Estaba acostado en mi cama con los ojos cerrados a las 5:30 de la mañana del 23 de diciembre pasado cuando el hombre de la celda de al lado gritó: “¡Biden conmutó nuestras sentencias!”. Salí corriendo. La semana anterior, en el corredor de la muerte federal, habían circulado rumores sobre conmutaciones de penas, pero ninguna de ellas se había cumplido todavía.
Mi vecino de celda debió percibir mi escepticismo. “¡Mira [el noticiario] CNN!”, me dijo con urgencia la voz. Mientras esperaba a que CNN confirmara la noticia, las conversaciones a mi alrededor se animaron con emoción y anticipación.
En la televisión, el noticiario finalmente volvió al titular que estábamos buscando: 37 de los 40 presos que estábamos en el corredor de la muerte federal ahora teníamos nuestras sentencias de pena capital conmutadas a cadena perpetua, sin posibilidad de libertad condicional.
Al absorber la noticia experimenté una extraña combinación de profundo alivio y hundimiento de mi corazón en una amarga decepción.
La decisión de Biden significó que escapé de una muerte probablemente inminente a manos de la administración de Trump, quien ejecutó a 13 personas en el corredor de la muerte federal durante su último mandato, muchas de ellas en sus últimas semanas en el cargo presidencial.
MIS AMIGOS QUE ESTABAN EN EL CORREDOR DE LA MUERTE EN LA PRIMERA ERA DE TRUMP NO SE SALVARON
Mis amigos más cercanos estaban entre los sentenciados, incluido Dustin Higgs, quien fue ejecutado pocos días antes de que Trump dejara el cargo a pesar de su caso de inocencia.
Para muchos de los hombres con los que he estado encarcelado durante décadas, la decisión de Biden significa más tiempo para vivir, más tiempo para visitar a familiares y amigos, más tiempo para crecer y convertirse en una mejor persona.
Sin embargo, para mí la cadena perpetua sin libertad condicional sigue siendo una injusticia flagrante. En 1998 me condenaron a muerte por un robo a un banco y un asesinato en el que no tuve ningún papel. He pasado décadas luchando por demostrar mi inocencia.
Durante los últimos cuatro años puse toda mi esperanza en Biden creyendo que él analizaría mi caso individualmente y consideraría la petición de indulto que presenté. No busco misericordia ni reclamo reforma o redención. Mi petición se basa en pruebas exculpatorias sólidas.
Contaba con que el equipo de Biden revisaría la evidencia de ADN que se recolectó en la escena del crimen, excluyéndome a mí y a la víctima del asesinato como fuente de la sangre encontrada en un chaleco antibalas.
![corredor de la muerte](https://newsweekespanol.com/wp-content/uploads/2025/02/Corredor-de-la-muerte_02.webp)
EL ALIVIO QUE MEREZCO NO ES UNA CONMUTACIÓN COLECTIVA, SINO UN INDULTO Y MI LIBERTAD
Esperaba que su equipo leyera los detalles de cómo la camioneta de escape que se utilizó en el crimen fue encontrada empapada en gasolina; sin embargo, analizaron mi ropa y no encontraron rastros de gasolina. Pensé que leerían la declaración jurada de un guardia de seguridad del centro comercial que me vio comprando en el momento preciso en que ocurrió el robo al banco.
Contaba con que Biden se diera cuenta de que el alivio que merezco no es una conmutación colectiva, sino un indulto y mi libertad.
Ese 23 de diciembre, más tarde, hablé por teléfono con mis abogados cuando el consejero de la prisión vino a mi celda con un sello dorado del Departamento de Justicia y una declaración jurada para que yo firmara para reconocer que recibí una copia de la orden del presidente Biden que conmutaba oficialmente mi sentencia de muerte.
“No quiero firmar esto”, les dije a mis abogados. No quería legitimar mi nueva sentencia de cadena perpetua sin libertad condicional por un delito que no cometí. Mis abogados me dijeron que, independientemente de si firmaba o no, la decisión de Biden era definitiva.
De mala gana, firmé la declaración jurada. Poco después el personal de la prisión nos puso a todos en cuarentena durante casi una semana.
ESTOY TRATANDO DE REPRIMIR MI IRA Y MI DECEPCIÓN
Han pasado varias semanas desde que Biden conmutó la mayoría de las penas de muerte federales y no puedo quitarme la sensación de haber sido derrotado por la injusticia una vez más.
Estoy tratando de reprimir mi ira y mi decepción al darme cuenta de que todavía tengo que escalar una enorme montaña para demostrar mi inocencia y ganar mi libertad, una montaña que crecerá inconmensurablemente ahora que Trump prestó juramento.
Estoy exhausto de esta lucha y mi salud ha empeorado en los últimos años. A veces siento la tentación de rendirme por completo.
Pero sé que todavía quedan algunas esperanzas de que se haga lo correcto, se analice mi caso individualmente y se me ofrezca verdadera justicia, y sigo poniendo mi fe en que así será.
De lo contrario, la conmutación por parte de Biden de mi sentencia de muerte a cadena perpetua sin libertad condicional no es más que una nueva forma de la misma injusticia contra la que he estado luchando durante décadas. N
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Billie Allen es un artista y escritor que estuvo en el corredor de la muerte federal. Lo condenaron por el asesinato en 1997 del guardia de seguridad Richard Heflin durante un robo a mano armada en un banco en St. Louis, Missouri, pero mantiene su inocencia. Todas las opiniones expresadas son responsabilidad del autor. Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek.