Tenemos una novedad en política, la tómbola. Una acción contra la ley y el proyecto, ruta inteligente de enfrentar el futuro. Tenemos claro que el pasado es “ahora ya no”, en su acontecimiento nada se puede hacer, no existe. El presente es “ahora”, su relación con el tiempo es solo un instante, entonces la razón del ser humano es unir el “ahora” con el “ahora todavía no” por vía de PROYECTO, cuya alma son, valores y virtudes, reglas legales y epistémicas.
¿Con tómbola o con proyecto, se atenderá a los niños con cáncer, la violencia, el narcotráfico, la educación, la cultura, la corrupción, la inflación, el crecimiento…? en la tómbola quedan cancelados, capacidades, esfuerzos, impulsos, méritos, profesionalidades… no atiende la pluralidad. Tómbola es una versión lúdica del azar. En la Feria de San Marcos se apuntan las tómbolas, siguen siendo un entretenimiento. Por una razón, para la Real Academia de la Lengua Española, considera tómbola como “feria pública donde se sortean productos varios”. Es decir, es un instrumento que anima la fiesta. La tómbola impulsa la idea de sorteo de cosas, productos, premios, su azar le da un toque de animo a los ambientes lúdicos. Es cierto, en la historia ha mostrado una participación en la emoción de la suerte. En una nuez: pende y depende del azar.
El proyecto es llave y esperanza del porvenir. El proyecto no se pone en acción a través de una varita mágica, es preciso trabajo estratégico, logística, que garantice equidad en los procesos y las decisiones. Será cierto que la justicia se democratiza con una reforma que en el centro pone la elección por voto universal, secreto, personal, intransferible. Morena y aliados introdujeron en la reforma judicial la ejecución de tómbola para decretar las postulaciones para cada cargo en el poder judicial. Me queda oscuro que las urnas lleven a las judicaturas, magistraturas, ministerios, la impecabilidad en la aplicación judicial.
Lo más lamentable es la humillación del profesionalismo de quienes hoy detentan la impartición de la justicia. Lo anterior es así dado que el ex jefe del ejecutivo federal próximo anterior los ofendió y basureó hasta la saciedad, pero nunca señaló a ninguno o ninguna con nombre propio y pruebas de su falta a la honradez. La aplicación de la justicia se basa en capacidades, impulsos, destrezas, valores, virtudes, principios de profesionales, es la esencia de la interpretación de la ley en la ética de lo justo e igualitario. En sus togas se desarrolló la exégesis de las normas, los conflictos, las emociones humanas por tener la razón, me refiero a la carrera judicial, víctima del rencor de un ciudadano enfermo.
¡La decisión del elector será entre capacidad o popularidad! El primer riesgo será la posible pérdida de imparcialidad, alma de la impartición de justicia. Comprometerse con la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes, los derechos humanos. Así la suerte de nuestra vida social y personal ha quedado en un ¿águila o sol?
La carta magna es la más importante institución de nuestro patrimonio. Su virtud jurídica impide y limita el uso del poder de manera inadecuada; su alma es el Derecho cuyo espíritu son los Derechos Humanos; es el pacto social de obligaciones y prerrogativas, una suerte de cartografía del Estado de Derecho cuyos polígonos legales adquieren validez. Es la supremacía constitucional. No solo limita la potestad de los poderes del Estado, además defiende su soberanía, administra y justicia la democracia, impulsa órganos de control…, es el corazón de la Patria. Su sístole y diástole son la política, para que ese corazón funcione correctamente la política deberá realizarse de manera ética.
Divide los poderes, su buena aplicación impide que uno se agandalle a otro. Impide la reelección, propicia alternancia, evita la concentración de poder en uno solo. Ordena elecciones bajo principios, elegir sin intermediarios. Establece el municipio libre. Regula la propiedad de la tierra. Reconoce derechos y libertades. Instruye una educación de calidad. Regula las relaciones laborales… Es el espectro de los profesionales éticos y morales de la interpretación jurídica, garantes de personas y patrimonios. Nuestro pacto político nos llama en una arremetida última de respeto constitucional y legal de las reglas de la convivencia.
El triunfo de los promoventes en las urnas fue contundente, sin duda, legítimamente tienen el poder público, pero no la legalidad de hacer y deshacer sin motivos ni fundamentos. La reforma que merece México debió ser transparente, valorar la profesionalidad, sin ofensas a la dignidad de profesionales, un proceso de mejoras que pueda impulsar, formación, capacitación, habilidades, especialización, excelencia…; el desarrollo de un programa de ética como fortaleza de imparcialidad, eficiencia, expedités. Una reforma que mejore el mérito de la justicia y sus cualidades demanda “proyecto”.