China estuvo involucrada en 90 por ciento de los casos de espionaje económico manejados por el Departamento de Justicia de Estados Unidos en los últimos siete años, según un informe entregado el miércoles al Comité de Inteligencia del Senado.
“De 2011 a 2018, más del 90 por ciento de los casos del Departamento sobre supuesto espionaje económico por o para beneficiar a un estado involucró a China, y más de dos terceras partes de los casos de robo de secretos comerciales del Departamento han tenido un nexo con China”, declaró el informe.
El informe señaló que el Departamento de Justicia no siempre ha sido capaz de vincular el robo de secretos comerciales directamente al gobierno chino, pero que el robo casi siempre beneficia a la política económica oficial de China. Aun más, la falta de leyes de propiedad intelectual en China, la poca disposición a cooperar en investigaciones y la participación desmedida de empresas de propiedad estatal en la economía del país, contribuyeron en gran medida a la complicidad del gobierno chino en estos crímenes.
“Un ejemplo fue la condena a una compañía china —Sinovel Wind Group Company— por robar tecnología de turbinas eólicas a una compañía estadounidense y resultando en que la víctima perdiese más de $1,000 millones de dólares en títulos de los accionistas y casi 700 empleos, más de la mitad de su fuerza laboral global”, mencionó el informe.
“Otro ejemplo reciente fue la condena a un científico chino por el robo de semillas de arroz modificadas genéticamente con aplicaciones biofarmacéuticas, dando un beneficio económico directo al instituto chino de cultivos que era el receptor planeado de las semillas”, continuó el informe.
El informe parecía apoyar los comentarios previos del general Keith Alexander, ex director de la Agencia de Seguridad Nacional, quien dijo que el espionaje industrial y el robo de propiedad intelectual constituyó la “más grande transferencia de riqueza en la historia”. En septiembre, un informe de la Fundación para la Defensa de las Democracias determinó que el espionaje cibernético chino les cuesta a las compañías estadounidenses aproximadamente $300,000 millones de dólares al año y constituye la “amenaza más grande a la tecnología estadounidense”.
La administración de Trump ha iniciado una guerra comercial con China con la finalidad de llamar la atención sobre el robo de propiedad intelectual, entre otras disputas comerciales. En octubre, el vicepresidente Mike Pence usó un discurso público para acusar al gobierno chino de haber “dirigido a sus burócratas y empresas para que obtengan propiedad intelectual estadounidense… por cualquier medio necesario”.
No obstante, no está claro cómo se está abordando este asunto dentro de las negociaciones comerciales en marcha entre Washington y Beijing. Algunos analistas políticos han recomendado que Estados Unidos debería confeccionar sanciones para lidiar con el espionaje económico.
“Con el regreso del hackeo chino, Estados Unidos debería desarrollar un régimen internacional de atribuciones y sanciones; sancionar a las compañías que se beneficien del espionaje cibernético, y fortalecer el alcance del contraespionaje en las compañías incipientes y las compañías pequeñas en inteligencia artificial, cuántica, semiconductores, telecomunicaciones y otros sectores cruciales para las estrategias chinas en tecnología”, decía un documento informativo del Consejo de Relaciones Exteriores publicado en diciembre.
El miércoles, Ben Sasse, senador republicano por Nebraska, respondió a la evaluación del Departamento de Justicia frente al Comité Judicial del Senado.
“Demasiadas personas en Washington se aferran a una distinción imaginaria entre las empresas chinas y el Partido Comunista chino”, comentó Sasse. “Esto es muchísimo más grande que una ‘traición’ corporativa o tácticas de espía contra espía a la vieja usanza. China quiere ganar una pelea antes de que ésta empiece, mediante apalancar toda herramienta a la disposición del camarada Xi; a veces, eso significa usar al estado y, a veces, significa usar a los ciudadanos y empresas chinas. No podemos hacernos los dormidos con esta amenaza”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek