Nueva York está probando un posible tratamiento para personas infectadas por el coronavirus: el plasma convaleciente, una técnica centenaria que consiste en tomar anticuerpos de la sangre de un individuo que ha sobrevivido a una enfermedad -en este caso, COVID-19- y transferirlos a otra persona infectada.
Andrew Cuomo, gobernador del estado de Nueva York, anunció un ensayo clínico con plasma convaleciente, el cual se llevaría a cabo con pacientes que se encuentren graves por el coronavirus. “Diversas pruebas demuestran que, al inyectar anticuerpos, el sistema inmunológico de la persona recibe un nuevo estímulo y favorece su respuesta para combatir la enfermedad”, informó Cuomo durante una conferencia de prensa.
“Debo insistir en que es, meramente, un ensayo clínico, y que estará dirigido a individuos que hayan desarrollado cuadros graves. Sin embargo, el Departamento de Salud del Estado de Nueva York está trabajando en este asunto con algunas de las mejores organizaciones sanitarias de Nueva York y, al parecer, es una estrategia prometedora, así que empezaremos el estudio esta semana”.
Con más de 190 muertes, Nueva York es el estado de la Unión Americana más afectado por COVID-19. Deborah L. Birx, coordinadora del equipo de respuesta al coronavirus por parte de la Casa Blanca, dijo a la prensa que la “tasa de ataque” del virus en el estado de Nueva York es cinco veces más alta que en otras partes de Estados Unidos.
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Según la NBC, los funcionarios de salud neoyorquinos esperan obtener mañana (miércoles 25 de marzo) la autorización necesaria para dar inicio al ensayo clínico. En una declaración relacionada para dicha cadena televisiva, un portavoz de la Agencia para Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) aseguró que la dependencia está haciendo esfuerzos para “agilizar el desarrollo y la disponibilidad” del tratamiento propuesto.
¿En qué consiste la terapia con plasma convaleciente?
El plasma que proporciona un convaleciente -una persona que se ha recuperado de una enfermedad- contiene anticuerpos que pueden combatir ese padecimiento específico. El plasma con anticuerpos se extrae de la sangre de un paciente en recuperación y, al inyectarlo en otra persona que aún presente la enfermedad, ayuda a que el cuerpo del segundo paciente produzca los mismos anticuerpos y combata el virus.
Administrada por primera vez en la década de 1890, esta terapia se utilizó durante muchos años para contener varios brotes de enfermedad hasta que, en la década de 1940, comenzaron a desarrollarse sustancias capaces de matar o frenar el desarrollo de los microbios, lo que conocemos como antimicrobianos o antibióticos.
El plasma convaleciente se usó a principios del siglo XX durante brotes de enfermedades infecciosas como sarampión, paperas e influenza. Sin embargo, en años más recientes volvió a utilizarse durante la epidemia H1N1 de 2009, así como en el brote de Ébola ocurrido en África occidental en 2013, cuando esta intervención salvó las vidas de dos pacientes. De hecho, después de aquel brote de Ébola, la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió lineamientos para aplicar esta estrategia al tratamiento del Ébola, afirmando que el reducido grupo en que fue utilizada arrojó “resultados prometedores”.
Plasma convaleciente para COVID-19
La idea de recurrir a esta estrategia para tratar la enfermedad causada por el nuevo coronavirus fue concebida por los doctores Arturo Casadevall, de la Universidad Johns Hopkins, y su colega Liise-anne Pirofski, de la Escuela de Medicina Albert Einstein, en la Ciudad de Nueva York, quienes publicaron un comentario editorial en la edición de marzo de la revista The Journal of Clinical Investigation, sugiriendo que este tipo de intervención podría ser de mucha utilidad.
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Los investigadores estudiaron el tratamiento desde la perspectiva histórica y hallaron pruebas anecdóticas de que condujo a la prevención de varios brotes epidémicos y sin ocasionar efectos secundarios conocidos. “Aunque cada enfermedad y epidemia viral es distinta, estas experiencias proporcionan precedentes históricos importantes que son tanto tranquilizadores como útiles, sobre todo ahora que la humanidad está enfrentando la pandemia de COVID-19”, escribieron.
En su comentario, Casadevall y Pirofski explicaron cómo funcionaría el tratamiento en el caso de COVID-19, e hicieron hincapié en que el factor más importante era la implementación en el momento justo, pues la intervención podría producir mejores resultados en individuos que estén manifestando síntomas incipientes.
Ahora bien, los científicos no sugieren que deba usarse plasma convaleciente para frenar la diseminación del virus. Por el contrario, lo que proponen es usarlo para tratar a las personas que tienen mayor riesgo de adquirir la enfermedad. “En estos momentos, los individuos más amenazados son enfermeras, médicos y primeros respondedores, todos los cuales están expuestos a casos de COVID-19 conocidos o no; a individuos que han desarrollado la enfermedad; y a quienes se encuentran en cuarentena. De resultar contagiados, colapsaría todo el sistema de atención de la salud”, agregaron Casadevall y Pirofski. “La expectativa es que el suero [plasma] convaleciente prevenga la infección por SARS-CoV-2 en las personas inoculadas. Si esto llega a demostrarse, los individuos que reciban plasma convaleciente podrán evitar un periodo de cuarentena, y esto les permitirá seguir cumpliendo con su función crítica como proveedores de salud”.
En una entrevista con The Hub, el portal de noticias de la Universidad Johns Hopkins, Casadevall conjeturó que el tratamiento podría empezar a administrarse en cuestión de unas pocas semanas porque, al estar fundamentado en las prácticas actuales para las donaciones de sangre, “su implementación no requeriría de investigaciones ni de desarrollo”.
¿Dará resultado?
Esta terapia ha tenido éxito en brotes de otras enfermedades. Aun así, no hay certeza de que sea igual de eficaz para COVID-19. En febrero, el medio estatal Xinhua News Agency informó que un equipo de científicos chinos hizo un ensayo clínico del tratamiento con 245 enfermos de coronavirus, de los cuales, 91 manifestaron una mejoría de sus síntomas.
A principios de marzo, la empresa japonesa Takeda Pharmaceutical Company Limited también anunció que estaba desarrollando una terapia plasmática para COVID-19: “Las terapias derivadas del plasma son intervenciones críticas que se utilizan para salvar las vidas de miles de personas de todo el mundo que padecen de enfermedades raras y complejas”, declaró Chris Morabito, director de investigaciones y desarrollo en la Unidad Empresarial para Terapias Derivadas del Plasma, en Takeda.
Al comentar sobre la posibilidad de utilizar plasma convaleciente para tratar COVID-19, el Dr. Cedric Ghevaert, profesor titular de la cátedra de Medicina de Transfusión, en la Universidad de Cambridge, Reino Unido, y consultor en hematología del Sistema Nacional de Salud de Gran Bretaña (NHS), dijo que la estrategia de Casadevall y Pirofski podría funcionar, “al menos en principio”, ya que, en su opinión, el proyecto “no aborda” muchos otros aspectos. En su declaración para Newsweek, precisó: “Dada la acelerada diseminación de la pandemia, bien podría ser demasiado tarde para iniciar acciones de recolección [de plasma], distribución, control de calidad, dosificación y todo lo demás”, concluyó.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek