Aunque parece tema de una novela de ciencia ficción, la realidad es que una nueva y peligrosa infección micótica se ha extendido por casi todo el territorio de Estados Unidos. En un estudio publicado el 21 de marzo, en la revista Annals of Internal Medicine, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) anunciaron que el hongo denominado Candida auris se ha diseminado por casi todo el país y que, entre 2019 y 2021, 17 entidades federales detectaron sus primeros casos de infección.
Entre 2018 y 2019, los CDC registraron un incremento de 44 por ciento en los casos notificados. Sin embargo, en el periodo 2020 a 2021 dicha tasa de notificación se disparó a 95 por ciento: de 756 casos en 2020 a 1,471 casos en 2021.
Con base en lo anterior, la dependencia gubernamental de salud calcula que los casos estadounidenses aumentaron a 2,377 infecciones en 2022.
Lo más alarmante es que el hongo Candida auris es resistente a numerosos medicamentos antimicóticos, razón por la cual representa una “grave amenaza para la salud mundial”, escribieron los CDC en su artículo.
C. auris es una levadura que no suele ocasionar síntomas. Pese a ello, es capaz de infectar la sangre, las heridas y los oídos de pacientes con sistemas inmunológicos debilitados, y también afecta a individuos que tienen instaladas sondas y catéteres.
VÍCTIMAS PREDILECTAS
La población de mayor riesgo está integrada por personas inmunocomprometidas, pacientes que se han sometido a cirugías recientes, diabéticos e individuos que han recibido tratamiento con antibióticos o antimicóticos de amplio espectro. Es muy común que el patógeno infecte a individuos internados en hospitales, y esta complicación puede ocasionar la muerte de uno de cada cuatro enfermos.
“A veces denominada ‘fungemia’, la infección sanguínea por Candida auris ya se ha detectado en más de 30 países, incluido Estados Unidos”, asegura el Dr. Rodney Rohde, profesor de ciencias de laboratorio clínico en la Universidad Estatal de Texas. “Es común hallar el hongo en sangre, orina, esputo [expectoración], secreciones de oído, líquido cefalorraquídeo y tejidos blandos de pacientes de cualquier edad”.
Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, la tasa de mortalidad en Estados Unidos oscila entre 30 y 60 por ciento en los pacientes infectados y que presentan enfermedades concomitantes graves, prosigue Rohde. “En 2018 se publicó un análisis de las investigaciones disponibles a la fecha, y los autores determinaron que los brotes de C. auris alcanzaron una tasa de mortalidad de entre 30 y 70 por ciento en pacientes graves internados en unidades de cuidados intensivos”.
Es muy probable que el incremento de casos en Estados Unidos se deba a la transmisión en entornos hospitalarios y a la dificultad de identificar la infección. “El contagio de Candida auris ocurre, sobre todo, en hospitales, donde el hongo puede persistir en las superficies expuestas y en los equipos médicos”, explica a Newsweek el Dr. Daniel Henk, especialista en micología y profesor de ecología microbiana en la Universidad de Bath, Inglaterra.
‘CANDIDA AURIS’ SE DISEMINA FÁCILMENTE
“Es más, el brote registrado en un hospital británico se debió a los termómetros reutilizables que se colocan en las axilas. Para mí —y creo que también para la mayoría de los micólogos—, una de las propiedades más notables de C. auris es que se disemina fácilmente”, añade el experto.
Es común que los equipos médicos y las superficies expuestas de los hospitales diseminen infecciones; sobre todo, en personas con sistemas inmunológicos debilitados.
“Uno de los mecanismos de diseminación más importantes es la formación de biopelículas. En general, esta forma de contagio es consecuencia de que los centros de atención médica no implementan estrategias adecuadas para impedir y controlar infecciones (IPC)”, precisa Rohde.
“Es muy probable que muchos centros pasaran por alto las estrategias IPC durante la pandemia de covid-19; sobre todo, en lo que se refiere al mantenimiento de las superficies expuestas”, prosigue el profesor de la Universidad Estatal de Texas.
“Sin embargo, otra explicación del incremento de casos es que la comunidad médica empieza a hacer mucho más énfasis en la vigilancia y detección de individuos colonizados por C. auris, pero que permanecen asintomáticos”, añade.
Si bien el hongo fue descubierto hace más o menos una década, fue solo hasta hace poco que empezó a diseminarse por todo el mundo. “Candida auris era casi desconocido hasta hace unos diez años [la primera descripción se hizo en 2009, pero no recibió mucha atención sino hasta después de 2013]. Por otra parte, los informes iniciales fueron eminentemente anecdóticos, como alguien que decía: ‘¿Sabes? Hemos observado que un hongo nuevo está causando algunas infecciones, pero todavía no sabemos si es peligroso o no’”, interpone Henk.
PATÓGENO EXTRAÑO PARA LOS HOSPITALES
“Así pues, a diferencia de las levaduras con las que hemos convivido desde hace mucho y que causan enfermedades que conocemos muy bien, C. auris es un patógeno extraño para hospitales y clínicas. Y también para los micólogos”, agrega el especialista en micología.
Otros padecimientos micóticos se deben a diversas especies de Candida, y de ellas, la más conocida es Candida albicans, que ocasiona infecciones en la boca, la piel y la vagina.
Por lo pronto, los CDC han emitido la alerta de que C. auris suele estar presente en entornos médicos; sobre todo, en hospitales, donde los pacientes tienen, de por sí, cierto grado de debilidad inmunitaria y muchas veces —debido a la dificultad para detectar este hongo— las infecciones suelen atribuirse a otros patógenos.
No obstante, un aspecto muy inquietante es que C. auris ha demostrado ser resistente al tratamiento (casi todas las muestras analizadas han sido resistentes a, por lo menos, un antimicótico).
“Algo muy alarmante es que, en 2021, se triplicaron los casos de infecciones resistentes a las equinocandinas, la familia de antimicóticos más eficaz en el tratamiento de infecciones por Candida auris”, revela Rohde.
“Los CDC han calificado este hongo como una grave amenaza de resistencia antimicrobiana [RAM], ya que C. auris es resistente a numerosos antimicóticos, se disemina fácilmente en los centros de atención de la salud, y causa infecciones graves que conllevan una elevada tasa de mortalidad”.
ESTÁ PRESENTE EN 30 PAÍSES
Además del aumento de infecciones en Estados Unidos, otros 30 países han empezado a notificar casos de esta micosis en particular. “La propagación mundial aún es incipiente, por lo que varios micólogos han podido identificar los linajes circulantes; algo parecido a lo que ocurrió con el SARS-Cov-2”, detalla Henk.
“Los [linajes] que conozco mejor son los que están presentes en el Reino Unido, donde hemos visto brotes cada vez más numerosos desde la primera descripción de C. auris. Ahora bien, como sucede con todos los patógenos nuevos, es inevitable que la cifra de casos aumente. Y aunque —hasta ahora— hemos podido contener el hongo, solo es cuestión de tiempo para que recibamos más informes”.
Entonces, ¿qué podemos hacer para frenar la propagación de esta infección micótica tan rara y mortífera? “Es indispensable mantener una buena higiene de manos, bien con agua tibia y jabón o con desinfectantes a base de alcohol”, instruye Rohde.
“Profesionales y prestadores de servicios sanitarios también deben usar equipos de protección personal, incluidos guantes y batas. Entre tanto, es urgente desarrollar pruebas diagnósticas que permitan la identificación precisa del patógeno en hospitales y laboratorios; dar buen mantenimiento a las instalaciones; supervisar el uso de antimicrobianos; detectar casos de RAM en tiempo real; y promover el desarrollo de antimicóticos, antibióticos y otras clases de medicamentos antimicrobianos”, añade el especialista.
Henk agrega que, a fin de prevenir la transmisión intra e interhospitalaria, será indispensable adoptar otras medidas. “Tal vez lo más importante sea mejorar el diagnóstico y las medidas de vigilancia con objeto de que el personal sanitario esté atento a los brotes potenciales”, explica el profesor de la Universidad de Bath.
CAMBIO CLIMÁTICO, UN IMPULSOR
“La falta de concienciación y de monitoreo regular se traducirá en que, una vez que el individuo se dé cuenta de lo que le ocurre, será demasiado tarde para implementar una gestión eficaz”, añade.
Por otra parte, es muy posible que, en los próximos años, los efectos del cambio climático propicien la diseminación de C. auris. Al respecto, Rohde indica: “Algunos investigadores opinan que el cambio climático y otros factores similares [por ejemplo, la invasión de hábitats no humanos] resultarán en una mayor incidencia en todo el mundo. Candida auris ya está considerado una amenaza crítica para Estados Unidos, mientras que la Organización Mundial de la Salud ha incluido este hongo en su listado global de patógenos prioritarios”.
Aquí cabe señalar que la infección por C. auris no es la única enfermedad fúngica que se agravará con el cambio climático. En estos momentos, las ranas están desapareciendo en todo el mundo a causa de la quitridiomicosis, una infección micótica que ataca la piel de los anuros y que está diseminándose con rapidez debido al cambio climático.
Asimismo, la “fiebre del valle” o coccidioidomicosis, enfermedad fúngica humana antes limitada a los estados del suroeste de la Unión Americana, ha estado extendiéndose a todo el territorio continental estadounidense. Los expertos atribuyen este cambio en el comportamiento de la micosis al trastorno de los patrones climáticos ocasionados por el calentamiento global. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek).