Pronto, los automóviles con conductores serán tan raros como los peces en bicicleta.
Imagine una nueva versión de la película Thelma and Louise en el año 2030. Clímax del film: las dos mujeres se sientan en un convertible que mira hacia el borde del Gran Cañón. La policía avanza velozmente hacia ellas.
Louise mira el tablero de mandos. “Bien, Google Car, ¡En marcha!”
El automóvil no hace nada. La policía se acerca. Una voz incorpórea chirría de los parlantes del automóvil, “Lo siento, no es seguro avanzar.”
¡”Malditos automóviles autónomos!”, grita Thelma mientras saca un revólver y dispara al tablero de mandos.
Los automóviles autónomos se han vuelto inevitables. En mayo, la División de Vehículos Motorizados de California hizo público su primer conjunto de reglas para los vehículos autónomos. Google afirma que sus automóviles han recorrido más de 700 000 millas
(1 126 540.8 kilómetros) y las pruebas muestran que pueden esquivar a los peatones y otras sorpresas, así como a los conductores humanos. Intel entró en la arena el otro día, anunciando su chip para vehículos sin conductor. El progreso es rápido y furioso.
Cuando llega una tecnología nueva y radical, al principio tendemos a concebirla como una modificación a una tecnología existente. Si colocamos un motor sobre un chasis de cuatro ruedas, tendremos un carruaje que no necesita caballos, ¿verdad? La televisión parecía un radio con imágenes. Los teléfonos celulares parecían teléfonos sin cables. Sin embargo, en cada caso, el nuevo artículo abrió posibilidades que nadie esperaba. Los automóviles ayudaron al surgimiento de los suburbios y los centros comerciales. Los teléfonos celulares se convirtieron en computadoras de bolsillo que están cambiando las relaciones interpersonales, las operaciones bancarias, el consumo de alimentos y casi todo lo demás.
Es posible que la primera oleada de vehículos autónomos ni siquiera transporte a seres humanos. Una de las más intensas zonas de batalla que están surgiendo en las ventas al por menor es la posibilidad de realizar entregas casi instantáneas el mismo día: Wal-Mart y otros minoristas que cuentan con sucursales físicas piensan que pueden competir con Amazon al entregar pedidos desde tiendas locales en una hora o dos. Amazon contraatacó al afirmar que está trabajando para concretar entregas con aviones no tripulados que aterrizarán para entregar paquetes a las puertas de nuestra casa.
Pero la idea de la entrega mediante aviones no tripulados es tan ilusoria como la de un whiskey que no provoque resaca. “Las leyes de la física siguen aplicándose”, afirma Paul Saffo de Foresight en Discern Analytics. Este investigador no ve cómo los aviones no tripulados podrían entregar los suficientes paquetes como para hacer que la parte económica funcionara, sin mencionar los problemas adicionales. ¿Quién será el responsable si el perro de la familia ataca al avión, o si una lluvia repentina hace que el aparato tenga un cortocircuito y dejé caer sus pizzas sobre los peatones desprevenidos?
¿Qué es lo que tiene más sentido para esta próxima batalla? Vehículos autónomos diseñados para llegar hasta su puerta con un paquete u orden de comida y enviarle un mensaje de texto para que usted salga a recibirlo. Para hacer ese trabajo, el vehículo no tiene que parecerse a nada que hayamos visto antes. Elimine los asientos o el espacio para la cabeza de un ser humano. Haga que los dispositivos sean eléctricos. Diseñe algo único, tal vez una cruza entre un remolque de U-Haul y el robot R2-D2. En un par de décadas, estarán zumbando por las calles de muchas ciudades.
Al mismo tiempo, las sociedades occidentales están envejeciendo. Cuando las personas envejecen demasiado, deben dejar de conducir, y para 2030, más de 20% de la población estadounidense tendrá más de 65 años. Así que todos daremos la bienvenida a una solución que les dé a los adultos mayores autos que se conduzcan a ellos mismos.
¿Pero por qué reemplazar uno a uno los automóviles comunes con automóviles sin conductor? Robin Chase, fundador de Zipcar, imagina una situación más parecida a un servicio de suscripción de automóviles autónomos sobre demanda, el siguiente paso de Uber y Zipcar. Una flotilla de esos automóviles estaría estacionada por toda la ciudad. Usted usaría su teléfono para llamar al más cercano, que lo recogería dentro de cinco minutos. El servicio no lo llevaría por todo el país, pero ciertamente lo llevaría al otro lado de la ciudad al Old Country Buffet.
No hay ninguna razón para que estos vehículos se parezcan a los automóviles de hoy. La mayoría de los viajes consistirían en transportar a una persona a una corta distancia, por lo que quizás estos autos se parezcan al nuevo vehículo de tres ruedas y un solo asiento llamado Elio, excepto por el volante. Estos servicios cambiarán la manera en que concebimos el transporte personal: en lugar de ser algo que tenemos que poseer, será algo a lo que podamos suscribirnos. Los automóviles pasarán por la misma clase de cambio que la música mientras esta se traslada lentamente a los servicios de suscripción: solíamos poseer la música, ya sea como elepés, CD o MP3, pero pronto simplemente vamos a alquilarla.
Dicho lo anterior, el impacto más profundo de los autos y camiones autónomos podría ser el fin de la idea misma de un auto o camión. Conducir un automóvil podría convertirse en algo como montar a caballo: algo que las personas ricas hacen por placer los fines de semana.
Chase piensa que si no concebimos a los automóviles de manera diferente, si solo reemplazamos los automóviles conducidos por seres humanos con automóviles conducidos por computadoras, todo se convertirá en una pesadilla. Actualmente, los automóviles permanecen aparcados 95 % del tiempo en promedio. Si todo el mundo llega a poseer un automóvil autónomo, muchas personas los enviarán a hacer mandados; enviarán al automóvil a recoger a un niño o a que vaya al mecánico. Si eso hace que exista el mismo número de automóviles por persona y reduce el tiempo que un automóvil común permanece aparcado incluso a 90 por ciento, el tráfico estallaría. En un modelo de suscripción, los automóviles serían compartidos, reduciendo infinitamente el número de automóviles por persona.
Una transformación del transporte tendrá toda clase de consecuencias. Algunas de ellas serán difíciles. El trabajo de “conductor”, ya sea de taxis o camiones de UPS, podría desaparecer, igual que lo hizo el de los operadores de ascensor y los lecheros. La canción “Paraíso a la luz del tablero de mandos”, de Meat Loaf, terminará siendo una canción sobre una época pasada, cuando uno realmente podía escabullirse en un automóvil. Dado que un automóvil de suscripción sabría siempre dónde está usted, la privacidad del automóvil dejaría de existir.
Si las personas dejan de conducir, el hecho de conducir ebrio se convertirá en algo pintoresco por lo que las generaciones anteriores solían preocuparse. Los automóviles autónomos podrían hacer por la bebida lo que las píldoras anticonceptivas hicieron por el sexo.
Siempre ha sido una mala idea poner a seres humanos al mando de 2000 libras (907.18 kilogramos) de metal y vidrio corriendo a 60 millas (96.56 kilómetros) por hora por una estrecha franja de pavimento. Solo en Estados Unidos, los accidentes automovilísticos provocan la muerte de 33 000 personas al año y consumen US$277 mil millones de la economía, de acuerdo con la Administración Nacional de Seguridad Vial. En un mundo de automóviles autónomos Uber-Zip tipo vaina por suscripción, nadie podrá caer de un despeñadero. El guión de 2030 de Thelma & Louise tendría que convertir a Brad Pitt en un nerd codificador que las ayudara a anular la programación del automóvil de Google con todo y sus elegantes aretes.