No pretendía hacer historia. Pero, a fines de la década de 1990, cuando Sumita Mitra era química de 3M y empezó a usar nanotecnología para mejorar los empastes dentales, eso fue justo lo que ocurrió. Hoy presentes en los consultorios dentales —y en casi todas las bocas—, sus empastes son uno de esos inventos transformadores que damos por sentados.
Admitida este año en el Salón de la Fama de los Inventores Nacionales de Estados Unidos, Newsweek habló con Mitra sobre la ciencia que subyace a su creación, y el descubrimiento crítico que lo cambió todo.
—¿Qué fue lo revolucionario de tu producto?
—Antes de mediados de los años 90, los empastes se hacían con dos materiales: microrrellenos, que no eran lo bastante fuertes para las regiones de mucha presión, como las superficies de masticación; y los híbridos, materiales fuertes, pero que no conservaban su estética. Perdían el brillo y se volvían ásperos con el cepillado y la masticación. Muchas veces, los dentistas tenían que usar dos tipos de materiales en cada empaste, lo cual causaba problemas.
“En la década de 1990, estaba emergiendo la nanotecnología [manipulación de la materia en la escala atómica, molecular y supramolecular]. Pensé que, si podía usar nanopartículas para crear un relleno compuesto, el resultado tendría un aspecto agradable y resistiría el desgaste”.
—¿Qué te hizo pensar que la nanotecnología sería útil en los empastes?
—Las longitudes de onda de las nanopartículas verdaderas son mucho más cortas que la luz visible, lo cual significa que los rellenos hechos con ellas lucirían tersos. Pero también son muy fuertes, así que una partícula cumpliría las dos necesidades de la amalgama: podría usarse en las áreas de presión de los dientes posteriores y en las superficie de masticación de los dientes frontales. El material también retenía su estética con el cepillado y la abrasión, lo cual es muy importante para los pacientes. Además, es opalescente, una característica clave de los dientes naturales.
—¿Tú misma hiciste los rellenos?
—No tenía mucha experiencia en nanotecnología, pero los científicos de los laboratorios corporativos de investigación en 3M trabajaban con ella para otras aplicaciones. Unimos fuerzas y desarrollamos algunas combinaciones de nanopartículas muy singulares, llamadas nanómeros y nanoaglomerados, los cuales proporcionaron el nanocompuesto.
“Fue un trabajo pionero y condujo a la creación de 3M Filtek Supreme Universal Restorative. Este producto fue la primera aplicación exitosa de la nanotecnología en materiales dentales, y la primera aplicación comercial de la nanotecnología en 3M”.
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—¿Cuál fue tu momento “eureka”?
—Hubo varios. Cualquier invento se inicia con un problema y sabía cuál era el mío. Pero este tenía varias soluciones. Descubrir que las nanopartículas podían cumplir todos los requisitos fue un momento significativo, mas la capacidad de aglomerar y combinar las nanopartículas fue un logro tremendo. Todas las nanopartículas tienen el mismo tamaño, y comprendí que podría aglomerarlas como un racimo de uvas; podía tener tres, treinta o trescientas uvas. Eso permitiría una distribución de tamaños muy amplia.
—¿Tenías idea de lo exitoso que sería tu invento?
—Sabía qué hacía falta para crear un éxito comercial, aunque no imaginé que nuestro invento sería adoptado ampliamente. Sin embargo, ha sido una verdadera revolución en la odontología, y eso se debe a que los pacientes y los dentistas están complacidos con el producto.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek