La desigualdad de género tiene en desventaja a quien decida ser madre. Hoy a la mujer se le exige no sólo criar, sino sobresalir profesionalmente y algunas decidieron no intentar ambas.
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Alejandra Montalvo estudiaba la secundaria cuando algunas de sus compañeras se embarazaron y abandonaron la escuela. Años más tarde, la situación se repitió en clase con mujeres adultas.
Dos colegas que llevaban a sus hijos al aula dejaron la maestría.
Y aunque Ale siempre escuchó de su familia, religión y cultura que ella también debería convertirse en madre, a sus 27 años afirma que nunca lo será.
Ya sabemos que algunas mujeres prefieren enfocarse en sus metas personales y profesionales, que ser madres, pero ahora la sociedad les exige no solo ser mamás, sino “supermamás”.
Ale usa el pronombre “supermamá” para describir la expectativa actual de la mujer empoderada. Aquella que es exitosa en lo laboral pero también amorosa y entregada en el hogar.
“Somos profesionistas, jefas, gerentes pero no se ha cambiado lo esencial que es la división sexual del trabajo”, critica Alejandra refiriéndose a las tareas que se le asignan al hombre y a la mujer, siendo esta última quien cuida a los hijos.
“Esta idea de que las mujeres podemos hacer todo es una falacia”, dice Liliana Baglietto, directora de la agencia Baglietto Publicidad en Tijuana.
Liliana es una mujer de 47 años que desde los 16 decidió dedicar su vida al trabajo y a viajar, en lugar de tener hijos.
El día solo tiene 24 horas y disfruta el tiempo para sí misma, que ahora comparte con su esposo.
“Una buena madre es la que está tiempo completo con los hijos, la que los lleva a la escuela, y los ayuda con las tareas”, dice Anel Ortiz, profesora de asignatura en la Universidad Autónoma de Baja California y madre soltera.
Es una presión que en su opinión, las mujeres no comparten con los hombres en igual proporción.
Y es que tampoco han existido políticas públicas que ayuden a incorporar a la figura paterna en el cuidado de los hijos.
Un ejemplo, que pronto podría dejar de serlo, es la prestación de guardería.
Anel dice que al ser un beneficio casi exclusivo para mujeres, se les ha exigido que sean ellas quienes llevan y recogen a los niños.
La Ley del Seguro Social establece que solamente los hombres viudos o divorciados con la custodia de sus hijos, pueden acceder a esta prestación, aunque el Congreso de la Unión ya trabaja para reformarla y abrir el beneficio de guarderías a los hombres.
“Sin duda se desea alcanzar la igualdad entre mujeres y hombres. Hay mucho por hacer, tenemos muchos retos”, admite la diputada Blanca Patricia Ríos López, presidenta de la Comisión de Igualdad entre Mujeres, Hombres y Juventud en el Congreso del Estado.
El estudio “Horas hábiles, corresponsabilidad en la vida laboral y personal”, de la organización Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), apunta que es obligación del Estado llevar a cabo políticas públicas para aumentar el número de horas que los hombres dedican a las tareas del hogar, por ejemplo, estableciendo licencias y permisos parentales con y sin goce de sueldo o reduciendo la jornada laboral.
El mismo informe detalla que en 2012, al sumar las horas de trabajo remunerado y no remunerado, las mujeres dedicaron 65% de su tiempo total a las tareas del hogar, la familia y crianza de los hijos, mientras que los hombres solo destinaron el 21%.
En la opinión de Blanca Patricia, este rol que se le asigna a la mujer ha orillado a que algunas se pregunten si prefieren crecer profesionalmente o formar una familia.
“Un hombre quizá no se haga estas preguntas. Es más fácil para él decidir porque quizás no va a sacrificar nada”, explica Alejandra, quien prefiere encontrar su realización personal fuera del matrimonio y la maternidad.
Las cifras sobre discriminación le dan razón.
“Casi el 25% de las mujeres afirman que sus oportunidades de trabajo se vieron limitadas por ser madres”, dice la diputada Ríos López.
Las Naciones Unidas, en su sitio web de empoderamiento económico, cita un informe de 2015, donde se detalle que a nivel global las mujeres ganan solo el 77% de lo que gana un hombre, mientras que otro reporte de 2017 informa que la brecha salarial aumenta con la maternidad, en proporción al número de hijos.
Meritxell Calderón, abogada y coordinadora en América Latina de la Red Iberoamericana Pro Derechos Humanos, dice que los hijos serán impedimento para el desarrollo laboral de una mujer, si ésta no tiene los recursos económicos para contratar a alguien que le ayude.
“Serán obstáculo para que asista a reuniones por la tarde”, dice a manera de ejemplo.
Por eso, algunas empresas prefieren contratar o ascender a hombres para no lidiar con mujeres que son madres o que podrían embarazarse, de acuerdo a la profesora de UABC.
“A la empresa no le conviene que estés entrando y saliendo de la compañía”, dice Anel.
Y es que algunos hombres no se están haciendo cargo de asumir los roles afectivos y de cuidado, de acuerdo a Alejandra.
Las mujeres abandonan sus estudios y empleos con mayor frecuencia que los hombres para atender al recién nacido.
Este fue el caso de Yadira Ramírez, una comerciante de 46 años que tiene cuatro hijos.
“Siempre dije “voy a tener un gimnasio, una tienda de ropa para dama, y no voy a tener hijos” pero no sabía lo que significaba un hijo”, cuenta.
A los 20 años se embarazó y tuvo a su primera hija. Luego tres más.
Su vida cambió con la maternidad, porque además tuvo que hacerse cargo sola.
Hoy no tiene el gimnasio que deseaba hace más de dos décadas, pero dice que no cambiaría la vida que tuvo.
Ahora que sus hijos son profesionistas o están en la universidad, ella también quiere estudiar. Le interesa ser enfermera.
“Si lo ves como un sacrificio vas a tener rencor y resentimiento”, dice.
Por eso, aunque ella no lo decidió, aconseja que la maternidad sea elegida.
“Los hijos no te cortan las alas […] pero hay espacios y hay tiempos, y tiene que haber alguien que te ayude”, cuenta.
Esa persona no la encontró en el padre de sus hijos, a quien tuvo que demandar para recibir una pensión alimenticia.
En Baja California abundan estos casos.
Según los reportes de incidencia delictiva del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en esta entidad se presentaron 5 mil 550 denuncias por incumplimiento de obligaciones de asistencia familiar durante 2018.
Fue la sexta entidad con mayor número de denuncias en el país.
Y aunque algunos medios de comunicación han popularizado la imagen de mujeres en la farándula que son madres y empresarias exitosas a la vez, como Kris Jenner, la célebre matriarca de la familia Kardashian, o la cantante Beyoncé Knowles-Carter, existe una condición de clase que hace la diferencia, de acuerdo a Meritxell Calderón.
Dice que la maternidad significa ser parte del status quo para las mujeres de clase alta. Mientras tanto, las mujeres de escasos recursos encontrarán ahí mismo una limitante para su desarrollo profesional.
“Parece que hemos cambiado porque ya somos profesionistas, pero lo cierto es que no”, dice Alejandra.
Lo que está sucediendo es lo contrario al empoderamiento: una carga mayor de trabajo para las mujeres.
Las mujeres representan el 30% de la fuerza de trabajo en la economía formal, según la profesora de UABC.
“Pero también sostenemos estas economías de subsistencia”, afirma.
Se refiere a las tareas que desempeñan las madres de familia en el hogar y que en algún otro lugar serían remunerados, pero no en casa.
Por ejemplo, cuidar niños o a un enfermo, cocinar y limpiar.
Esta posibilidad bastó para convencer a Liliana de escoger una vida sin hijos.
“Una hermana se convirtió en mamá a una edad muy temprana, vi cómo se transformó su vida y dije: no quiero eso para mi”, cuenta.
Nancy García es otro caso.
Tiene 27 años al igual que Alejandra y está casada pero no le interesa reproducirse.
Prefiere enfocarse en abrir su propio negocio de marketing digital y diseño.
“La gente dice que después cambias de opinión pero lo veo más como una obligación que como un deseo”, dice.
Algo cambió.
Si en los 70 cada familia tenía entre 6 y 7 hijos, según el Consejo Nacional de Población, en 2018 este número bajó a 2.
“Podríamos decir que hay un factor económico que influye pero más bien es el ritmo de vida”, opina la profesora de UABC, quien tiene un hijo.
Quizá fue la experiencia familiar de las nuevas generaciones.
Un día, Alejandra quiso saber si su madre había deseado la maternidad, y contestó que sí, aunque no tan joven.
Al enterarse que su hija no quería lo mismo, admitió que la entendía, porque quizá habría hecho lo mismo.
“Pero hay una presión social muy fuerte”, cuenta Alejandra.
Tanto ella como Nancy lo han notado. Un tema de conversación recurrente en sus reuniones familiares, es que no tienen hijos.
“¿Y ustedes para cuándo?”, preguntan a Nancy y a su esposo, que se casaron en octubre pasado.
Habitualmente los hijos son vistos como el siguiente paso lógico en un matrimonio, pero Nancy lo pone en duda.
“No considero que tenerlos sea la culminación del amor”.
Por eso, no aspira al modelo tradicional de familia.
Dice que las personas pueden llegar a sentir la necesidad de cuidar de otros seres queridos, y que ésto no debería ser forzosamente canalizado a la figura de los hijos.
“Lo que odiamos son estas idealizaciones de que es un mandato”, explica Alejandra.
Y Liliana coincide. Agrega que no hay mejor ni peor camino, mientras se trate de una decisión propia que produzca satisfacción.
“Las mujeres deben tomar la postura que les sirva, y si alguien encuentra su realización en ser mamá, está perfectamente bien”.
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Una versión anterior de este reportaje citó incorrectamente a la profesora Anel Ortiz como economista.