La realeza británica ofrece un nuevo drama con más giros de trama que el episodio más jugoso de The Crown, la exitosa serie de Netflix que narra la vida de la reina Isabel II. La diferencia es que el novelón de vida real debiera llevar el título de Trono de lobos, ya que el elenco y la historia rivalizan con la telenovela más apasionante.
Empecemos con Andrés, el segundo hijo varón de la reina, cuya implicación en un escándalo sexual —con jovencitas menores de edad y un traficante de blancas estadounidense que se suicidó en prisión— lo forzó a conceder una entrevista a la televisión británica para reparar su reputación (un fracaso estrepitoso).
Después tenemos al hermano mayor: Carlos, heredero al trono, quien —según se dice— utilizó su influencia entre bastidores para que el hermano en desgracia fuera despojado de su papel en la familia real, y así consolidar su poder personal y el de sus hijos.
Otro personaje interesante es el duque de Sussex, mejor conocido como Harry, quien ha tenido fuertes desacuerdos con su hermano Guillermo, y quien —junto con su esposa, la exactriz estadounidense Meghan Markle—, no ha tenido empacho en despotricar públicamente sobre las exigencias emocionales de la vida monárquica. Eso sí, viajando en aviones privados y generando enormes gastos a los contribuyentes británicos para renovar su “vivienda”. (A pocos días de comenzado 2020, Harry anunció que él y su esposa se apartarían de sus funciones en la realeza: “Tenemos la intención de dar un paso atrás como miembros séniores de la familia real y trabajar para ser financieramente independientes, al tiempo que seguiremos apoyando totalmente a su majestad la reina”.)
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Luego tenemos a la propia Isabel, la soberana con más años de reinado en la historia británica: una anciana matriarca que empieza a perder el control de su familia, mientras el público se pregunta cuánto tiempo más se prolongará su reinado de 65 años.
Para la familia real y el pueblo británico, el inicio de un nuevo año y una nueva década coinciden con lo que promete ser un nuevo capítulo para la Casa de Windsor. Las crecientes tensiones internas y los escándalos familiares ponen en duda que la reina siga siendo la directora de “la compañía”, término que usan los Windsor para referirse en privado al negocio familiar. La gran interrogante: ¿Habrá llegado el momento para que el príncipe Carlos —de 71 años— salga de las sombras y tome las riendas?
“La desastrosa entrevista de Andrés, y el incesante dramatismo de Harry y Meghan, han creado la impresión de que [Isabel] ha perdido el control de la familia”, reveló a Newsweek una fuente de palacio. “La soberana está profundamente contrariada con esas conductas. Y, como futuro rey, la responsabilidad de poner fin al caos ha recaído sobre Carlos”.
Por supuesto, no es la primera vez que la monarca de 93 años enfrenta el tema de su abdicación. Ya en 2017, cuando su esposo Felipe cumplió 95 años y decidió retirarse de la vida pública, empezaron a correr rumores de que Isabel dejaría el trono al alcanzar la misma edad. De hecho, ha delegado en Carlos algunas de las decisiones más importantes, reducido sus presentaciones públicas y, desde hace años, ha dejado el patrocinio de varias organizaciones benéficas en manos de otros miembros de la familia.
Aunque su función es eminentemente ceremonial, el calendario de la reina sigue muy saturado: el año pasado asistió a 238 compromisos programados, y sirvió de mecenas en centenares de beneficencias. Nada mal para una nonagenaria. Y pese a los rumores, parece muy improbable que abdique en fecha próxima. En una declaración para Newsweek, el historiador y autor británico Robert Lacey —consultor de Netflix en The Crown— comentó: “Dudo que la reina tenga deseos de jubilarse y, si puede evitarlo, tampoco nombrará a un sucesor que limite su poder”.
No obstante, la controversia que envuelve a su hijo Andrés ha reactivado especulaciones sobre un posible cambio de guardia, confiriendo a Carlos un papel más prominente y acelerando el cambio de poderes. ¿Qué depara el futuro para la familia real británica? Aun cuando no podemos adivinar las intenciones de la reina, debido a su estricto código de “nunca quejarse, nunca explicar”, la respuesta de Isabel a los recientes dramas familiares proporciona algunas pistas.
