¿Cómo el dinero se ha convertido en una energía que mueve todo el aparato productivo de un país?
La masa del dinero crea una curvatura en las redes de información de la misma manera que la masa del Sol crea una curvatura en la red del espacio-tiempo.
El mundo es asombrosa y profundamente análogo debido a que todos estamos en la misma curvatura que provoca el Sol en su sistema. Todo lo que se mueve en la Tierra, lleva la impronta del Sol.
Antes de entrar en materia debemos dar un rápido repaso a los conceptos que intervienen en la tesis, y el primero que debemos afrontar es el de “energía”, que la física define como todo lo que es capaz de producir trabajo, entonces es una magnitud y, como tal, tiene gradientes; a su vez, para que ella se produzca se necesita un diferencial, que en física se considera como “orden”. En el Sol este estado de orden se llama estado de plasma, en el cual existen diferentes isótopos del hidrógeno como el deuterio, que cuando ellos se fusionan, liberan muchísima energía que el Sol envía a sus planetas.
En la tierra, el ejemplo clásico de “orden” nos lo da una central hidroeléctrica en la que también hay un diferencial o gradientes: aguas arriba y aguas abajo. Cuando las aguas de arriba caen, mueven las turbinas produciendo energía, la cual luego es distribuida a través de cables de alta tensión. Existen tres medidas para analizar la energía eléctrica: el amperaje mide la cantidad de electrones que pasan por un cable por segundo, el voltaje mide la tensión o fuerza de la electricidad, y los kilowatts miden el trabajo que produce la corriente en los aparatos o bombillos que se enchufan y son los que se cobran cuando llega la factura del consumo eléctrico.
Análogamente, el dinero también es una energía en el campo económico, energía que mueve todo el aparato productivo de un país. El dinero es como un sol virtual cargado de energía que mantiene la vida de la economía. También este ha sido producido por un diferencial o gradientes que se dan entre la oferta y la demanda. Por eso el sistema capitalista de la economía mundial estará siempre promoviendo el consumismo para que se mantenga constante el diferencial entre la oferta y la demanda igual que las aguas de arriba y las aguas de abajo. Cuando hay mucha oferta (el país produce muchos bienes y servicios) y mucha demanda (hay una clase media fuerte con alto poder adquisitivo), la masa del dinero, es decir, el amperaje, aumenta; hay mucho circulante como muchos electrones por los cables, y cuanto más dinámica se vuelva la economía, aumentará su voltaje, es decir, la fuerza del dinero, para mover las inversiones y proyectos de desarrollo del país, cuyo rendimiento finalmente podrán evaluar los economistas, la energía del dinero que ha producido en el país, es decir, los kilowatts que en economía se mide con el producto interno bruto.
Igual que en la naturaleza, en economía todo es cuestión de diferenciales, de gradientes. El voltaje de los dólares en Kenia no es el mismo que el que tiene en Noruega porque son países con diferentes niveles de economía. En el primero llegan con mucha fuerza, en cambio, en Noruega compran pocas cosas. Y nunca faltarán los empresarios aventureros que manejarán el voltaje del dinero a su antojo, valiéndose de la especulación y el apalancamiento para obtener mayor kilowatts de su capital.
La oferta y la demanda deberán mantener constantemente su diferencial, ajustándose vez por vez a las indicaciones del mercado para que se produzca el juego económico. Si la oferta baja su nivel, como sucede con las aguas en las represas, se produce la inflación, y si la demanda baja su nivel, se produce la deflación, y en ambos casos el dinero pierde voltaje. De modo que para que una economía se mantenga sana, hay que conservar siempre el diferencial entre la oferta y la demanda.
El otro concepto a considerar es la información. Sobre ella hay un estudio completo que realizó un ingeniero de la Bell South, que se ha llamado “Teoría de la información de Shannon”, a la que su autor le atribuye un carácter de entropía. Este científico dio en la clave al distinguir que hay informaciones rutinarias, con “alta probabilidad”, que son las que congestionan los cables de telecomunicación y son basura para los sistemas porque producen siempre entropía; en cambio, hay otras, “las menos probables”, que no producen entropía.
Toda esta clase de informaciones viajan y dan la vuelta al mundo en forma de bits de información por los cables y los medios electromagnéticos. Antiguamente se pensaba que el espacio que había entre los cuerpos celestes estaba cubierto por el éter. Hoy la ciencia sostiene que todo lo que rodea a los planetas es energía electromagnética. Esta energía es asombrosamente versátil porque sus ondas varían indefinidamente de tamaño, desde las más pequeñas hasta las ondas largas, y por lo tanto también sus frecuencias varían, sirviendo de autopistas para la luz, el sonido, el calor, la radiación, el magnetismo, etcétera. Y, sobre todo, para lo que nos interesa ahora: la información.
En diferentes puntos de la tierra tenemos estaciones emisoras y receptoras de información, que consisten en complicados mecanismos de millares de chips de silicio que emiten y reciben bits, provistos de múltiples filtros para distinguir los unos de los otros. Hoy alrededor del planeta hay una red de proporciones descomunales de información, pero de “información basura”, como la catalogó Shannon. Cada segundo se producen y se reciben emisiones de miles de millones de celulares, de teléfonos inteligentes, de computadoras, etcétera, de gente que emite y recibe basura, provocando el calentamiento no de las redes, sino en las estaciones en tierra, camino hacia la entropía.
“Hay mucho ruido”, me comentaba un técnico de informática. Es decir, los seres humanos no nos hemos frenado con la contaminación de la capa que cubre la biosfera, sino que ahora contaminamos la capa electromagnética. Aquí debemos resaltar que, por la índole de la naturaleza humana, las informaciones de carácter negativo como las guerras, pestes, robos, catástrofes, violaciones, etcétera, tienen un amplio mercado, explicable por los estudios genéticos: el hombre primitivo estaba siempre alerta ante la cercanía de las fieras o de un entorno desfavorable. Esto quedó grabado en el gen y se reproduce hoy en el hombre moderno.
La humanidad no agradecerá nunca lo suficiente el genio de Einstein, quien nos abrió una nueva ventana para ver el universo. La Teoría de la Relatividad sostiene que la masa del sol deforma el espacio-tiempo, provocando una curvatura en la cual gira la Tierra y demás planetas, y por la cual los objetos caen al suelo y no por el magnetismo de la Tierra. Y aquí entramos en la analogía con nuestro invitado: el dinero.
Hemos afirmado que la información viaja por la capa electromagnética, formando una inmensa red de unos y ceros, que a semejanza de la red de espacios y tiempos, se deforma o sufre una curvatura por el peso de una fuente gigantesca de energía, que en nuestro sistema planetario es el Sol, y en el sistema económico es el dinero.
Wlatco Vedral, profesor de física cuántica de la universidad de Oxford, sostiene que el universo está cuajado de información. El mundo no está formado de materia y energía, sino de información. Esto es genial y nos abre las puertas para otra tesis sobre la curvatura que provoca la información del universo, pero concentrémonos en la información basura de Shannon, la cual envuelve al planeta y que sostenemos que es presionada y curvada por el peso del dinero.
En la Teoría de la Relatividad, la masa del Sol le dice al espacio-tiempo cómo tiene que curvarse, pero la curvatura le dice al Sol y a sus planetas cómo tienen que girar. En el sistema económico, el peso del dinero le dice a la información cómo tiene que curvarse, pero la curvatura le dice al dinero y sus planetas cómo tienen que circular.
Todas las actuales redes informáticas que se han formado a raíz del invento llamado internet se curvan con el peso del dinero, en esa curvatura giran todos los planetas “navegadores de información”, como Google y los satélites que empiezan a orbitarlos por precisiones de la curvatura.
Es la masa del dinero, que desde lejos, como el Sol, hunde las redes informáticas. Su peso es descomunal. Todo el capital que gravita sobre la tierra desde que apareció el Homo oeconomicus, nació, se desarrolló y evolucionó en el consumismo. Su etiología y peso específico apuntan al consumismo. Esta es la presión que ejerce sobre las redes de información, curvándola hacia el consumismo. En una palabra, la curvatura que produce se llama mercado, alrededor del cual cada día aparecen nuevos y osados satélites como Twitter, Facebook y Yahoo, que al igual que las especies darwinianas, empiezan a seleccionarse entre sí compitiendo por la rapidez, autenticidad y seguridad de la información, mirando siempre la curvatura que traza el mercado, como lo hacían las especies frente al medioambiente. Decíamos al principio que el mundo es asombrosa y profundamente análogo.
En resumen, la información se ha convertido en un bien de consumo de altísimo nivel de mercadotecnia por la presión del capital. Hay informaciones valiosísimas, que nuestros científicos destraban del universo todos los días y en todas las disciplinas como medicina, alimentos, biología, entorno, energía y salud, pero que son las cenicientas de las redes informáticas porque tienen poco mercado; en cambio, las redes se saturan de entropía con informaciones sociales, de música, espectáculos, deportes, farándula, de altísimo consumo, botín para el dinero que les señala cómo tienen que circular para enmarañar a millones de incautos. (Todos los días me llegan invitaciones de Facebook para enrolarme. El mes pasado una revista que publica mis artículos me solicitó una fotografía mía. Hoy mi foto circula por las redes. He caído en la cubierta del navegador por el mismo principio por el cual los cuerpos caen al suelo.) Vistas así las cosas, ¿estamos en el camino correcto?
Eduardo Pérez-Albela F.es maestro peruano en Física y Matemáticas. Radica en Venezuela, donde investiga los fenómenos de la economía desde el punto de vista de la teoría de la evolución.