En la época que nos toca vivir no es raro despertar y leer un sinfín de encabezados deprimentes en los periódicos: “Asesinan a 43 estudiantes en Iguala”, “Matan a 72 migrantes en Tamaulipas”, “Desaparecen más mujeres en Ciudad Juárez”, “Putin ataca Ucrania”, “Explota un coche bomba en China”, “Tsunami mata a miles en Tailandia”, “Secuestran a 60 niñas en Nigeria”, “Estados Unidos lanza bombas en Siria”…
Así, algunos piensan que lo que sucede es que hemos perdido sensibilidad, y puede ser, pero muchos tienen ideas y planes para comenzar a provocar un cambio en el mundo, atacando lo que cada quien cree que es la raíz del problema.
Greenpeace pretende erradicar todas las compañías que hacen daño al medioambiente, mientras WWF intenta salvar animales que peligran. Revolucionarios buscan derrocar a sus gobiernos y muchas organizaciones sin fines de lucro desean alimentar a todos quienes tienen hambre y viven en las calles.
Pero algo falta, estamos pasando por alto lo más importante: ¿por qué no nos preguntamos cuánto amor le estamos dando a nuestra Tierra? Si vivimos de ella —y en ella— ¿por qué damos por hecho que no nos necesita? Y no me refiero solo a que la cuidemos dejando de tirar basura y de contaminar el medioambiente. Me refiero a abrazarla, apapacharlay darle el amor y la veneración que se merece y que necesita.
Debemos de observar a nuestros antepasados y aprender de lo que ellos hacían, aprender eso que les permitía tener una relación tan íntima como la que tenían con la Tierra. Porque si pensamos en que todo funciona con base en energías, entonces la energía que recibimos de nuestro ambiente es muy importante porque nos define. Si nos olvidamos de cuidarla, ella se olvidará de cuidarnos a nosotros.
Una de las comunidades indígenas más importantes en México es la de los wirrarikas —comúnmente conocidos como huicholes—, una comunidad que lleva cientos de años cuidando de la Tierra y viviendo en sus comunidades en la sierra de Jalisco, Nayarit y Durango, pero la globalización y la modernización han llegado a tal punto, que ellos se sienten con la responsabilidad de hacer algo por el mundo.
Hoy, los wirrarikas han comenzado a salir de sus comunidades para transmitirnos sus tradiciones y su forma de vida. Ahora ellos se han impuesto una tarea que para muchos puede sonar imposible y que para algunos será una meta de vida: renovar el mundo.
Filiberto Carrillo de la Cruz es el presidente de una asociación llamada Kaikari Iyareia Wirikuta, que significa Corazón de la Tierra Wirikuta, cuya meta principal es “la renovación del mundo que nos dejaron los ancestros, nuestros abuelos; nosotros ya lo tenemos bien olvidado y por eso hicimos esta asociación, para renovar los lugares sagrados que ellos nos dejaron en todo el mundo”, explica Carrillo, emocionado por esta nueva tarea.
Pero es una labor que no será sencilla, pues requiere viajar a todos los lugares sagrados que existen en el mundo y renovar las ofrendas que nuestros ancestros dejaron en ellas.
“Empezaremos en nuestro pueblo, en San Andrés, Jalisco, y luego alrededor. Primero los cuatro puntos cardinales: San Blas, Cerro Gordo, Chapala y en el centro Wirikuta, y ya de ahí podemos hacerlo internacional porque desde ahí viene nuestro espíritu. Nuestros ancestros nos cuentan que desde allá viene toda la historia, desde Israel, en donde nació Jesucristo, ahí también tenemos que renovar las ofrendas”, comparte el presidente de la asociación, mientras recuerda las historias que sus ancestros le han contado sobre el origen del mundo.
La renovación consiste en dejar ofrendas en los lugares sagrados y en “renovar los cirios que son nuestra vida y la vida del mundo. Por eso queremos proteger esos cirios y darles las ofrendas que necesitan para que ellos nos protejan a nosotros”, explica Antonio Carrillo López, quien a sus 30 años es de los markames más jóvenes de la comunidad.
Esta renovación es de suma importancia, sobre todo porque “los chamanes dicen que la madre Tierra, el padre Sol y el viento ya están cansados, por eso hay muchas guerras, enfermedades y desastres naturales. Porque nadie se acuerda de ellos; estamos en una época en la que solo nos preocupamos por nosotros mismos y ya no ponemos atención en que la madre Tierra y el padre Sol tienen hambre, por eso hay que renovar”, explica Filiberto, en nombre de los chamanes de su tierra.
Pero este no es un trabajo sencillo, la organización esta conformada por ocho personas, las cuales renovarán todos los lugares sagrados en un período de ocho años, esto con ayuda de otras personas y de otras comunidades indígenas porque, como bien dice Filiberto, “no queremos renovar la cultura de los huicholes, queremos renovar todas las etnias que existen en el mundo”.
Santiago, un joven de la ciudad de México que se ha entregado por completo a la causa de los wirrarikas, agrega que “tenemos que actuar con urgencia porque ya no queda mucho tiempo, si no lo hacemos nosotros ahora no va a haber nada para nuestros hijos. Por eso necesitamos que se unan todas las culturas originarias e indígenas del mundo y que nos abran las puertas en todos los países en donde hay lugares sagrados, para que podamos renovar la humanidad y despertar la Tierra”.
No se trata solo de viajar y hacer ofrendas en todos los lugares sagrados del planeta, eso podría sonar fácil e incluso divertido. La realidad es que los wirrarikas se enfrentan a muchos obstáculos, empezando porque no todos tienen pasaporte. “Es muy difícil porque necesitamos actas especiales, ya que en la sierra no hay registro civil y sacar un acta es toda una aventura”, explica Santiago.
Otro problema que enfrentan es el traslado de la medicina, o hikuri. “También necesitamos apoyo para trasladar la medicina y que se respete el hikuri como medicina, ya que así es como lo han usado nuestros antepasados, desde los mexicas hasta las culturas del norte”, explica Santiago, mientras ciertas marcas de frustración se dibujan en su frente.
Superando todos los obstáculos y dificultades que a este grupo de hombres se les pueda presentar, es como renovarán el mundo y pretenden salvar a la humanidad de los daños que nosotros mismos nos infligimos día a día al descuidar a nuestra madre Tierra. Así es como estos hombres que viven por la Tierra pretenden salvarla. No lo harán creando un nuevo partido político o aplicando castigos más fuertes a quienes tiran basura en las calles: pretenden hacer un cambio de fondo, un cambio para el que necesitan ayuda de todos nosotros, un cambio en el corazón de la madre Tierra.