En la Inglaterra del siglo XVII, dos astrólogos y médicos —Simon Forman y su pupilo Richard Napier— se ganaron la reputación de ser capaces de diagnosticar y curar todo tipo de padecimiento, con solo mirar los planetas y las estrellas.
Afortunadamente para los historiadores modernos y los aficionados a lo esotérico, el dúo dejó un enorme tesoro oculto de registros médicos detallando alrededor de 80,000 casos, los cuales sobreviven al día de hoy en 66 volúmenes con tapa de cuero en la Biblioteca Bodleiana de la Universidad de Oxford.
Pero cualquier que intente leer las notas originales —las cuales fueron manuscritas por los médicos— rápidamente se percatará de que a menudo son ilegibles. La mala caligrafía de los médicos es un problema antiquísimo, según parece.
Para abordar este problema, un equipo de investigadores de la Universidad de Cambridge, que ha pasado los últimos 10 años digitalizando los registros, seleccionó sus 500 casos favoritos del archivo y creó transcripciones para hacerlos legibles para el público moderno.
Las notas cuentan historias de pacientes que se quejaban de todo, desde animales perdidos y visitaciones angelicales hasta pesadillas y matrimonios malos, así como delirio, depresión y mal de amores.
“Nuestras transcripciones solo son la punta del iceberg: miles de páginas de garabatos crípticos llenas de símbolos astrales, recetas de elixires extraños y detalles de las vidas de señores, cocineros y criadas que sufren de todo, desde mordidas de perro hasta corazones rotos”, dijo en una declaración Lauren Kassell, del Departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia de Cambridge.
“Nos ha tomado 10 años escudriñar, editar y digitalizar todos los casos de Forman y Napier”, comentó ella. “El Proyecto de Registros ha abierto un agujero de gusano hacia el mundo sucio y enigmático de la medicina, la magia y lo oculto del siglo XVII. Comunicados a través de las plumas de los astrólogos hay fragmentos de la salud y las preocupaciones de fertilidad, miedos de embrujos y deseos sexuales de miles de vidas por lo demás perdidas en la historia”.
Conforme el equipo se familiarizó con las notas de caso aparentemente impenetrables, desarrollaron un truco para descifrar lo manuscrito, permitiéndoles crear las traducciones, las cuales incluyen ortografía y puntuación modernas.
“Napier produjo la mayoría de los casos preservados, pero su caligrafía era atroz y sus registros súper desordenados”, dijo Kassell. “”La escritura de Forman es extrañamente arcaica, como si hubiera leído demasiados manuscritos medievales. Estas son notas que estaban penadas para que solo las entendiesen sus autores”.
Forman era un maestro de las artes ocultas que decidió dedicarse a una vida de curación después de supuestamente curarse a sí mismo de la plaga en 1592. Él fundó un consultorio en Londres, donde usaba la astrología como la base para diagnosticar y tratar a los pacientes con enfermedades o, de hecho, ayudarles con una gama de otros problemas. Quizás no sorprenda que él era visto por muchos en la profesión médica de aquella época como un “charlatán”. Cuando Forman murió en 1611, Napier se hizo cargo del consultorio popular.
Cuando los clientes llegaban, ellos usualmente les hacían una pregunta como “¿cuál es mi enfermedad?”, a lo que los médicos respondían leyendo las posiciones de los planetas y las estrellas con el fin de determinar un curso de acción.
“Los tratamientos recomendados son principalmente purgas, infusiones fortificadoras o sangrías”, comentó Kassell. “Una purga, ascendente o descendente, era inducida con un menjunje potente. La mala salud era considerada como un desequilibrio en el cuerpo, corregido por la expulsión de sangre o bilis”.
Pero la pareja recetaba remedios aún más inusuales para algunos pacientes desafortunados, desde usar pantuflas hechas con pichones que habían sido abiertos en canal, hasta tocar la mano de un muerto.
En particular, Napier tenía una debilidad por usar sanguijuelas para succionar la sangre de los pacientes. Cuando no estaba seguro de qué hacer, a veces les pedía consejo a los “ángeles”, según los registros. Los médicos también vendían “contraembrujos”, conjuros, sigilos o amuletos benditos para tratar pensamientos dañinos o suicidas, los cuales el dúo los consideraba como resultado de brujería o visitaciones demoníacas.
“El mal de ojo aparece a todo lo largo de los registros”, señaló Kassell, quien sugiere que haberles dado a los pacientes la oportunidad de hablar de sus problemas tal vez haya ayudado a impulsar la popularidad del consultorio.
“El enfoque asumido por Forman y Napier tal vez haya funcionado como una forma de prototerapia”, dijo ella. “Por ejemplo, mucha mujeres hablaban abiertamente de sus vidas sexuales y miedos de fertilidad”.
Ella dice que las transcripciones más recientes les facilitarán mucho a los expertos y el público por igual el sumergirse en estos registros históricos fascinantes.
“Hasta ahora, los eruditos que se aventuraban con los registros en busca de nombres notables y ansiedades y afecciones de la época, hallaban agotadora la navegación”, comentó ella. “Nuestro enorme proyecto digital ha cambiado todo eso, y hará que las generaciones futuras se precipiten en el misterio de estos registros”.
“Motivamos a la gente a usar las transcripciones como una probada, antes de zambullirse en el matorral de garabatos y símbolos”, dijo ella. “Los casos de Forman y Napier tal vez te absorban”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek