El reciente incidente en Tecate, Baja California, en el que agentes de la Guardia Nacional dispararon contra un grupo de migrantes colombianos, ha dejado dos muertos y cinco heridos, levantando un fuerte cuestionamiento sobre el uso de la fuerza y el trato inhumano hacia migrantes en México. Este evento pone de manifiesto los problemas graves en la operación de la Guardia Nacional, cuya presencia en la frontera ha generado repetidas denuncias de abuso, pero pocas consecuencias claras. La falta de protocolos específicos y el uso desmedido de la fuerza parecen ser la norma en situaciones donde la vida de migrantes, que huyen de contextos de violencia y pobreza, queda en manos de agentes armados. Reportes de medios locales y organismos de derechos humanos subrayan que esta tragedia se debió a una reacción desproporcionada y brutal que contrasta con cualquier política de respeto a los derechos humanos.
Los testimonios recabados por medios locales indican que los migrantes colombianos, al verse rodeados en la madrugada por la Guardia Nacional, intentaron rendirse. Sin embargo, los agentes abrieron fuego de manera inmediata, sin dar oportunidad de diálogo o detención pacífica. Este tipo de comportamiento refleja una preocupante cultura de impunidad dentro de la Guardia Nacional, que prioriza un enfoque militarista sobre el respeto a la dignidad y la vida humana. El escritor y filósofo Noam Chomsky, en referencia a políticas migratorias similares, ha argumentado que “la violencia estatal contra los migrantes es un acto de criminalización que va en contra de los principios básicos de derechos humanos”. En este caso, la respuesta de la Guardia Nacional parece estar mucho más alineada con tácticas de control letal que con una política de protección humanitaria.
La militarización de la frontera mexicana se ha intensificado en los últimos años con el mandato de la Guardia Nacional de frenar los flujos migratorios, pero la falta de formación en derechos humanos y el abuso de autoridad han dado lugar a una serie de incidentes que ponen en peligro la vida de los migrantes. Las organizaciones de derechos humanos, como Amnistía Internacional y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, han denunciado reiteradamente el trato inhumano y la violencia contra migrantes en manos de la Guardia Nacional, enfatizando que la estructura y operación de esta fuerza de seguridad están lejos de cumplir con los estándares mínimos de respeto a la vida. Los informes de estas organizaciones señalan que la Guardia Nacional ha estado involucrada en casos de abuso y uso excesivo de la fuerza, especialmente en la frontera norte, y reclaman una reforma urgente para limitar sus facultades en el ámbito migratorio.
La intervención de la Guardia Nacional en asuntos migratorios ha sido un tema de debate desde su implementación. Sin embargo, con eventos como el ocurrido en Tecate, el debate parece inclinarse hacia una crítica más fuerte de su papel en la frontera. Según el académico y sociólogo Zygmunt Bauman en su obra Modernidad líquida, la tendencia a tratar la migración con estrategias militaristas termina por deshumanizar a quienes buscan una mejor vida, agravando las condiciones de vulnerabilidad. El caso de Tecate no solo evidencia un problema estructural en la Guardia Nacional, sino que también plantea preguntas sobre las verdaderas intenciones de las autoridades en su trato hacia los migrantes.
Este tipo de violencia no puede ser ignorado o tratado como un caso aislado. La Guardia Nacional, concebida para garantizar seguridad, parece estar generando el efecto opuesto en la frontera: un clima de terror e inseguridad para quienes buscan refugio. N