FELIPE Carrillo Puerto no tuvo herencia maya dentro de su familia. Sin embargo, vio y vivió la esclavitud laboral y sexual a la que la población maya estuvo sujeta en el sureste mexicano. Para él, los derechos de las personas mayas y la participación de la mujer en las decisiones políticas en la Península de Yucatán fueron parte de la lucha que emprendió.
Armando Batra, filósofo y especialista en sociología y desarrollo rural, ahonda en la revolución sureña en su reciente libro, Suku´un Felipe (Fondo de Cultura Económica, 2020), una biografía novelada de Felipe Carrillo Puerto, quien fuera gobernador de Yucatán y luchador incansable por la justicia social.
Batra explica que, en maya, “Suku´un Felipe” significa ‘El gran hermano Felipe’. Para él, novelar la biografía de Carrillo y su presencia en la revolución del sureste mexicano se debe a la importancia del proceso jurídico, político y social de la península de Yucatán y, en general, del sureste del país tras la Revolución Mexicana, en 1917.
“Tenemos más cosas que aprender de lo que sucedió en la península del sureste porque es más parecido a lo que pasa hoy en México”, comenta Armando Batra en entrevista con Newsweek México.
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En el libro, el filósofo abarca la manera en que Felipe Carrillo Puerto lucha por la libertad en Yucatán, por la democracia, por la justicia y los derechos de los mayas.
“No podía haber una lucha libertaria o justiciera. No podía haber un trabajo por la equidad, que no fuera reconocer los derechos de los pueblos mayas. Yucatán era mayoritariamente maya. Había mestizaje, había población criolla, la casta divina, la oligarquía gobernante, pero la mayor parte del pueblo era de la Península de Yucatán, de origen maya”, señala.
Felipe Carrillo Puerto no era maya, pero hablaba la lengua desde pequeño y sus discursos políticos y su toma de posesión los hizo en maya.
—¿Qué se destaca de la lucha libertaria que emprendió Felipe Carrillo Puerto?
—Destacaría que Yucatán es un pueblo que se organiza y empieza a luchar por reformas y por transformación democrática a través de organizaciones sociales, que en ese tiempo se conocían como ligas de resistencia; semejante a los sindicatos de trabajadores del campo, partidos políticos.
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—¿Qué destaca del trabajo político de Carrillo Puerto?
—Una de las cosas que trata de hacer durante los dos años que gobierna hasta que lo asesinan es desarrollar los ferrocarriles en la Península de Yucatán para que la población pudiera comunicarse y no únicamente sacar la penca o la fibra de henequén por el Puerto de Progreso, sino también, la movilidad de la población y el conocimiento de la Península de Yucatán por los que vivan en la península.
—¿Por qué un ferrocarril?
—En esa época, la idea que tenía Felipe Carrillo Puerto sobre los ferrocarriles es que facilitara el conocimiento de lo que apenas comenzaba a valorarse, que eran ruinas como Chichén Itzá, que en ese momento eran un montón de piedras, ni siquiera los propios mayas sabían qué significaba. Entonces, Felipe Carrillo Puerto dijo: “Son los restos de una civilización de la que ustedes son herederos, y esto hay que reconocerlo y esto te da dignidad e identidad”.
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—¿Qué hay de los derechos políticos de las mujeres en la península durante el gobierno de Carrillo?
—Hay que recordar que en México el derecho de la mujer a votar y ser votada se reconoce en 1950, pero 30 años antes en Yucatán las mujeres estaban ya planteando el derecho que tenían de votar y a ser votadas. La Constitución no lo prohibía, ellas iban a votar y a ser votadas, mujeres como Elvia Carrillo Puerto fueron diputadas, otras participaron en gobiernos municipales.
“Por otro lado, el derecho al divorcio para cualquiera de los dos cónyuges que lo solicitara y el reconocimiento de la mujer como dueña de su propio cuerpo. Tenían el derecho a decidir si se embarazan o no. Incluso el derecho a decidir si quería tener relaciones sexuales con el marido porque, si no se le permitía decidir sobre esto, en sí era una violación.
“Cuando digo que hubo un fuerte feminismo en el movimiento revolucionario de la Península de Yucatán — continúa Armando Batra—, particularmente el estado de Yucatán, que era una idea muy fuerte dentro del Partido Socialista del Sureste y del que era muy consciente Felipe Carrillo Puerto como parte importante de su gobierno, no quiero decir que el tema de la desigualdad, de la opresión, de la violencia sobre las mujeres se hubiera resuelto”.
—¿Con qué se queda, de Felipe Carrillo Puerto, tras escribir este libro?
—Me quedo con la sensibilidad social. Es un hombre de Motul, Yucatán, que su infancia y juventud vivieron el sometimiento del pueblo maya y del pueblo indígena. Su familia era de comerciantes. La experiencia vivida de la injusticia es la que lo lleva a planteamientos revolucionarios, era un hombre que leía, era un hombre culto que solo estudió la primaria, pero conocía mucho de historia. El motivo de su revolución fue la injusticia social vivida. N