El antifeminismo en redes sociales se manifiesta a través de mensajes que, bajo la apariencia de ser videos de autoayuda, refuerzan estereotipos de género y deslegitiman la lucha feminista. Estas narrativas, al promover la sumisión o responsabilizar a las mujeres de su propia opresión, contribuyen a la normalización de la violencia de género y dificultan el avance hacia la igualdad.
En 1995 se fundó un colectivo interdisciplinario de estudiantes del departamento de filosofía de la Universidad de Warwick, en el Reino Unido, conocido como la Unidad de Investigación de Cultura Cibernética (CCRU, por sus siglas en inglés). Sus aportaciones distinguen un fenómeno intrínsecamente ligado a la era de la información y el crecimiento de la cultura digital: hiperstición.
Al hablar de hiperstición, el CCRU trataba de describir cómo algunas narrativas ficcionales pueden moldear la realidad al ser difundidas y avaladas; y cómo la performación de una idea puede provocar su propia realidad. Una especie de cámara de eco perfeccionada para la era de la hipercomunicación y con alcances ilimitados.
En 2000, en Estados Unidos se formó un grupo conocido como MGTOW por sus siglas en inglés, que se traducen como “Hombres que siguen su propio camino”. Poseía una esencia de antifeminismo, estaba formado en su totalidad por hombres y tenía como principio el separatismo del hombre de las mujeres, ya que consideraban que la sociedad estaba corrompida por el feminismo y que las mujeres eran abusivas e interesadas.
Aunque actualmente estos grupos de supremacía masculina tienen una presencia más fuerte en países angloparlantes, en Latinoamérica existen propuestas menos radicales con mensajes aparentemente inofensivos que, sin embargo, ante una audiencia juvenil y polarizada pueden ser el punto de partida hacia una ideología reaccionaria.
SON ATAQUES CONTRA LOS LOGROS DE LA MUJER
Lizeth Mejorada, feminista y vocera de la iniciativa Mujeres Vivas, Mujeres Libres, la cual defiende el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, comenta que, “sin duda, estos discursos de odio que vemos hoy y estos coaches personales que ahora nos aparecen con mayor regularidad en redes sociales son una respuesta a los avances que se ha tenido en materia de igualdad en el país”.
En México, el movimiento feminista ha logrado transformar las instituciones. Diferentes leyes en materia de paridad han sido aprobadas, hay más mujeres en puestos de elección popular, la primera mujer presidenta y el feminismo mexicano son un referente en Latinoamérica, por lo que, señala Mejorada, ante ese avance hay una reacción de querer menospreciar y combatir.
“Muchas veces estas reacciones tienen que ver también con miedos e inseguridades ante un sistema que está cambiando y que ya no quiere que las mujeres sigan siendo sometidas”, detalla la especialista. “Desgraciadamente, también hay soledad en muchos nichos de estos hombres jóvenes y de alguna manera las y los seres humanos buscamos pertenecer, tener una comunidad”.
Las redes sociales han permitido que muchas personas encuentren esta comunidad. En el caso de los hombres jóvenes, se ha visto un incremento en su interés por discursos de odio y de antifeminismo que solían estar relegados en foros web de bajo perfil, pero que ahora tienen un alcance masivo.
Para entender cómo estos discursos se han masificado y aceptado tan aceleradamente es preciso señalar que la distorsión que las redes sociales generan en la percepción de la realidad de los usuarios no es inofensiva ni aleatoria.
LOS ALGORITMOS NO DETECTAN EL ANTIFEMINISMO
Gran parte de las interacciones, las tendencias e intereses de los individuos en la red están condicionadas por un algoritmo, el cual no es capaz de distinguir entre un video cargado de simbolismo misógino y de antifeminismo o uno con consejos para superar la timidez si ambos contienen la etiqueta de superación personal.
Además, en la mayoría de los casos es necesario adentrarse a profundidad en los canales de estos creadores de contenido para comenzar a encontrar mensajes de odio explícito. El contenido promocionado o los videos que suelen hacerse virales no son necesariamente los más violentos, sino aquellos en donde se cuelan pequeñas dosis de agresión mientras apelan a la autoestima, la mejor versión de sí mismos o un cambio de vida.
“Muchas veces están disfrazados de grupos de autoayuda, cuando en realidad son grupos generadores de violencia. Ahí también se ve la importancia de la salud mental y de atenderse con profesionales de derechos humanos y género y con consciencia de las desigualdades que nos van atravesando”, señala Mejorada.
Estas narrativas se nutren de experiencias universales para cualquier persona, como el rechazo o una ruptura amorosa, y las magnifican para evidenciar que, según ellos, las mujeres y el feminismo son la raíz de la frustración de los hombres y, en algunos casos más extremos, el origen de males estructurales.
Este discurso es una trampa tan bien estructurada que se alimenta a sí misma, pues diversos estudios en los últimos años han revelado que, dentro de la generación Z, las mujeres se inclinan más hacia valores liberales y progresistas, mientras que los hombres, en algunos casos, se sienten marginados y recurren a posturas más conservadoras.
EL POLÉMICO “MODO GUERRA”
Al trasladar eso a las relaciones personales se tiene como resultado un terreno de incertidumbre y contradicción, bastante fértil para que ciertos influencers fomenten el resentimiento y refuercen las desigualdades de género.
El “Modo Guerra” es uno de los conceptos más problemáticos que se ha viralizado. La idea es que los hombres deben endurecerse, evitar vulnerabilidades y relacionarse con mujeres solo si tienen el control, lo que, probablemente, lleve a los seguidores a enfrentar mayor dificultad al relacionarse con sus pares mujeres y, en muchos casos, los orille a reforzar el discurso.
“Algo muy importante para contrarrestar estos discursos es tener una capacidad crítica y por eso tenemos que reflexionar y cuestionar las cosas que estamos consumiendo. No creer todo lo que vemos en internet”, explica Lizeth Mejorada. “Desgraciadamente, en este tiempo tan efímero de redes sociales compartimos las primeras cosas que nos aparecen en el feed y es algo sobre lo que necesitamos tomar más conciencia, porque sabemos cómo las redes de desinformación siguen propagando la violencia”.
Según los últimos resultados del Centro de Investigaciones Sociológicas de España sobre las Percepciones de Igualdad entre Hombres y Mujeres y Estereotipos de Género, 44 por ciento de los hombres creen que la igualdad “ha ido demasiado lejos” y que les discrimina.
Algunos creadores de contenido han sabido aprovechar esta sensación a su favor y han encontrado la manera de moldear la realidad, de modo que defender la violencia verbal parezca una defensa de la libertad de expresión. Para Mejorada es fundamental señalar que “si algo tiene que quedar claro es que los discursos de odio no son libertad de expresión y que bajo ningún sentido pueden ampararse de señalamientos de censura”.
MUY APENAS SE ANALIZAN LOS IMPACTOS DE LA VIOLENCIA Y EL ANTIFEMINISMO
Al tratarse de una narrativa reaccionaria, masiva y cada vez más avalada, cualquier escenario donde sean cuestionados o frenados, puede tomarse como una muestra de censura, de modo que, en su discurso, estos gurús del autoconocimiento y sus seguidores llegan a considerarse una resistencia contra las injusticias del sistema.
Pero las cifras no mienten. México ocupa el segundo lugar en feminicidios en América Latina, de acuerdo con datos publicados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). El 70 por ciento de las mujeres mayores de 15 años en México han vivido por lo menos algún tipo de violencia.
“Hay muchos engaños que hemos normalizado con el tema de la objetividad”, detalla la especialista. “Muchas veces en los medios de comunicación se quiere escuchar a ambas partes, pero creo que necesitamos tomar responsabilidades. No necesitamos seguirle dando espacio a este tipo de discursos, sobre todo porque ya se le dio espacio durante más de 100 años a estas visiones”.
Además, añade, aunque a veces haya la sensación de que ya ha sido demasiado y las feministas han hablado lo suficiente, la verdad es que, en un país como México, apenas se ha comenzado a reflexionar y analizar cuáles son los impactos que tiene la violencia y el antifeminismo en la vida cotidiana.
Para Mejorada, el hecho de que, según ONU Mujeres, 11 mujeres al día sean asesinadas en México, debería ser una muestra suficiente de que todas y todos necesitamos aportar para combatir la violencia desde el pensamiento y el consumo crítico. N