La presentación de su más reciente obra de arte interactiva, You are in my head, fue el motivo para que la ciudad de México contara con la presencia del célebre fotógrafo y artista, quien produjo la pieza como parte de la celebración del lanzamiento del nuevo concepto Midnight Circus, con el que la marca de vodka Smirnoff busca reinventar la vida nocturna.
Una cabeza inflable de 12 metros con dos caras con la boca abierta es la obra con la que LaChapelle, un declarado amante del baile y la vida nocturna, ilustra la historia de la danza y la música como una tradición humana, y en sus propias palabras, como descargas y necesidades instintivas que están inmersas en la cultura contemporánea internacional.
Según explicó el artista durante la presentación de la obra, una de las caras representa el futuro mientras que la otra, el tribalismo: “De frente ves el futuro, te metes por su boca, caminas por la lengua, entras a un túnel lleno de neblina, y cuando sales, del otro lado encuentras la luz en el rostro del tribalismo, y viceversa”. Es una propuesta artística que en palabras parecería confusa, pero que cuando uno se encuentra frente a ella cobra sentido.
El rostro del futuro es el de una mujer con tez rosada; ojos azules; párpados verdes; piercings en la nariz, entrecejo y cachetes; tatuajes en los pómulos; una estrella plateada en la frente y unos exuberantes labios rojos. El del tribalismo es el de una mujer mulata tatuada de los pómulos a la frente y de la frente a la nariz con tonos fucsia y celeste; enormes argollas de colores colgadas en las orejas y otras tantas rodeando su cuello, y prominentes labios de color vino.
Ambos se yerguen a las puertas del recinto donde cientos de personas hacen evidente que es noche de fiesta e incitan con sus labios seductores a perderse en sus fauces; LaChapelle fue el primero en caer en la tentación y se escabulló al interior para, segundos después, desaparecer entre el humo blanco.
You are in my head no es el primer inflable que realiza LaChapelle; tanto una lata de coca-cola como un cerdo, un hot dog, una hamburguesa, un araña y un cangrejo ya han sido protagonistas de algunas de las fotografías que en la década de 1980 marcaron el inicio de su carrera fotográfica, cuando el artista pop Andy Warhol le ofreció su primer trabajo como fotógrafo en Interview Magazine.
A partir de entonces, LaChapelle no solo sería aclamado internacionalmente con premios como el mejor fotógrafo nuevo por las revistas French Photo y American Photo, y el mejor fotógrafo del año por los VH1 Fashion Awards por sus retratos a celebridades de la talla de Mark Wahlberg, Shakira, Uma Thruman, Drew Barrymore y Leonardo DiCaprio, por nombrar a algunos, sino que destacaría en el mundo musical con videos como Dirty, de Cristina Aguilera; Sorry, de Madonna, y Natural Blues, de Moby, el cual fue premiado como el mejor video en los MTV Europe Music Awards. Además irrumpiría en el mundo de la publicidad con campañas para marcas como L’Oréal, Diesel, Ford y Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma; así como en el de la moda con portadas en las revistas Vogue, Rolling Stone y GQ.
Sin embargo, es esta gigantesca cabeza el inflable que le ha representado un mayor reto para el también director de espectáculos como The Red Piano, de Elton John, y de cine documental —Rize fue su primer filme—. “He trabajado antes con inflables en fotografías, pero tengo que hacer esto seguro y duradero”, aseguró LaChapelle, y en referencia a que la pieza estará presente en otros eventos exclusivos en México y en Bangkok, del 7 al 15 de septiembre, explicó que “la diferencia a un set fotográfico es que esto tiene que durar, se tiene que desinflar, ir a otra ciudad, inflarse de nuevo y verse genial, ese es el reto”.
Llegada la medianoche, LaChapelle apareció nuevamente, pero esta vez rodeado de centelleantes luces de colores y cientos de personas que al interior del número 64 de Versalles bailaban al ritmo de la música electro-dance que Kele Okereke, vocalista de la banda londinense Bloc Party, ofrecía con su DJ set desde lo alto del salón. La celebración de Midnight Circus había empezado.
Vodka de todos los olores, colores y sabores circulaba de un lado para otro en tanto que un acróbata hacía volar machetes por el techo; mujeres vestidas con coloridos leotardos bailaban al compás de su hula hula; acróbatas colgaban del techo; arlequines en zancos recorrían la pista y maquillistas impregnaban colores y brillantina en el rostro de los presentes. David LaChapelle observaba atentamente lo que a su alrededor ocurría.
Fotos por ahí y sonrisas por allá, un David LaChapelle que se sabía admirado no dudó en fotografiarse y saludar a todo aquel seguidor que atravesaba de extremo a extremo el lugar para llegar hasta él y estrecharle la mano. Bum, bum, bum, vibraba la música, y él, no el fotógrafo, sino el amante de la noche y de la fiesta, movía sus pies al compás haciéndole honor al significado de su You are in my head: la música y la danza como una gran descarga, un instinto.
La una, las dos, las tres de la mañana, la fiesta continuaba…
Cuando dieron las cuatro, las luces se encendieron y la medianoche que le robó al siguiente día unas cuantas horas llegaba a su fin. Las personas abandonaron el lugar detrás de LaChapelle, quien se dijo feliz de haber podido compartir una noche de fiesta en compañía de la gigantesca You are in my head, que para entonces ya había cautivado a cientos y engullido a otros tantos más.