dr. Ronald Jay Werner-Wilson, presidente del departamento de ciencias familiares en la Universidad de Kentucky, quien no tuvo relación con esta investigación, dijo a Newsweek que, aun cuando eran obvios los hallazgos de que los niños golpeados son más propensos a golpear a otros, no deja de ser importante contar con evidencias empíricas de este problema.
“En la infancia, tus padres te enseñan a funcionar en el mundo”, dijo Werner-Wilson. “Justificamos las nalgadas, pero no existe otra relación en el mundo en que esté permitido golpear a otra persona, aunque haya hecho algo malo”.
Werner-Wilson insistió en que las investigaciones demuestran que no todo castigo corporal es negativo, y que si se hace bajo ciertos parámetros, como llevarla a cabo inmediatamente después del acto sancionable y sin una reacción emocional fuerte por parte el progenitor, los resultados pueden ser positivos.
“No obstante, rara vez se hace bajo esos parámetros”, agregó Werner-Wilson.
Temple espera que su investigación para identificar posibles factores de riesgo de violencia doméstica pueda aplicarse al desarrollo de intervenciones más adecuadas para niños sometidos a castigos corporales, conforme crecen en edad.
“Es difícil cambiar nuestra estructura, nuestra cultura, y las conductas de los progenitores; pese a todo ello, si podemos afectar a los niños a través de programas de prevención, eso sin duda sería un paso en la dirección correcta”, concluyó Temple.
—
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek