En el editorial anterior propuse que la mejor apuesta para la competitividad regional es el desarrollo de las empresas medianas, basado en los datos de su aportación desproporcionada a la generación de valor a la economía nacional. Las empresas medianas generan mucho mas ingreso por empleado comparado con las empresas grandes o las micro, ya que para llegar a ese tamaño han pasado por un proceso de consolidación de capacidades operativas y de diferenciación de sus productos-servicios, logrando la escala suficiente para atraer-retener talento altamente especializado y a la vez la cercanía con su mercado para anticipar sus necesidades mucho más rápido que las grandes empresas. Esta flexibilidad y capacidad ubica a las empresas medianas en un momento óptimo de generar grandes innovaciones, siempre y cuando tengan acceso a los recursos necesarios cómo ciencia, tecnología y capital emprendedor.
Sin embargo, estas empresas se enfrentan a retos cambiantes en el entorno global cada vez más acelerados, hoy en día los consumidores demandamos disponibilidad y servicio 24-7-365 y lo más inmediato posible. Al mismo tiempo hemos desarrollado una mayor conciencia de los impactos ambientales de la economía y la creciente desigualdad social, por lo que preferimos consumir de empresas que han demostrado contar con prácticas empresarial sostenibles, esto es que minimizan su impacto ambiental y maximizan el desarrollo social de sus empleados y las comunidades donde operan. Estos cambios en el mercado están obligando a las empresas emprender un proceso continuo de transformación en dos vías, por un lado, fortaleciendo sus capacidades digitales aplicando tecnologías que permitan la interacción continua y por otro lado desarrollando procesos productivos que optimicen el uso de recursos (economía circular) y políticas de responsabilidad social centradas en el desarrollo humano. Este es el proceso de la “transformación dual”.
En una publicación reciente de la revista científica Discover Sustainability, proponemos un modelo de autoevaluación para las empresas pequeñas y medianas, que les permita identificar el nivel de preparación y priorización de acciones ante iniciativas de “transformación dual”. La publicación es una colaboración con mis colegas de CETYS Universidad la Dra. Socorro Encinas y la Dra. Esthela Galvan. El modelo se basa en los factores de éxito determinantes que se han identificado en diversos estudios e investigaciones, tanto de la transformación digital, como de la transformación sostenible. Estos factores de éxito se categorizan en cuatro dimensiones: Estrategia empresarial, cultura organizacional, estructura organizacional y habilidades técnicas. Cada una de estas categorías a su vez se subdivide en tres elementos a evaluar que permita a las empresas determinar su nivel de preparación para la adopción de los procesos de transformación e identificar en que elementos podría tener un mayor rezago y así priorizar las inversiones incrementando las probabilidades de una transformación exitosa.
En la dimensión de estrategia los elementos a evaluar incluyen la comunicación de la estrategia, la alineación de la estrategia empresarial con los instrumentos de transformación, y el alcance de la iniciativa. El modelo de autoevaluación permite a las empresas determinar que tan cerca o lejos están de un nivel ideal de preparación. En el caso de la estrategia este nivel sería que la estrategia de transformación ha sido comunicada y socializada ampliamente con toda la organización, adicionalmente los objetivos de la transformación están claramente alineados a los objetivos estratégicos del negocio (congruencia) y que el alcance de la transformación realmente evolucionará el modelo de negocio. En la dimensión de la cultura organizacional se evalúan los elementos de gestión del cambio, gestión del conocimiento y la colaboración. El ideal de preparación en esta dimensión sería una empresa que cultiva una cultura organizacional que favorece la adopción de cambios y de la innovación, adicionalmente cuenta con los procesos para documentar y distribuir eficazmente el conocimiento colectivo de la empresa, así como fomentar la colaboración y el trabajo en equipo. En la dimensión de la estructura organizacional los elementos a evaluar se enfocan en determinar el nivel de preparación en cuanto al liderazgo directivo, el diseño de procesos operativos y la definición de responsabilidades-redición de cuentas. El ideal de preparación en esta dimensión es una empresa que cuenta con líderes capaces de ejecutar la transformación, procesos operativos claramente definidos y documentados, así como claridad en las responsabilidades de los miembros de la organización incluyendo la rendición de resultados. Finalmente, en la dimensión de habilidades técnicas los elementos incluyen el uso de datos, la capacitación y la infraestructura de soporte. Así una empresa con un alto nivel de preparación cuenta con una cultura y procesos para la toma de decisiones basada en datos, adicionalmente los miembros de la organización tienen acceso a la capacitación necesaria y la infraestructura tecnológica incluyendo sistemas de información, software, hardware y comunicaciones son las adecuadas para realizar el proceso de transformación.
Los gobiernos regionales y organizaciones empresariales podrán tomar este modelo como una ruta para el desarrollo de las empresas medianas equipándolas para afrontar los cambiantes retos globales, así como lo han hecho en la Unión Europea con su iniciativa de Industria 5.0.
Por: Flavio Olivieri, PhD. Director del Centro de Excelencia en Competitividad y Emprendimiento de CETYS Universidad. N