La reciente muerte de Silvio Berlusconi (12 de junio) ha sido objeto de un gran número de editoriales y mesas de diálogo en las que se enfatiza lo que algunos medios llaman su carrera criminal y delincuencial plagada de sobornos, corrupción, defraudación fiscal y uso indebido de recursos que lo hizo ser en un momento dado el hombre más rico de Italia.
Berlusconi contaba, además, con un amplio control en sectores como el inmobiliario y de comunicaciones que incluían radio, televisión y prensa escrita, lo que lo llevó a tener el mayor emporio mediático en Italia y uno de los más grandes en Europa.
Tan “terrible” figura fue en reiteradas ocasiones legislador, eurodiputado, senador, ministro de Asuntos Exteriores y en tres ocasiones presidió el Consejo de Ministros de Italia, y también fue presidente del Consejo de Europa.
Como primer ministro de Italia, la permanencia de Silvio Berlusconi en ese mandato se cuenta como la más larga desde la Segunda Guerra Mundial. Extraño resulta entender que a esta larga carrera política le acompañen constantes demandas, visitas a tribunales, juicios que incluyeron desde escándalos de prostitución hasta fraude y escuchas telefónicas, denuncias todas que solo lograron concretarse en arrestos domiciliarios.
La llegada y permanencia de Berlusconi en el poder no fue un accidente histórico ni la resultante de una generación espontánea. El ya debilitado sistema democrático italiano de los gobiernos socialistas y democristianos que lo precedieron generaron las bases en el ánimo de los electores y de importantes sectores de la clase política para decantarse hacia un líder ultraliberal, profundamente nacionalista, con marcados sesgos populistas y autodefinido en el espectro político como de centro-derecha.
LA ITALIA NEOFASCISTA DE SILVIO BERLUSCONI
Sin embargo, su praxis lo llevó a posiciones más de derecha extrema, como lo evidencian las coaliciones del partido Forza Italia fundado en 1994 y refundado en 2013 por el propio Silvio Berlusconi, con partidos xenófobos y separatistas como el de la Liga del Norte y las simpatías manifiestas a otros grupos radicales.
La prensa actual, particularmente la occidental, parece querer borrar el importante protagonismo de este hombre de Estado en la conformación de los actuales movimientos neofascistas italianos como la Liga del Norte. Recordamos cómo en Europa, durante las primeras décadas de la posguerra, estaban prácticamente censuradas cualquier manifestación o mención a los movimientos totalitarios y de ultraderecha.
El fascismo italiano de Mussolini o el nacionalsocialismo alemán de Hitler eran memorias que parecían quererse borrar. Sin embargo, Berlusconi trajo estas orientaciones políticas nuevamente a la palestra al exaltar discursos profundamente nacionalistas al tiempo que desplegaba toda una estrategia internacional de apoyo al proyecto anglosajón militarista.
Il Cavaliere (título honorífico de Berlusconi) se convirtió en un aliado incondicional de George W. Bush en sus aventuras militares en Afganistán e Irak, y también fue un decidido contribuidor con Barack Obama en la intervención contra Libia en el marco de la Primavera Árabe.
No podemos dejar de destacar la profunda huella que ha dejado Silvio Berlusconi en el auge de las ultraderechas actuales que se extienden no solo en Italia, sino que van hasta sistemas como el de Orbán en Hungría, u otros regímenes autoritarios como el de Erdogan en Turquía.
INFLUENCIA POLÍTICA GLOBAL
La influencia de esta lógica política en la que se destaca un gobierno autoritario centrado en la personalidad del líder, que expresa sistemáticamente su desprecio a las instituciones, que llama a la movilización social incluso por encima del Estado de derecho, que cuestiona, persigue y censura a periodistas y medios de información que le son críticos, se hace presente también en Estados Unidos, particularmente en la figura de Donald Trump.
Resulta interesante el paralelismo entre el magnate estadounidense y su contraparte italiana. Ambos amasaron sólidas fortunas, enarbolaron discursos populistas de derecha, llamaron a sus seguidores a la desobediencia civil, y sobre ambos penden acusaciones de fraude fiscal, prostitución y otros delitos.
Berlusconi logró en tres ocasiones guiar los destinos de Italia, pese a sus detractores. Trump se perfila como la figura más fuerte del Partido Republicano frente a las próximas elecciones del 2024 frente a un Partido Demócrata desdibujado y un Biden debilitado.
La política y su análisis debiera superar las aproximaciones maniqueas, no es blanca o negra, no es de buenos y malos, no es de morales o de inmorales, ya que, como lo dijera Hans Morgenthau, el realismo reconoce el significado moral de toda acción política y no niega la inevitable tensión entre preceptos morales y requerimientos de una exitosa acción política. N
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Luz Araceli González Uresti es profesora investigadora de Relaciones Internacionales de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tec de Monterrey. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora.