Durante generaciones, los innovadores agricultores egipcios han desarrollado tipos de calabaza que se adaptan a las condiciones locales. Ahora, estas podrían verse amenazadas por las variedades que importan las corporaciones extranjeras que no fueron creadas en armonía con el entorno local.
Emad Mady, investigador en la Universidad de Massachusetts-Amherst, viajó a través del fértil Valle del Nilo. Ahí visitó a los agricultores tradicionales y recolectó semillas de distintos tipos de calabaza.
“Nuestra meta es determinar qué cultivares de calabaza se adaptan mejor a los entornos locales”, dijo Mady. “Y luego utilizarlos para fomentar la producción de calabaza en la agricultura egipcia”.
Mady es el autor principal de un artículo que aparece en la revista Molecular Biology Reports. En ese texto identifica las diferencias moleculares y bioquímicas entre nueve variedades distintas de calabaza cultivadas en el centro y noreste de Egipto.
El equipo de investigación cree que su estudio es vital para identificar las mejores variantes para conservación, así como avances que acaben con la inseguridad alimentaria alrededor del mundo.
Las calabazas se promocionan por sus beneficios para la salud, ya que suministran vitaminas A, B, C y E, así como proteínas y grasas nutritivas. También se cree que combaten las disfunciones reproductivas y el cáncer.
REQUIEREN MENOS AGUA Y RESISTEN LA SALINIDAD
El gobierno egipcio ha promovido su cultivo porque requieren menos agua que otras plantaciones, resisten la salinidad, y proveen muchos productos alimenticios. Las calabazas squash son icónicas en Egipto, donde es común una versión blanca y redonda.
Sin embargo, el trabajo de generaciones de agricultores independientes ahora podría estar amenazado por compañías agropecuarias inmensas que han introducido semillas extrañas no adaptadas a las condiciones locales, dijeron los científicos.
Estas nuevas variedades podrían poner en riesgo la sobrevivencia de las variedades nativas y complicar la seguridad alimentaria en un clima inestable.
Para el estudio, Mady trabajó con investigadores en la Universidad Al-Azhar y el Instituto de Investigación en Ingeniería Genética Agrícola, donde se pusieron a prueba las semillas que recolectó de los agricultores.
A nivel molecular y químico las pruebas identificaron el contenido de grasas, proteínas, humedad, carbohidratos y minerales de las variedades locales de calabaza, al igual que los marcadores genéticos particulares de cada variante.
CALABAZA ALTAMENTE NUTRITIVA
Al revisar el trabajo realizado en Egipto, el equipo en UMass Amherst y Springfield Technical Community College descubrió grandes variaciones en los valores nutricionales de las muestras estudiadas.
El equipo también halló que estas variedades, cultivadas por generaciones de campesinos, podrían convertirse en la base para producir calabazas altamente nutritivas que se adapten al entorno específico de Egipto.
“Uno de los grandes problemas para superar los retos que supone la seguridad alimentaria en el mundo es una colaboración internacional que pueda integrar conocimientos y recursos locales para conseguir cambios positivos.
“Esta investigación es un modelo de cómo una pequeña comunidad agricultora y la comunidad científica pueden trabajar juntas para resolver estas necesidades apremiantes”, dijo el coautor del estudio, Timothy Randhir, quien enseña conservación ambiental en la Universidad de Massachusetts Amherst.
Entre las compañías extranjeras que están ofreciendo semillas y otros productos a los agricultores egipcios están Rotam, Bayer, Seminis, US Agriseeds y Betaseed.
ALIMENTOS GENÉTICAMENTE MODIFICADOS
Bayer, cuya sede está en Alemania, adquirió a la estadounidense Monsanto por 66 billones de dólares. Monsanto había desarrollado semillas genéticamente modificadas que resisten herbicidas como el glifosato y la dicamba.
El glifosato a su vez fue desarrollado por Monsanto y vendido bajo la marca Roundup. En 2012, la gama de semillas de Monsanto incluía alfalfa, canola y betabel, conocidas como “roundup ready” porque son resistentes al herbicida que usan los agricultores para deshierbar.
Las controversias sobre los alimentos genéticamente modificados en los años 1990, y las tácticas legales que adoptaron compañías como Monsanto, dieron lugar a protestas masivas en las capitales del mundo. Y, finalmente, a un incremento en la regulación de alimentos y semillas modificados genéticamente.
Desde entonces, la marca Monsanto ha desaparecido y ahora sus productos se manufacturan bajo la marca Bayer. N
(Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek)