Cuando el estado de Kerala, en el suroeste de India, registró el primer caso de coronavirus en el segundo país más poblado del mundo, todo parecía indicar que la suerte no estaría a su favor frente a la inminente pandemia.
Es un estado con fronteras porosas, un gran número de trabajadores migrantes y una economía dependiente de las remesas de una enorme población expatriada -particularmente en los países del Golfo Persa- que continuamente está entrando y saliendo del país.
Tiene además cientos de estudiantes en China y recibe más de un millón de turistas extranjeros al año.
Fue el 27 de enero cuando la primera persona con COVID-19 arribó en vuelo procedente de Wuhan. A partir de entonces, el número de infectados empezó a crecer ininterrumpidamente y se convirtió en un foco de la infección.
Cuatro meses después, sin embargo, cuando la infección va en aumento en todo India, este estado de 35 millones de habitantes ha logrado aplanar la curva de la propagación de coronavirus registrando apenas 524 casos confirmados y sólo cuatro muertes, según el Ministerio de Salud de Kerala.
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Anticipación
Mucho tiene que ver con lo alerta y atento que se ha mantenido el estado. El 25 de marzo, Kerala impuso el confinamiento de su población, un día antes de que se estableciera a nivel nacional.
Inició una estrategia rigurosa de rastreo de contactos usando detallados “mapas de ruta” de las personas que llegaban del exterior y estableció centros de atención para COVID-19 en todos los distritos para acomodar a los extranjeros que se vieron varados en el estado y bajo recomendación de aislarse.
Trabajadores de la salud brindaron apoyo a las personas ancianas que vivían solas y las que tenían necesidades especiales. Terapeutas hicieron cientos de miles de llamadas al personal que trabajaba en las áreas afectadas para asesorarlos en cómo manejar el estrés.
No se trata de que Kerala estuviera haciendo muchísimas pruebas para coronavirus, dice Soutik Biswas, el corresponsal de la BBC en India.
Las pruebas estaban dentro de lo limitado por los protocolos federales. Más de una docena de laboratorios realizan 800 pruebas diarias.
Pero lo que realmente ha hecho la diferencia, según los expertos, es el robusto sistema de salud pública de Kerala y la cultura de una pujante democracia afincada en las bases y con el poder delegado efectivamente en los concejos comunales.
Los concejos están constituidos por funcionarios elegidos y representan el nivel más bajo en la estructura de gobierno en India.
“Estábamos preparados desde el puro principio. Nos dimos cuenta de que la tormenta se avecinaba. Así que empezamos a construir nuestras defensas”, declaró a la BBC Shahina Saleem, presidenta del concejo comunal de Chengala, una aldea de unos 66,000 habitantes dedicados a la agricultura.
El ejemplo de Chengala se repite a lo largo del estado, informando eficientemente a la comunidad, estableciendo un riguroso rastreo de contactos e imponiendo la cuarentena masiva de la población.
El gobierno comunista emite múltiple información todos los días sobre el desarrollo de la situación, señalan los analistas.
Ministra estrella
A la cabeza de este sistema se encuentra KK Shailaja, la ministra de Salud de Kerala, miembro del Partido Comunista de India.
Tres días después de oír sobre el nuevo virus en China, Shailaja convocó una reunión de su equipo de respuesta rápida.
Establecieron una oficina de control central y 14 a nivel de control distrital. Para cuando el primer caso llegó en un avión de China, el estado ya había adoptado los protocolos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS)de pruebas, rastreo, aislamiento y apoyo.
A los pasajeros que llegaban de China se les tomaba la temperatura y los que tuvieran fiebre se aislaban en un hospital cercano. El resto de los pasajeros eran puestos en cuarentena.
Con la propagación del virus, los equipos de vigilancia rastreaban a los posibles infectados y sus contactos con la ayuda de publicidad y a través de redes sociales.
Así se pudo contener la enfermedad hasta que se suspendieran todos los vuelos al estado e India entrara en confinamiento a nivel nacional.
En el auge de coronavirus en Kerala, 170,000 personas fueron puestas en cuarentena, bajo estricta vigilancia y visitadas por trabajadores de la salud.
Las que no tenían baño en casa fueron acomodadas en unidades de aislamiento improvisadas, con el costo asumido por el gobierno. Esa cifra se ha reducido a 21,000.
El gobierno local también acomodó y alimentó a 150,000 trabajadores migrantes de estados vecinos que se encontraron varados en Kerala, según manifestó KK Shailaja al diario británico The Guardian. Esos trabajadores están ahora siendo enviados a sus casas en trenes fletados.
Inversión en salud y educación
Esta respuesta obedece al modelo político y económico de Kerala, establecido desde hace más de medio siglo. Desde los años 60, el estado ha sido gobernando por partidos de izquierda, entre ellos el comunista, actualmente en el poder, que desde finales de los años 50 se comprometió a respetar y participar en elecciones.
El modelo se fundamenta en una reforma agraria que, a través de legislación aumentó la tenencia de tierras para los agricultores, la descentralización del sistema de salud pública y una inversión en la educación pública.
Cada aldea tiene un centro de atención de salud primaria y hay hospitales a cada nivel administrativo, así como 10 universidades médicas.
Kerala goza de la más alta expectativa de vida y la más baja mortalidad infantil de todos los estados en India, siendo uno de los más pobres.
El sistema de salud, funciona a tres niveles con hospitales de gobierno, es el resultado de más de medio siglo de un legado de inversión en cuidados de salud. “Kerala ha invertido en salud y educación más que la mayoría de los estados en India”, señaló a la BBC el economista Jakob John.
Al mismo tiempo, es el estado más alfabetizado (se calcula en un 95%). Shailaja dijo a The Guardian que ese nivel de alfabetización le permite al pueblo entender por qué debe permanecer en cuarentena. “Se les puede explicar”.
“Los concejos comunales se encargaron de hacer cumplir y monitorear la cuarentena masiva con el consentimiento de la población”, dijo a la BBC B Ekbal, un neurocirujano y jefe del panel de expertos que asesora al gobierno indio sobre la prevención del virus.
Por otra parte, el doctor John cree que la delegación de poder en Kerala -de gobierno local, a concejos comunales, a municipios atentos- ha ayudado al estado lidiar con dos inundaciones consecutivas y un brote del agresivo virus nipah, en los últimos tres años.
Preparación
En 2018, Kerala fue golpeado por la infección viral nipah, altamente contagiosa que causa problemas respiratorios agudos y encefalitis mortal.
Esa epidemia, dice Shailja, la preparó para COVID-19, porque se dio cuenta de que la manera de enfrentar una enfermedad altamente contagiosa sin cura ni vacuna era tomándola en serio y haciendo los preparativos necesarios.
A pesar de que Kerala ha logrado mantener el brote de coronavirus bajo control, con el 70% siendo de población externa, no se puede declarar victoria.
El estado tiene una de las tasas más altas en enfermedades contagiosas y la llegada de las lluvias monzón, en junio, generalmente desata un auge de enfermedades como la influenza, el dengue y una forma de tifo.
La fiebre es un síntoma común de estas enfermedades y eso podría complicar el diagnóstico de COVID-19, advierten los doctores.
Además, con el levantamiento gradual del confinamiento, se incrementará el flujo de trabajadores migrantes y expatriados. Eso implica mayores recursos para la vigilancia que tendrán un costo económico.
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