Los glaciares son fundamentales para el medioambiente. Además de proveer agua y combatir las sequías, miden las variaciones del clima planetario. En México, el Iztaccíhuatl acaba de perder uno más.
“AYOLOCO” es una palabra náhuatl que deriva de atl (agua), yólotl (corazón) y co (lugar). Su significado podría ser “en el corazón del agua” o “lugar donde se origina el agua”. Un nombre bastante atinado para un glaciar.
Este en particular fue uno de los más emblemáticos de los 11 que se ubicaban en el volcán Iztaccíhuatl, la tercera montaña más alta del país. El glaciar de Ayoloco era conocido y transitado por los montañistas por su fácil acceso. Ya no existe más.
En ese volcán aún quedan tres glaciares. Los de su vecino, el Popocatépetl, se declararon extintos en 2001 debido a la actividad volcánica. Mientras, El Pico de Orizaba también se deshiela lentamente.
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El derretimiento de los glaciares es la alerta de que el cambio climático existe y los esfuerzos por detenerlo aún son insuficientes. En abril pasado, los anuncios sobre la pérdida de esas enormes masas de hielo se presentaron a escala mundial y nacional para advertir sobre la importancia de estos sistemas gélidos para calibrar las consecuencias del calentamiento global.
La Organización Meteorológica Mundial (WMO) publicó que, en 2020, la temperatura media del planeta fue de aproximadamente 1.2 grados centígrados por encima del nivel registrado antes de la industrialización internacional. El organismo también advirtió que la cifra se encuentra “peligrosamente cerca” del 1.5 grados centígrados que, durante décadas, los científicos han advertido como el límite para evitar los peores impactos del cambio climático.
Con 40 años trabajando como especialista en glaciares mexicanos, Hugo Delgado Granados explica que “el clima ha tenido una transformación tan importante que los eventos extremos son cada vez más frecuentes y devastadores”. Se refiere a tornados, incendios y huracanes más fuertes y en latitudes donde no se presentaban. Presas secas y tormentas con granizo cada vez más grande.
“Si los tomadores de decisiones no ven que con esto hay daño a las economías no veo cómo convencerlos para que inviertan en ciencia para que tengamos mayor conocimiento”, comenta el científico, quien el 22 de abril pasado escaló el volcán Iztaccíhuatl para colocar una placa que consigna oficialmente extinto el glaciar Ayoloco.
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En la placa metálica se lee: “A las generaciones futuras. Aquí existió el glaciar Ayoloco y retrocedió hasta desaparecer en 2018. En las próximas décadas los glaciares mexicanos desaparecerán irremediablemente. Esta placa es para dejar constancia de que sabíamos lo que estaba sucediendo y lo que era necesario hacer. Solo ustedes sabrán si lo hicimos”.
Delgado Granados es investigador del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM. Explica que todos los sistemas acuíferos se interconectan, por lo que, al disminuir la recarga de las montañas, se pierde la capacidad de filtración de agua al subsuelo y se reduce el aporte hídrico para las poblaciones cercanas.
“Los glaciares en zonas montañosas proveían de agua en época de secas. No había precipitación, pero había agua. Esa agua ya no existe”, dice en entrevista con Newsweek México.
En los últimos años, han sido innumerables las advertencias de los científicos sobre la importancia de los glaciares. Este año, los pronunciamientos de los líderes mundiales comenzaron a ser más contundentes. Ante los reportes del aumento en la temperatura mundial, António Guterres, secretario general de la ONU, lanzó un demoledor “estamos al borde del abismo”.
El nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se ha pronunciado públicamente por impulsar esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y cumplir los objetivos del histórico Acuerdo de París de 2015, firmado por todos los países representados en la ONU. Sin embargo, a seis años, cada nuevo año ha sido cada vez más caluroso y la década que comienza en 2021 inicia como la más caliente de la historia.
Delgado Granados señala que los glaciares son importantes para regular el clima. “Son los elementos que permiten observar las variaciones climáticas a escala global. Eso quiere decir que, si la temperatura media anual en todo el globo disminuye, los glaciares crecen y se hacen más grandes y avanzan. Por el contrario, si retroceden quiere decir que la temperatura en todo el globo está retrocediendo. Son una especie de instrumentos muy sensibles que permiten observar las variaciones del clima”, comenta.
México está en la ruta de perder sus glaciares. Los científicos han reportado que disminuyeron durante el siglo XX y sus afectaciones se han acelerado en las últimas dos décadas.
Los glaciares son manifestaciones de bajas temperaturas. Tienen un régimen de alimentación y de pérdida. La primera se da por encima de una llamada “línea de equilibrio”. Cuando hay precipitación sólida por encima de esa línea, entonces el glaciar crece. Lo que ha ocurrido con los glaciares de los volcanes del valle de México es que se encuentran debajo de esa línea de equilibrio a los 5,250 metros de altura. En el caso del Pico de Orizaba —5,670 metros de altura—, esa línea aún permite la recarga del glaciar.
Vulcanólogo, geólogo y montañista, Delgado Granados comenta que esa altitud da más tiempo al sistema para subsistir. “Pero tampoco va subsistir por más tiempo”, ataja. “Tal vez desaparezcan en el transcurso de la siguiente o las siguientes dos décadas”.
¿EL CAMBIO CLIMÁTICO NO EXISTE?
Es del dominio público que el expresidente estadounidense Donald Trump retaba la existencia del cambio climático. En 2018, desde la Casa Blanca, dijo que los casquetes polares estaban “estableciendo récord” de crecimiento. Los científicos escucharon desconcertados esas declaraciones, cuando sus mediciones revelan que, desde los Alpes hasta los Andes, gran parte del hielo del mundo se está derritiendo.
“Es un problema cuando tomadores de decisión importantes tiene una influencia tan grande como el caso de Donald Trump. Afortunadamente, el nuevo presidente de Estados Unidos ya está tomando medidas en el asunto. Es posible que con el impulso de Biden se anime a otros países a reducir la cantidad de gases de efecto invernadero”, comenta Delgado Granados.
La plática con el experto se da, precisamente, a la mañana siguiente de que se derrumbara un tramo de la Línea 12 del metro de la Ciudad de México. La tragedia provocó una avalancha de críticas contra los funcionarios públicos que tuvieron a su cargo la obra de uno de los sistemas de transporte calificados como efectivos para recorrer grandes distancias, con bajo impacto al medioambiente, en una ciudad tan extensa como la capital mexicana.
Los cuestionamientos por haber impulsado segundos pisos viales, en vez de privilegiar transporte público que se desplace en carriles confinados, han sido reiterados para el valle de México, desde donde a veces se puede ver el paisaje de los volcanes cuyos glaciares ceden ante los estragos de los gases de efecto invernadero.
“Uno de los puntos que es fundamental discutir, en México, a escala del gobierno federal, es que el mecanismo de los combustibles fósiles no tiene demasiado futuro. En ese sentido, es importante que veamos hacia adelante; en vez de seguir fomentando un Pemex, mejor impulsemos ‘Solmex’, la energía solar mexicana, donde tendríamos un potencial enorme”, propone Delgado Granados.
“Hay muchas posibilidades. Hace tiempo había un desarrollo de investigación muy importante en estas áreas. México podría convertirse en una potencia de energía limpia, de fuentes alternativas que contaminan mucho menos”, dice.
“El calentamiento global tiene como base la emisión de gases de efecto invernadero. La política pública tendría que estar encaminada a evitar el uso o disminuir el uso de combustibles fósiles, ya sea en carbón, el petróleo y sus derivados; productos sumamente contaminantes como el combustóleo y migrar a otras alternativas energéticas como la geotérmica, la energía solar, eólica, de marea. Hay varias formas”, añade el investigador.
“Los tomadores de decisiones tienen dos tareas: incrementar la investigación científica en esa área y la inversión tecnológica para el aprovechamiento de esos recursos, así como políticas públicas para el uso de esas energías. Sumado a beneficios fiscales para que se usen autos eléctricos o híbridos en vez de autos de combustión”, completa.
GLACIARES ARTIFICIALES
La importancia del deshielo para las comunidades que viven al pie de una montaña es tan importante que, desde 2017, comenzaron a verse casos de investigadores asesorando a comunidades, en el norte de India, para construir glaciares artificiales que se derriten en la primavera y se convierten en fuente de agua para los campesinos.
La tecnología es simple. El agua que no se utiliza durante el invierno se canaliza a través de tuberías enterradas para evitar que se congele. Estos tubos desembocan en un punto donde son levantados de manera vertical y, debido a la diferencia de altura, temperatura y a la fuerza de gravedad, la presión aumenta y el agua finalmente brota como si fuera una fuente. Las heladas temperaturas del aire la congelan formando una pirámide.
Aunque se trata de una solución temporal, son técnicas que se enseñan a las nuevas generaciones desde muy pequeñas.
En la charla con el investigador de la UNAM se hace referencia a que los beneficios que aportan los glaciares ya no deben ser inadvertidos. Además de ofrecer agua, también impactan en la temperatura, pues el color blanco de la nieve y del hielo reflejan la radiación solar. “Cuando desaparecen estas masas solo queda la roca desnuda que, en vez de reflejar la radiación, la absorbe”, explica.
En los últimos dos millones de años, el planeta experimentó cuatro glaciaciones importantes. Fueron esas eras del hielo en las que se formaron enormes cuerpos gélidos. En México había glaciares en el Ajusco, en las sierras de Las Cruces y la Nevada. La fundición de ese hielo originó el sistema lacustre que encontraron los antiguos mexicanos, en el valle de México. El Lago de Texcoco y los canales de Xochimilco se llenaron con el agua que provenían de los glaciares.
Ahora la realidad es distinta, dominada por la crisis hídrica de la que los científicos no han dejado de alertar continuamente desde hace décadas. “Muchas cosas no las vamos a cambiar. Lamentablemente. El sistema natural ha sido modificado de manera importante, pero ahora no hay que pensar en cómo regresamos, sino cómo detenemos los efectos que tenemos sobre el clima”, plantea Delgado Granados.
“Las generaciones que nos siguen tendrán que aprender, tendremos que educarlas para afrontar las nuevas condiciones, para que la vida sea más llevadera”, dice.
“El cambio climático, al no tener condiciones para vivir, a quien afecta no es al planeta, sino a la especie humana. Necesitamos esa conciencia de que cuidar el ambiente es una tarea fundamental de sobrevivencia. Lo que nos estamos jugando es la permanencia de la especie sobre la faz de la tierra”, expresa.
SEQUÍA AZOTA A MÉXICO
En marzo de 2021, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) reportó que las presas de agua mexicanas presentaron uno de los niveles más bajos en la historia de este registro, que comenzó en 1941.
Esta reducción, que representa el 46.2 por ciento del almacenamiento de precipitaciones, se debe al déficit de lluvias que ha habido desde 2020, cuando se registró una disminución de 3 por ciento en comparación con la media. A ello se sumó la demanda adicional de agua debido a la pandemia por covid-19, principalmente en regiones con grandes concentraciones poblacionales.
Las zonas más afectadas por los efectos de sequía se ubican en el noroeste y el norte del país y en Guanajuato, Michoacán, Guerrero y en la costa norte de Oaxaca, Según la Conagua.
“Si bien la sequía y la escasez de agua no significan lo mismo —ya que la primera se refiere a precipitaciones por debajo del promedio durante varios meses o años—, la población y los sectores productivos han contado con agua suficiente para cubrir la demanda de sus actividades”, señaló la directora general de la Comisión, Blanca Jiménez Cisneros.
Durante lo que va de 2021, la Conagua ha distribuido 38.9 millones de litros de agua potable mediante camiones cisterna a 112,517 habitantes en situación de vulnerabilidad de entidades que lo han solicitado.
La Conagua también ha apoyado en el combate de incendios forestales a través de dos helicópteros que realizan descargas de precisión. Hasta este año, ha hecho 1,600 descargas de líquido retardante, lo cual equivale a 1.5 millones de litros, efectuadas en Coahuila, Morelos, Nuevo León y Oaxaca. N