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UN ESCÁNDALO MAYESTÁTICO
Tras la entrevista de noviembre con la BBC, resultó evidente que la corona tenía que “controlar los daños”. La causa: Andrés no logró justificar su relación con el delincuente sexual convicto Jeffrey Epstein; negó haber usado el domicilio londinense de Epstein para tener relaciones con la entonces adolescente de 17 años, Virginia Roberts (hoy Giuffre); y encima, mostró una absoluta falta de compasión por las víctimas del estadounidense. Después de transmitido el programa, YouGov realizó una encuesta en la que 51 por ciento del público británico se negó a creer las explicaciones del príncipe, mientras que 43 por ciento se manifestó indeciso. Peor aún, casi la mitad de los encuestados consideró que la actitud de Andrés al responder a los alegatos había dañado la monarquía.
La situación del príncipe no fue mucho mejor en el seno de la familia, porque las negociaciones para la entrevista se prolongaron más de un año y sin consultar con los asesores principales de la reina. Aun cuando Isabel terminó por dar su anuencia, se cuenta que no fue informada de que el único tema a tratar sería la relación del príncipe con Epstein ni que rodarían el programa en el Palacio de Buckingham. “Dieron la impresión de que la reina había aprobado todo el asunto, pero no fue así”, informó a Newsweek una fuente de palacio. “Aparentaron una cosa, pero la realidad fue completamente distinta”.
No era la primera vez que Andrés negociaba un acuerdo televisivo por su cuenta. Según informes, para los esponsales de su hija menor, Eugenia (en 2018, mismo año de la boda de Harry y Meghan), el príncipe exigió que el acontecimiento recibiera todo el lucimiento de un asunto real, incluida la transmisión televisiva. La BBC rechazó el proyecto, por lo que Andrés tuvo que organizar una cobertura limitada con ITV. Aun así, el dispositivo de seguridad para los cerca de 850 invitados tuvo un costo de más de 2 millones de libras esterlinas (unos 2.5 millones de dólares), los cuales asimilaron los contribuyentes británicos.
Considerado el hijo favorito de la reina, los sentimientos maternos no impidieron que Andrés tomara acciones decisivas tras la entrevista sobre Epstein (supuestamente, a instancias de Carlos y su hijo, el príncipe Guillermo). El resultado: Andrés “renunció” a sus deberes oficiales (según expertos, la decisión no fue suya), y perdió las 250,000 libras esterlinas (alrededor de 325,000 dólares) que el fisco le otorgaba como miembro de la casa real, de modo que se vio obligado a clausurar su despacho en el Palacio de Buckingham.
Aun así, el príncipe no tendrá que pensar en ganarse la vida. Según CNN, la mayor parte de sus ingresos procede del ducado de Lancaster, herencia privada de la reina que incluye propiedades comerciales, agrícolas y residenciales, con recaudaciones anuales que ascienden a 28 millones de dólares.
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Tal vez lo más inquietante para Andrés sea la factura que el escándalo pasará a sus hijas, Eugenia (29 años) y Beatriz (31 años). El príncipe siempre ha sentido que la familia real menosprecia a las “princesas de sangre”, de suerte que siempre ha presionado para conferirles un papel más prominente. Sin embargo, el “asunto Epstein” podría complicar mucho la situación de las princesas. Sobre todo, en el caso de Eugenia, quien se desempeña como cofundadora de la organización benéfica Anti-Slavery Collective, dedicada a erradicar la esclavitud y (¡la ironía!) el tráfico sexual en todo el mundo.
En palabras de Ingrid Seward, bióloga real entrevistada hace poco en Good Morning Britain: “Todos compadecemos mucho a las princesas Beatriz y Eugenia”. Hace poco, Beatriz formalizó su compromiso, y aunque la boda ha sido programada para 2020, la ocasión será mucho menos extravagante y más íntima que el enlace de Beatriz. Al menos, los contribuyentes no tendrán que pagar por un dispositivo de seguridad enorme.
¿CUÁL ES LA SIGUIENTE ETAPA PARA CARLOS?
El escándalo de Andrés no es lo único que mantiene ocupados a Carlos y sus padres. Hace poco, el primogénito se reunió con el príncipe Felipe en la propiedad familiar de Sandringham donde, según informes, padre e hijo hablaron del “retiro” de la reina dentro de los próximos 18 meses. De ser así, Carlos asumirá el papel de príncipe regente junto con la carga de los deberes cotidianos, tanto familiares como de gobierno. “Carlos ha esperado esta oportunidad desde hace mucho, pero la reina se ha resistido”, explica una fuente allegada a la corona.
“De haber sido regente en noviembre, [Carlos] habría sido el responsable de supervisar el proyecto [de la BBC], y no me cabe duda de que habría suprimido la entrevista”, comenta el historiador Lacey.
Ahora bien. El nombramiento de un regente supone circunstancias muy específicas —por ejemplo, la incapacidad del monarca—, y la decisión final no depende de la soberana, sino del Parlamento. Con todo, aun sin una transferencia de poderes formal, es indiscutible que Gran Bretaña está experimentando un cambio de guardia. En una declaración para CTV News, el experto monárquico Richard Berthelsen señaló que la respuesta de la casa real ante la catástrofe de Andrés “ha puesto de manifiesto un hecho que muchos hemos comentado desde hace tiempo. El príncipe de Gales se ha convertido, esencialmente, en cabeza de familia”.
La intervención de Carlos para poner fin a la “carrera real” de Andrés ha fortalecido su identidad pública como principal responsable de las decisiones. Pero también plantea interrogantes en cuanto a lo que pretende hacer una vez que asuma el trono de manera oficial. Según los más enterados, una de sus prioridades es comprimir la lista de familiares y parientes en funciones, dejando apenas un núcleo conformado por su esposa (Camilla, duquesa de Cornualles) y sus hijos (Guillermo y Harry, con sus respectivas familias).
Es más, el proceso de reducción ya empezó. “Se han cumplido muchos de los recortes del príncipe Carlos; en específico, la desaparición de todos sus tíos y primos en el balcón [del Palacio de Buckingham, donde la realeza se reúne para los compromisos oficiales]”, agrega Lacey. “Es difícil imaginar que la familia oficial pueda reducirse mucho más, pues eso supondría eliminar a la princesa Ana y al príncipe Eduardo [los otros hermanos de Carlos], quienes desempeñan funciones reales completas”.
DESAFÍOS MONÁRQUICOS
En la eventualidad de que Carlos sea coronado, la supervivencia de la monarquía requerirá de más que eliminar a los parientes superfluos que viven del fisco. La monarquía descansa sobre la admiración británica por Isabel, el miembro más prominente de la Casa de Windsor. A decir de una encuesta YouGov realizada este verano, 72 por ciento de la población la percibe de manera favorable, mientas que solo 48 por ciento se expresa de Carlos en los mismos términos.
Aun cuando la reina ha sido una figura pública inescrutable durante la mayor parte de su reinado, sus allegados aseguran que, en privado, Isabel posee un gran sentido del humor y es muy amorosa con sus nietos y bisnietos, quienes la llaman “Gan Gan”. Cada mañana, su majestad desayuna cereal en un recipiente de Tupperware y disfruta mucho de los cocteles. Según cuentan, hasta cuatro al día; incluidos ginebra en las rocas y Dubonnet con una rodaja de limón antes del almuerzo, y termina el día con una copa de champaña antes de acostarse.
Aunque estas anécdotas la humanizan mucho, ni siquiera el afecto del público impide que la institución monárquica simbolice privilegios y riquezas hereditarias en una época de gran inquietud e incertidumbre financiera en torno del brexit, en tanto que un creciente segmento popular arguye que semejantes prerrogativas contravienen los ideales de meritocracia e igualdad. Si Carlos asume el trono, tendrá que demostrar que la monarquía conserva su pertinencia en una era de profunda agitación. Y aun cuando su reputación se haya recuperado bastante desde los días en que su fallido matrimonio con Diana acaparó los titulares de los tabloides nacionales, deberá convencer al pueblo sin las reservas de buena voluntad de que goza su madre.
Sus hijos —Guillermo (37 años) y Harry (35)— también habrán de desempeñar un papel crítico. Antaño muy unidos, los hermanos se han distanciado. Al parecer, la brecha se abrió hace un par de años, cuando Guillermo comentó que Harry se estaba precipitando en su relación con Meghan, y cuestionó que la exactriz estadounidense pudiera adaptarse a la vida en palacio. Si bien diversas fuentes aseguran que Harry protestó por esa actitud “poco solidaria”, los acontecimientos recientes apuntan a que, posiblemente, las inquietudes de Guillermo no eran del todo infundadas.
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Antes percibidos favorablemente como una fuerza de cambio, modernizadora y positiva, Harry y Meghan se han convertido en centro de controversias, al extremo de que, hace poco, el público británico censuró a la pareja por sus incesantes quejas de que la realeza los obliga a “vivir en una pecera”, y no menos por sus derroches excesivos. Por ejemplo, los contribuyentes deben pagar 3 millones de dólares por las renovaciones de Frogmore Cottage: residencia de 10 habitaciones próxima al Castillo de Windsor, cuya reforma incluye un flamante estudio de yoga para Meghan, quien es devota de esta práctica.
En octubre, ITV transmitió un documental en el que Harry habla de la “factura” que la vida monárquica ha pasado a su salud emocional, añadiendo que revive la tragedia de su madre cada vez que topa con una muralla de paparazis. “Este papel, el trabajo, las presiones que impone. Todo me recuerda las cosas malas”, declaró. Por su parte Meghan ha denunciado que la “rigidez” de la familia real es un rasgo “destructivo”.
Según informes, Isabel dio a Carlos la orden de negociar la paz entre sus hijos. “La reina reconoce que tanto Guillermo como Harry representan la modernidad de la familia y aseguran su supervivencia”, dijo un allegado. “Los hermanos deben acabar con su distanciamiento, porque el futuro [de la monarquía] depende de un frente unificado”.
En diciembre pasado, mientras que Harry y Meghan decidieron alejarse de la corte para disfrutar de unas vacaciones y un “tiempo en familia muy necesario”, Guillermo y Kate asumieron la responsabilidad de fortalecer la “marca familiar” con una exitosa visita real a Paquistán, y una presentación en el especial de Navidad de Mary Berry, una personalidad de la televisión británica.
“En este momento, los activos más importantes de la monarquía son los duques de Cambridge y sus adorables hijos”, aseguró otra fuente de palacio contactada por Newsweek. “Con ellos no hay dramatismo. Guillermo y Kate son encantadores, y sus tres hijos son adorables y bien portados. Eso es justo lo que el público espera de la realeza: una familia feliz que nos haga sentir bien frente al futuro”.
Tal vez por eso la reina decidió que había llegado el momento de que los dos hijos mayores de los duques de Cambridge —el príncipe Jorge (6 años) y la princesa Carlota (4)— hicieran su primera aparición pública en Sandringham, durante el tradicional paseo familiar para asistir a la misa de Navidad en la iglesia de Santa María Magdalena.
“Este año, la reina quiso poner el énfasis en la siguiente generación, para recordar al pueblo que la monarquía sobrevivirá a lo que sea”.
Lacey comparte la opinión de Isabel II. “Estoy seguro de que el príncipe Jorge será rey algún día”, afirmó. “Aun cuando la ‘degradación’ de Andrés ha sido una tragedia para la familia real, fue un recordatorio de que la supervivencia de toda monarquía constitucional depende de que respete y cumpla con los valores de la sociedad a la que pretende representar”.
LAS CORRERÍAS DE LA REALEZA
El príncipe Andrés no es el único miembro de la monarquía británica que se ha visto envuelto en un escándalo sexual. Aquí un recuento:
1536. Enrique VIII, el máximo exponente de los escándalos sexuales de los reyes británicos, desposó a su tercera esposa —Jane Seymour— a escasos diez días de decapitar a Ana Bolena, su segunda esposa. El rey casó con Ana después de tener un amorío con su hermana (María Bolena) y mientras seguía casado con su primera esposa, Catalina de Aragón. Enrique tuvo un total de seis esposas.
1809. Federico, duque de York, fue hijo de Jorge III y comandante en jefe de las fuerzas armadas británicas, pero se retiró en desgracia cuando su amante reveló que, para financiar la costosa vida que llevaba con el duque (casado), vendía comisiones del Ejército… con el consentimiento de Federico.
1869. Eduardo, príncipe de Gales y posterior Eduardo VII, fue el hijo mayor de la reina Victoria, y un célebre mujeriego conocido con el sobrenombre de “Bertie”. En 1869, una de sus amantes reveló a su marido —un aristócrata escocés— que temía que el príncipe le hubiera contagiado una enfermedad de transmisión sexual. Cuando el indignado esposo amenazó con pedir el divorcio y acusar a Bertie ante el tribunal, la familia de la mujer la declaró loca y la encerró en un manicomio por el resto de su vida.
1936. Eduardo VIII abdicó al trono para casarse con la “mujer que amo”: Wallis Simpson, celebridad de la alta sociedad estadounidense, dos veces divorciada.
1953. Única hermana de Isabel II, la princesa Margarita aceptó la propuesta matrimonial de Peter Townsend, oficial de la Real Fuerza Aérea recientemente divorciado. Sin embargo, el gobierno de la reina prohibió la boda y envió a Townsend al extranjero. En 1960, Margarita desposó al fotógrafo Antony Armstrong-Jones, lord Snowdon, pero el matrimonio fue disuelto en 1978.
1989. Debido a los rumores sobre relaciones con otras personas, la princesa Ana (hija de Isabel II) y su marido, el capitán del ejército Mark Phillips, optaron por separarse y terminaron divorciándose en 1992. Ese mismo año, Anna desposó a Timothy Laurence, comandante de la Armada Real, con quien mantuvo una relación sentimental mientras estuvo casada con Phillips.
1992. Poco después de separarse de Andrés, segundo hijo de la reina Isabel y duque de York, Sarah Ferguson fue retratada tomando el sol sin sostén mientras vacacionaba con su “asesor financiero”, quien aparece en la imagen chupándole los dedos de los pies. Andrés y Fergie se divorciaron en 1996, y siempre han mantenido una relación cordial.
1996. Los príncipes de Gales se divorciaron tras una separación de cuatro años, la cual estuvo plagada de rumores sobre romances por ambas partes; incluida, entre muchas otras, la relación que Carlos mantenía con una de sus amantes, Camilla Parker Bowles, con quien terminó casado. En 1992, se divulgaron las grabaciones de una llamada telefónica entre el heredero al trono y Camilla, en las que se escucha decir a Carlos: “Quisiera vivir dentro de tus pantalones o lo que sea. ¡Sería mucho más fácil!”. En una entrevista televisiva de 1995, Diana comentó al respecto: “Éramos tres en ese matrimonio, así que había demasiada gente”.
2012. Los diarios del Reino Unido publican fotos del príncipe Harry desnudo, durante una fiesta de Las Vegas en la que jugó “billar de prendas”.
2019. Andrés tiene que renunciar a sus deberes reales a resultas de su prolongada asociación con el delincuente sexual convicto, Jeffrey Epstein, y los alegatos de abuso sexual lanzados por una de las presuntas víctimas de Epstein. El príncipe negó la acusación.
REINAR SOBRE HOMBRES
Tres de los soberanos ingleses más importantes han sido mujeres: Isabel I, Victoria y, ahora, Isabel II. Con 93 años, la reina actual ha ceñido la corona durante 67, lo que la convierte en la monarca que ha reinado más tiempo en Gran Bretaña… y en el mundo. Pese a ello, no queda la menor duda de que su heredero será varón. He aquí la línea de sucesión actual:
1. Carlos, príncipe de Gales. 71 años. Primogénito de la reina Isabel y su esposo, el príncipe Felipe.
2. Príncipe Guillermo, duque de Cambridge. 37 años. Primogénito de los príncipes de Gales: Carlos y su exesposa, Diana.
3. Príncipe Jorge de Cambridge. 6 años. Primogénito de Guillermo y su esposa, Kate, duquesa de Cambridge.
4. Princesa Carlota de Cambridge. 4 años. Segundo retoño y única hija de Guillermo y Kate.
5. Príncipe Luis de Cambridge. 1 año, 9 meses. Hijo menor de Guillermo y Kate.
6. Príncipe Harry, duque de Sussex. 35 años. Hijo menor de Carlos y Diana.
7. Archie Harrison Mountbatten-Windsor. 8 meses. Primogénito de Harry y su esposa, Meghan, duquesa de Sussex.
8. Príncipe Andrés, duque de York. 59 años. Segundo hijo varón y tercer descendiente de Isabel y Felipe.
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Diane Clehane ha cubierto los acontecimientos de la realesa desde hace más de 20 años y es autora de cinco libros que han sido éxitos de venta, entre ellos Diana: The Secrets of Her Style e Imagining Diana, una novela donde conjetura lo que habría ocurrido si la princesa de Gales hubiera sobrevivido al accidente automovilístico de París, ocurrido en 1997.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek