Jorge Regueira se describe como un artista autodidacta incorregible y convencido. Su formación y vida profesional han girado en torno a la publicidad, siempre en el departamento creativo de conocidas agencias nacionales e internacionales. Su experiencia como redactor y director de arte lo inspiraron a explorar su inclinación literaria, inicialmente escribiendo cuentos y relatos, y más tarde incorporando lo plástico y lo visual.
El resultado es una obra etérea de trazos delicados que, sin embargo, transmiten con una fuerza y profundidad irresistibles los pensamientos y memorias que definen nuestra humanidad.
En su próxima exposición, titulada ALMA, la cual se presentará en la galería O_lumen de Madrid del 10 de febrero al 12 de marzo, el pintor devela una nueva propuesta: la exploración del alma a través de la letra y la palabra.
Buscando desdibujar y descomponer la máxima expresión humana, su obra nos lleva a su más íntima y espontánea expresión en una semántica visual de múltiples interpretaciones. Para celebrar este proyecto, Jorge Regueira comparte con Newsweek en Español las reflexiones que confluyen en su obra, abriendo con gran calidez las puertas de su estudio e invitándonos a participar en su universo mágico.
UNA EXPOSICIÓN GRADUAL Y PROLONGADA
—¿Cuál fue tu primer acercamiento con el arte? ¿Hay alguna obra o momento en especial que haya despertado tu vocación?
—Creo que más que una epifanía artística que ocurriese en un momento concreto, más bien se trató de una exposición gradual y prolongada. En su día, me fascinó ver in situ a los maestros del Museo del Prado. Más tarde, los impresionistas abstractos me impactaron. Y los artistas del grupo El Paso, que fueron, son y serán siempre una gran inspiración… Como digo, fue un proceso gradual, no un único momento, al menos que yo recuerde.
Pero, además, en cualquier caso, debe haber algún gen artístico en la familia, si es que eso existe, ya que un tío abuelo fue un retratista cotizado en su época, otro fue crítico de arte, mi padre pintaba, mi hermano pequeño pintaba, el mayor también pinta… ¿Determinismo genético? Tampoco diría yo tanto.
—¿Cuáles son las ventajas de ser un artista autodidacta? ¿Planteaste tu formación con alguna estructura o se dio de forma espontánea?
—Realmente, ser autodidacta no aporta ninguna ventaja per sé, ni significa que las obras hechas por un artista autodidacta sean diferentes respecto a las de quien posee una formación académica. Cuando acudes a un museo o una galería no puedes deducir, solo viéndolas, qué obras han sido hechas por uno u otro. Lo único que cambia es el punto de partida. No determina tu capacidad de reflexionar ni de llegar a determinadas conclusiones.
Formarse uno mismo (porque una persona autodidacta también se forma, nada surge por generación espontánea) te permite, eso sí, marcar tus propios ritmos, centrarte en las cosas que te van interesando en determinado momento… En ese sentido, más que una formación estructurada necesitas cierta disciplina autoimpuesta.
BUSCAR IDEAS E INSPIRACIÓN
—¿Qué aprendiste del arte a través de tu trabajo en publicidad?
—Más que aprender de arte, lo que adquieres como creativo publicitario después de tantos años es a buscar ideas e inspiración en absolutamente cualquier sitio, a observar atentamente el mundo que te rodea, y a darte cuenta de que la inspiración puede surgir en cualquier instante y donde menos te lo esperas. Eso sí, en publicidad, lógicamente, la creatividad está al servicio de un objetivo muy concreto, el de tu cliente. Como artista tengo mayor libertad, aunque tengo un cliente muy exigente, que soy yo mismo.
—¿Cuándo integraste la caligrafía a tu trabajo y qué te inspiró a experimentar con esta forma de expresión?
—Bueno, el proceso fue más bien el contrario, incorporé el arte, el plano pictórico, a la caligrafía, que ya practicaba como afición desde que mi padre me regaló cuando era joven una estilográfica con diferentes puntas biseladas intercambiables. Así que a él le debo, además de por los libros, la pasión por la letra escrita. Pero donde antes buscaba más la calidad caligráfica, más formal, ahora busco la expresividad del trazo escrito, que siempre está presente, de una forma u otra, en mi obra, que a mi entender la enriquece y le aporta matices.
Pero si me tengo que definir en este sentido, lo haría como un pintor que juega con la caligrafía y el trazo escrito en sus obras, más que un calígrafo que utiliza recursos pictóricos en su trabajo.
EL TRAZO ESCRITO
—¿Cómo defines el papel de la palabra escrita en tu arte y qué posibilidades expresivas se abrieron con esta fusión?
—Como te comentaba antes, el trazo escrito le aporta una dimensión extra a mi pintura, un relato complementario que se suma al estrictamente pictórico. Y yo juego con estas dos sintaxis, que se yuxtaponen en una sola. Evidentemente, esto me abre posibilidades expresivas.
—¿Con qué corriente estética o escuela de caligrafía te identificas más y por qué?
—El expresionismo abstracto tiene mucho que ver con la caligrafía, aunque no lo reconociesen demasiado en su momento. Los pintores expresionistas abstractos quedaron fascinados con la caligrafía japonesa de vanguardia de la época. Pero cuando le preguntaron a Franz Kline si lo que estaban haciendo de algún modo era caligrafía pictórica, o pintura caligráfica, lo negó rotundamente: “Nosotros pintamos, no escribimos”. Pero es tal vez el movimiento artístico que más he dejado que me influya. Respecto a la caligrafía, la verdad es que todos los estilos te aportan algo diferente que enriquece tu trabajo.
—¿Hay alguna temática que se repita en tu trabajo? ¿Con qué memoria o experiencia está conectada y cómo se refleja en tu obra?
—Realmente me inspiran y me atraen los temas más diversos, así que no hay una temática específica identificable como usual en mi obra. En cualquier caso, sí que son los literarios los referentes a los que más recurro en mi trabajo, seguramente por esa voracidad lectora que mi padre me inculcó cuando era joven.
ME INTERESA TODO
—¿Qué temas despiertan tu curiosidad hoy en día?
—Sinceramente, me interesa todo. El plano social y las desigualdades cada vez más evidentes, los desafíos tecnológicos actuales, el medioambiente… Estamos viviendo una época de transición, de cambio de paradigma, y todas sus implicaciones resultan fascinantes.
—¿De qué forma ha evolucionado tu obra desde tus inicios?
—Tal vez alguien que no sea yo, con más perspectiva y distancia, sea quien debiese contestar a esta pregunta. Pero obviamente hay una evolución, los cambios creo que son evidentes, algunos más sutiles que otros. No solo evoluciona tu capacidad técnica, también lo hace tu forma de valorar el mundo que te rodea, que condiciona tus reflexiones, las sensaciones y sentimientos que reflejas en tus cuadros…
—¿Cómo influye el arte en los demás aspectos de tu vida?
—Cuando te dedicas a algo de tiempo completo, que además es tu pasión y que decidiste un día que constituyese tu medio de vida, todo tu mundo se ve condicionado por ello. El arte me ha traído paz y tranquilidad interior, y me aporta día a día otro tipo de satisfacciones que antes no tenía, es algo más íntimo y personal.
—¿Cuál es tu instrumento de trabajo más preciado?
—Hay herramientas que me he fabricado yo mismo a las que les tengo un cariño especial, otras que me han regalado que también significan mucho para mí. No podría mencionarte una en concreto… Todas son importantes, todas tienen una historia detrás.
UNA EXPERIENCIA GRATIFICANTE DE JORGE REGUEIRA
—¿Cuál es la respuesta a tu trabajo que más te ha emocionado?
—En cierta ocasión, un grupo de estudiantes con síndrome de Down acudió a una exposición mía para una visita guiada concertada. La verdad es que fue una experiencia muy, muy gratificante. Desde luego, me enseñaron más ellos a mí, con su sinceridad abrumadora, sus comentarios sagaces, su forma de interpretar mi universo abstracto, su simpatía, su frescura… que yo a ellos. Me dieron mucho para reflexionar. Y me emocionó mucho, según me confesaron, el hecho de que les encantase lo que hacía.
—“La aurora” es una interpretación de un poema de García Lorca. ¿Cuál fue el proceso para traducir un poema en una obra plástica?
—En 2017, el Museo de Caligrafía Contemporánea de Moscú me invitó a participar en la sexta edición de su exhibición internacional. Era el único artista español, así que pensé que Lorca y su “Poeta en Nueva York”, del que “La aurora” forma parte, era una opción excelente para realizar una obra que nos representase. En “La aurora”, Lorca adopta una actitud un tanto pesimista y desconfiada hacia la ciudad. El sentimiento que está expresando en sus poemas es el que quería reflejar visualmente a través de la caligrafía, apoyado en una interpretación expresionista y deshumanizada, casi monocromática, del skyline de Nueva York.
La pieza fue creada en un día ventoso, gris, desagradable y casi triste. Me parecía que los versos finales de la obra de Lorca serían la inspiración perfecta para trabajar en el estudio en una mañana así.
INVITAR A LA REFLEXIÓN
—¿Cuál consideras que es el papel del arte en la sociedad?
—La expresión artística —sean artes plásticas, literatura, música, audiovisual— invita siempre a la reflexión, de un modo u otro. Hace constar la existencia de la libertad creativa, de que hay muchas maneras de interpretar la realidad, y por lo tanto de que la coexistencia de diferentes formas de pensar no solo es posible, sino deseable. Es beneficiosa, nos amplía la mente y flexibiliza nuestros criterios. Nos muestra que no debemos dar nada por sentado, que es bueno hacerse preguntas, cuestionarse lo que vemos y lo que, en muchos casos, nos quieren hacer ver. N
—∞—
Para detalles de la exposición contactar: Galería O_LUMEN, Calle de Claudio Coello, 141, 28006, Madrid, 910 66 75 90. O visita esta página. Colaboración especial con BStudio.