La Casa Blanca y sus aliados preparan una serie de amenazantes planes de contingencia para las elecciones en Estados Unidos y los días posteriores.
Cada vez más parece que Joe Biden puede derrotar al presidente Donald Trump. El presidente parece más y más desfasado con el ánimo nacional, desde su manejo de la pandemia hasta su respuesta a la vigilancia policial con sesgo racista, sin mencionar una amplia gama de otros problemas. Incluso en estados en disputa clave, Trump está perdiendo terreno.
Para Trump, hay dos caminos amplios para mantenerse en el poder. Primero, ya podemos ver una estrategia diseñada para limitar la asistencia de los votantes con la purga en los padrones electorales de grandes cantidades de votantes principalmente urbanos; acciones para limitar las boletas por correo, que son necesarias hoy más que nunca, a causa del COVID-19; un aparato reelectoral que entrena a 50,000 observadores de casilla con el propósito de objetar el derecho al voto de los ciudadanos el Día de las Elecciones, y acciones importantes para hacer de la votación presencial en las áreas urbanas algo tan engorroso como sea posible con el fin de tener filas largas que disuadan a la gente de ejercer su derecho al voto.
El segundo camino para subvertir la elección es todavía más amenazante, pero debemos estar al tanto de este porque Trump ya está haciendo los preparativos para que, aun cuando pierda el voto popular, e incluso pierda en los estados en disputa clave y necesarios para una victoria en el Colegio Electoral, él siga siendo presidente.
Esta primavera, HBO transmitió The Plot Against America, basada en la novela de Philip Roth sobre cómo un presidente autoritario podría hacerse con el control del gobierno de Estados Unidos usando facultades de emergencia que nadie podría prever. Reportes de prensa recientes han revelado la recopilación hecha por el Centro Brennan, de la Universidad de Nueva York, de una lista extensa de facultades presidenciales de emergencia que podrían invocarse de manera inapropiada en una crisis de seguridad nacional. Se cree ampliamente que el procurador general William Barr está desarrollando un dictamen del Departamento de Justicia argumentando que el presidente puede ejercer facultades de emergencia en ciertas situaciones de seguridad nacional, exponiendo a su vez que las cortes, siendo extremadamente renuentes a intervenir en una emergencia de seguridad nacional, le permitirían al presidente proceder sin freno alguno.
Algo como la siguiente situación hipotética no solo es posible, sino cada vez más probable, porque está en claro que Trump hará lo que sea para evitar el apodo que odia más que cualquier otro: “perdedor”.
Trump en realidad tuiteó el 22 de junio: “Elección de 2020 manipulada: millones de boletas serán impresas por países extranjeros, y otros. ¡Será el escándalo de nuestra época!” Con esto, Trump empezó los preparativos para un proceso mediante el cual se aferre a la presidencia después de perder claramente la elección.
¿QUÉ HARÍA ENTONCES?
Supongamos que Biden gana el voto popular y vence en los estados en disputa clave, Arizona, Wisconsin, Michigan y Pennsylvania, con márgenes decentes, pero no abrumadores.
Tras despotricar contra los chinos a lo largo de la campaña, llamando a Biden “suave con China”, Trump inmediatamente declara que la votación fue manipulada, que hubo fraude en las boletas por correo y que los chinos estaban detrás de estas y otros “delitos electorales” en los estados en disputa que le dieron a Biden su victoria.
Al llamar esto como un problema importante de seguridad nacional, Trump invoca sus facultades de emergencia, instruyendo al Departamento de Justicia para que investigue la supuesta actividad en los estados en disputa. La justificación legal de las facultades presidenciales que él invoca ya fue desarrollada y emitida por Barr.
La investigación está diseñada para controlar el reloj con miras al 14 de diciembre, la fecha límite cuando se deben nombrar los electores del Colegio Electoral de cada estado. Este es el asunto sobre el cual insistió la Suprema Corte en Bush vs. Gore, dictaminando que el proceso electoral tenía que concluirse, prohibiendo así que continuara el conteo de las boletas de Florida.
Los cuatro estados en disputa tienen cámaras altas y bajas controladas por republicanos en sus legislaturas. Esas legislaturas se niegan a permitir que se certifique cualquier lista del Colegio Electoral hasta que se complete la investigación de “seguridad nacional”.
Los demócratas habrán iniciado una acción legal para certificar los resultados en esos cuatro estados, y el nombramiento de la lista de electores por Biden, argumentando que Trump fabricó una emergencia de seguridad nacional con el fin de crear caos.
El asunto llega a la Suprema Corte, la cual, al contrario de la elección de 2000, no decide la elección en favor de los republicanos. Sin embargo, indica de nuevo que se debe cumplir la fecha límite para el Colegio Electoral el 14 de diciembre; que las facultades de seguridad nacional del presidente lo autorizan legalmente a investigar una intrusión potencial de un país extranjero en la elección nacional, y si no se puede certificar ninguna lista del Colegio Electoral en algún estado para el 14 de diciembre, el Colegio Electoral debe reunirse de todas formas y emitir sus votos.
El Colegio electoral se reúne, y sin la representación de los electores de esos cuatro estados, ni Biden ni Trump tiene votos suficientes para obtener una mayoría del Colegio Electoral.
La elección es conferida a la Cámara de Representantes, conforme a la Constitución. Bajo el proceso constitucional relevante, la votación en la Cámara se hace por delegación estatal, donde cada delegación emite un voto, el cual es determinado por la mayoría de los representantes en ese estado.
¿HIPÓTESIS DESCABELLADA? ¡NO!
Actualmente, hay 26 estados que tienen una delegación con mayoría republicana en la Cámara. 23 estados tienen una delegación con mayoría demócrata. Hay un estado, Pennsylvania, que tiene una delegación dividida por partes iguales. Incluso si los demócratas obtuvieran escaños en Pennsylvania y retuvieran todas sus victorias en la Cámara de 2018, los republicanos tendrían una mayoría de 26 delegaciones contra 24. Este voto le permitiría a Trump conservar la presidencia.
No podemos permitirnos el creer que esta es una situación hipotética descabellada. Acabamos de ver a Trump amenazar con invocar facultades de emergencia bajo la Ley de Insurrección de 1807 para llamar a las fuerzas militares estadounidenses contra manifestantes locales. La apología notable del general Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto, declarando que era erróneo crear la percepción de que las fuerzas militares se involucrarían directamente en una protesta política local e intervenir contra ciudadanos estadounidenses, subraya el uso corrupto de los poderes ejecutivos que Trump está dispuesto a emplear. Como dijo recientemente Fareed Zakaria al resumir las lecciones del nuevo libro de John Bolton, exasesor de seguridad nacional: “Donald Trump pagará cualquier precio, hará cualquier acuerdo, violará cualquier regla, para asegurar su propia supervivencia y éxito”.
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Entonces, ¿qué podemos hacer como ciudadanos frente a la realidad latente de The Plot Against America? Debemos “desvelar” esta situación hipotética, y hacerlo sonora y consistentemente. Tenemos un imperativo de construir un “cortafuegos del pueblo” que llegue a lo más recóndito del país y refleje la repugnancia pública ante el potencial de que Trump mine todo nuestro sistema democrático de gobierno.
Nancy Pelosi, la portavoz de la cámara de Representantes, debería pedirles inmediatamente a los Comités Judicial, de Comercio, de Servicios Armados y de Inteligencia que lleven a cabo audiencias sobre qué medidas se pueden tomar para salvaguardarnos contra este escenario, sobre todo cómo confrontar cualquier invocación de facultades de emergencia por parte del presidente.
Necesita haber una muestra en todos los niveles de la sociedad de que esto no será tolerado, desde funcionarios del gobierno y legisladores hasta asociaciones civiles y grupos de derechos civiles; empresas y sindicatos, quienes tienen que aceptar el caos económico que resultaría de este tipo de golpe; abogados, académicos y grupos estudiantiles con experiencia en resistirse a las políticas del gobierno y, por supuesto, las voces editoriales de la prensa, local y nacional.
La resistencia reciente de nuestra clase militar es una señal alentadora y un componente necesario del “cortafuegos del pueblo”. El presidente tiene que saber que habrá una resistencia abrumadora a cualquier caos postelectoral para minar nuestro orden constitucional. Él debe saber que el “cortafuegos del pueblo” no cederá a la ilegalidad. Él tiene que ser confrontado con la realidad de que The Plot Against America debe seguir siendo una obra de ficción.
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Timothy E. Wirth fue senador federal por Colorado. Tom Rogers es editor itinerante de Newsweek, fundador de CNBC y colaborador de CNBC. También estableció MSNBC, fue director ejecutivo de TiVo, actualmente es presidente ejecutivo de Engine Media y fue alto consejero de un comité congresista. Las opiniones expresadas en este artículo son propiedad de los autores.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek