Akshay Kumar, el décimo actor mejor pagado del mundo —el Tom Cruise de Bollywood y alguna vez el “hombre vivo más sexi”, según People India—, no puede recordar cuándo fue la primera vez que oyó la palabra menstruación. Sentado en un hotel de la Ciudad de Nueva York con su esposa, la actriz y autora de bestsellers Twinkle Khanna, considera esto, sonrojándose un poco, claramente desconcertado por la pregunta. “Nunca me senté a pensar cuándo me introdujeron en ello”, explica Kumar.
“¡Conmigo!”, exclama Khanna, cuyo nombre extravagante es una cosa de familia (su madre es Dimple; su tía, Simple). Antes de eso, añade ella, “no creo que él supiera que la menstruación existía”.
La pregunta es relevante porque Kumar es el protagonista de Padman (a estrenarse el 25 de enero) sobre Arunachalam Muruganantham, el hombre que comenzó la revolución de las toallas sanitarias en India con la creación de una máquina que hace toallas baratas y esterilizadas. También aprendió solo sobre la menstruación después de casarse. “Pienso que así va la historia para la mayoría de los hombres”, dice Khanna, productora de la película. “Hacia una investigación para una columna en The Times of India cuando me topé con la historia de Muruganantham”. Ella ríe. “¡Lo llamo Muruga porque incluso mi lengua se enreda tratando de pronunciar su nombre!”.
En 2015, cuando ella empezó a dramatizar la vida de Muruga para su libro The Legend of Lakshmi Prasad, se percató de que “desgraciadamente nuestro mundo está lleno de espectadores, no de lectores. Para que la historia penetrara en todo hogar, para iniciar una conversación, de allí surgió la idea de hacer una película”.
Kumar, quien ha estelarizado más de cien películas hindis, se hizo famoso a principios de la década de 1990 interpretando héroes de acción, y con el tiempo se graduó en papeles más complejos. El año pasado ganó el Premio Fílmico Nacional de India al mejor actor por su trabajo en Rustom. Ser el protagonista como un inventor extravagante que pasó seis años tratando de entender la menstruación podría parecer algo poco adecuado para un héroe de acción de Bollywood, pero no es la primera vez que Kumar ha interpretado algo con responsabilidad. Su éxito taquillero del verano de 2017, Toilet, se trató de las deplorables condiciones sanitarias de India. “Cuando filmaba eso”, dice, “54 por ciento de los indios no tenía un inodoro. Ahora se ha reducido a 32 por ciento”.
Aun así, Khanna era renuente a tener a su marido en Padman. “Mi esposa dijo que quería hacer una película pequeña. Le rogué: ‘Quiero hacer esto’”.
Kumar se fascinó con Muruga, quien abandonó la escuela para ser un soldador y suscitar una revolución que estremeció las bases: una especie de superhéroe sin la capa y Stan Lee. En Estados Unidos, la batalla por la equidad menstrual se ha enfocado en gran medida en eliminar el impuesto al tampón y hacer gratuitos los tampones y las toallas en las escuelas, prisiones y refugios. Pero en el mundo en desarrollo, los periodos de las mujeres están en el centro de los problemas de derechos humanos más descuidados, incluida la educación y la salud pública. Solo 12 por ciento de las niñas y mujeres en India usa toallas sanitarias, dependen más bien de trapos viejos, lo cual puede provocar enfermedades reproductivas.
La revolución de Muruga comenzó en 1998, cuando, poco después de casarse, notó que su esposa usaba uno de esos trapos para manejar su periodo. La dura realidad económica: si ella compraba toallas, no podía comprar leche para la familia. Muruga pasó los siguientes seis años aprendiendo sobre la menstruación y experimentando con varias soluciones, en cierto momento construyendo un “útero” (una cámara de hule llena de sangre animal) que enganchó a su propia ropa interior. Montó en bicicleta y caminó con eso por cinco días. Kumar se ríe cuando recuerda su recreación de ese proceso. “Ese fue un día interesante”.
La comunidad de Muruga pensó que se había vuelto loco. Su esposa lo abandonó, brevemente. Pero ahora, hay por lo menos 2,500 de sus sencillas máquinas de hacer toallas en India y otros 17 países, y muchas mujeres de bajos ingresos han iniciado negocios locales haciendo y vendiendo las toallas. En 2014, la revista Time nombró a Muruga una de las cien personas más influyentes del mundo. El año pasado, el gobierno indio le dio el premio Padma Shri al servicio distinguido en labor social.
Lo que le hizo perfecto para una película, dice Khanna, es que, aun cuando “está en una misión seria, no es el tipo de hombre que se tome a sí mismo muy seriamente. Hay una extravagancia en él, un activista que también es humorista”.
Muruga trabajó estrechamente con Khanna y Kumar en el set en India, asegurándose de que todo detalle fuera certero. El mayor reto fue hallar actores locales y extras lo bastante tolerantes para manejar el tópico. El disgusto y la vergüenza por la menstruación es una reacción común entre los hombres de India. Un actor renunció después de una filmación de dos días porque una escena exigía que sostuviera una toalla sanitaria.
Kumar espera que Padman provoque el tipo de activismo que se ha dado en Estados Unidos en los últimos dos años, aunque los problemas son mucho más desesperados en India, en especial en las áreas rurales, donde una de cada cinco niñas abandona la escuela porque no puede costearse toallas sanitarias. Los políticos “necesitan hacer obligatorio que toda institución pública ponga a disposición toallas gratuitas, como lo hacen con el agua y jabón, porque estas son necesidades”, dice Khanna. Tal vez, como Maruga, “deberían usar una cámara llena de sangre”.
Maruga habló de las agonías secretas que experimenta la mitad del mundo en su charla TEDx Bangalore de 2012. “Los días desagradables, los días asquerosos, esa humedad”, dijo. “¡Por dios, es increíble!”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek