Nos trasladamos a una playa paradisiaca en Campeche. Un pescador hace el hallazgo de su vida: un yacimiento de petróleo, de los más grandes en el mundo.
Esto cambia para siempre la vida de este lugar y él se queda completamente solo, en una especie de limbo, entre la nostalgia y el rechazo de todos.
¿Es la vida real, un sueño o una pesadilla?
Se trata de “Tormentero”, película más reciente del director mexicano Rubén Imaz y que después de seis años de trabajo, estará en exhibición en varias ciudades de México.
“Es un largo proceso, sobre todo en películas donde uno está involucrado desde la escritura, producción, postproducción y finalmente la exhibición de la película. Llegar a la última página es la victoria final”, dice el cineasta.
La propuesta de esta película es adentrarse en Romero Kantún, el pescador que descubre esta “mina de oro negro” que hace chocar lo bello de la naturaleza con la fealdad de un escenario industrial.
“Te sumerge en el entorno y la psique fantástica del personaje, que concluimos que es aparentemente un mago o un alcohólico, nunca lo vamos a saber”, agrega Imaz.
El primer actor José Carlos Ruiz fue el encargado de darle vida al “Tormentero”. Se metió tanto en el personaje y la historia, que hasta los locales preguntaban si era de Campeche, pues parecía “uno más” y le llevaban su comida típica de la región.
Producida por la compañía Axolote Cine, la película ha sido presentada en espacios como la Fiesta de Cine de Roma, en Festivales de Cartagena, Sao Paulo, Viña del Mar, Santander, entre otros.
“Tormentero” llega a la pantalla en Tijuana este 2 de septiembre y a días de proyectarse en esta la Cineteca, Rubén Imaz platicó con Newsweek en Español Baja California sobre los hallazgos encontrados, desde la concepción de la historia hasta su estreno.
-Rubén, ¿qué te motivó a realizar esta película, cómo encuentras la historia?
-Para encontrar las películas, las busco; no espero que me lleguen. Me dedico a hacer un poco de investigación de campo de distintas maneras, conociendo lugares, visitando paisajes, platicando con personas, escuchando historias, anécdotas y ahí se construye algo que realmente me motiva, algo dentro de mí muy fuerte que me da la energía para esos seis años de trabajo. Estuve paseando por Ciudad del Carmen, un lugar muy excéntrico porque al tiempo que es un paraíso natural, tiene una ciudad industrial petrolera encima. Esa imagen es un poco contradictoria pero subsiste. Y al reconocerla, degustarla, pensé que quería hacer una película ahí y conociendo historias, descubrimos la de ese pescador que descubrió el yacimiento petrolero en los años 60, que se volvió el sexto yacimiento más grande del mundo y que cambió para siempre el paisaje de un pequeño pueblo pesquero hacia una ciudad industrial petrolera.
-¿Cuál fue la diferencia con relación a las otras películas que has dirigido, qué hallazgo encontraste en su desarrollo?
– Creo que las películas que hago parten mucho de los espacios que yo conozco o voy conociendo, el espacio en sí me da mucho de qué hablar. Creo que viene de mi formación como cineasta de escuela, donde llevé proceso documental, investigación. Me interesa mucho el proceso que llevaré después con la cámara, cómo voy a utilizar el lenguaje cinematográfico a favor del espacio y lo que yo veo en él. Con “Tormentero” fue una aventura distinta porque lo que hicimos, desde proponer el tiempo-espacio de la película, es un universo muy onírico. La película se asemeja más a un sueño, es una pesadilla con sus cosas luminosas también, pero más que un relato muy preciso, parece un sueño. Te sumerge en el entorno y la psique fantástica del personaje, que concluimos que es aparentemente un mago o un alcohólico, nunca lo vamos a saber. Pero vamos a viajar con él y a concebir el tiempo y el espacio en la manera en que él lo entiende, que es un tanto esotérico. La película es muy libre en su viaje a través del espacio y la narración.
-En “Tormentero” hay escenas densas, silencios, como si el tiempo se hubiera detenido. Algo así como llegar a Comala. ¿Cómo fue la construcción del ambiente?
-Ciudad del Carmen tiene una contradicción inmediata de una belleza descomunal con cosas muy oscuras y pesadas que visualmente no son atractivas. Traté de retratar cómo conviven en el mismo espacio lo hermoso y lo horrible, la oscuridad y la luz en el mismo encuadre. En ese sentido, está la película llena de dualidades. También propone cómo conviven en el mismo tiempo y espacio, un poco multidimensional la película.
-El actor José Carlos Ruiz es reconocido por sus películas y telenovelas. ¿Cómo fue trabajar con él? ¿ Qué aportó al personaje de Romero Kantún?
– En un principio busqué actores naturales. Buscamos en Ciudad del Carmen pescadores reales, alguien que haya vivido la transformación de la isla de primera mano y encontramos muchas historias, grandes rostros que nutrieron a un personaje más complejo y que al mismo tiempo demandaría más de la participación del actor. Entonces volteé para el pool de actores mexicanos y José Carlos brilló desde un principio. Es una persona muy sencilla. Usó toda la información que yo le tenía, los vericuetos que le queríamos meter y él terminó de darle la encarnación. Los últimos diálogos los escribió él, parte de vestuario lo trajo de su clóset donde tiene ropa rara guardada para personajes que algún día utilizará. Fue una aportación muy grande, el personaje era muy complicado, oscuro, gruñón, resentido y era difícil que llegara a ser empático con el público pero lo logra al paso de los minutos de la película.
-En “Tormentero” salta un tema de índole social: una persona encuentra esta ‘mina de oro negro’ y sacrifica a su comunidad por su beneficio, cambiando el ecosistema. Al final Romero Kantún termina solo. ¿Hay algún tipo de mensaje con esta anécdota?
– Nosotros sobre todo nos enfocamos mucho en el personaje, la posibilidad de darle una vida y no juzgarlo, tampoco alabarlo y entender que como todo ser humano le toca ponerse en un lugar donde no todo es tan fácil de evitar. Ese es nuestro principal motivo, el personaje y su vida, y entender que a veces la naturaleza misma y las cosas que parecen evidentes tienen otras lecturas más misteriosas. Las cosas tienen mucha historia, mucho fondo, mucha tradición y creo que también al final eso sale en la película pero por una obviedad del lugar: esta lucha que hay entre lo industrial y lo natural. Y en general la gente suele tomar ciertos partidos y esta película tiene de donde agarrar el discurso ambientalista para hablar del mundo y lo que hacemos a la hora de modificar los ecosistemas de la manera en la que los estamos modificando.
-Eres mexicano, hay talento mexicano en esta producción pero hay colaboración de otros países. ¿Cómo se dio esto y de qué forma enriquece a la película?
-Fue un esfuerzo mío y de Julio Bárcenas, uno de los productores de la película aquí en México. Aprovechar que en Latinoamérica cada vez hay más y mejor cine, cada vez hay más público para nuestro cine. Faltan pocos pasos aunque son de los más difíciles, que tienen que ver con la exhibición y extender las películas nuestras, pero creemos que es un paso en automático. Se fomenta la coproducción, empieza el intercambio financiero, creativo y sobre todo cultural. Por eso nosotros buscamos a muchos cineastas de la región y entre ellos, hicimos buena mancuerna con Colombia y República Dominicana, para tratar de hacer una película más continental, avanzar a un público más continental y a ver qué más pasa. Hay muy buenos festivales en Latinoamérica y la película se estrenará en Colombia a fines de año.
-¿Cómo percibes al público fronterizo y su recepción hacia el cine?
-Siempre me ha gustado Baja California, creo que Tijuana es una ciudad muy vibrante, tiene una voz propia y empieza a tener la opción de manifestarse de forma descentralizada y decir aquí hay un ente urbano, cultural muy interesante. Fue una de las razones por las que presionamos mucho para que la película rápidamente pudiera estar en Tijuana. Pero yo entiendo que en Tijuana hay mucha gente ávida de cine mexicano no tanto de tipo comercial o para pensar, sino que te haga viajar y soñar.