En la película western del Viejo Oeste “Butch Cassidy y el Sundance Kid” (1969), Paul Newman (interpretando a Cassidy) le dice a Robert Redford (en el papel de Sundance Kid), ambos forajidos y pistoleros tristemente célebres: “Muchacho, la próxima vez que diga que vamos a México, ¡vamos a México!”, haciendo alusión a que debieron fugarse de la ley cruzando a México. Este diálogo refleja claramente que el plan de escape de los forajidos estadounidenses siempre consistía en cabalgar hacia México, creyendo, al menos en su mente, que así podrían evadir la acción de la justicia.
Tal vez por eso muchos fugitivos contemporáneos tienen la falsa idea de que la frontera norte de México es un lugar sin ley, donde pueden esconderse e incluso continuar cometiendo delitos. La frontera entre México y Estados Unidos ha sido siempre un espacio de oportunidades, donde los territorios, culturas y economías convergen. Baja California tiene algo de Estados Unidos, y California tiene algo de México. Esta región es singular: las fronteras son tenues, y las personas de bien que ahí residen aprovechan las ventajas de vivir en una frontera próspera y vibrante.
Muchos residentes fronterizos cruzan diariamente para trabajar o estudiar en el país vecino. El intercambio de bienes, mercancías y conocimiento ha tenido un impacto muy positivo en ambas regiones. Algunos viven en San Diego y trabajan en Tijuana; otros viven en Tijuana y estudian en San Diego, o viceversa.
De acuerdo con datos publicados por la “Smart Border Coalition”, que recopila cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés), más de 193 mil personas cruzan diariamente a Estados Unidos desde los puertos fronterizos de Baja California. Esto representa un reto mayúsculo para las agencias de aplicación de la ley de ambos países.
Como hay aspectos positivos en este intercambio, también existen otros que no lo son. El crimen organizado mexicano utiliza la frontera para el contrabando de narcóticos de sur a norte, así como para el tráfico de personas, entre otros delitos. Por su parte, los delincuentes estadounidenses usan la frontera para contrabandear armas de fuego, prohibidas en México, y dinero ilícito hacia el sur. Esta simbiosis criminal ha sido la causa del crecimiento del crimen organizado transnacional, lo que afecta gravemente a nuestras comunidades.
Un ejemplo de ello es que muchos delincuentes con órdenes de aprehensión en Estados Unidos cruzan la porosa frontera mexicana para esconderse, y en muchas ocasiones, para seguir delinquiendo. Lo que no saben es que no tendrán tregua. Las corporaciones mexicanas han formado unidades de enlace internacional que trabajan en estrecha coordinación con policías estadounidenses, tanto de corporaciones locales como la Policía de San Diego o de Los Ángeles, como de agencias federales como el FBI o los U.S. Marshals, entre otras. Estas agencias comparten información sobre los fugitivos que se esconden en México, y los policías mexicanos llevan a cabo investigaciones para capturarlos, convirtiéndose en efectivos cazadores de fugitivos americanos.
Hay numerosos casos de éxito de los agentes de enlace internacional mexicanos. Por ejemplo, la detención de un ciudadano estadounidense de 35 años que pertenecía a la pandilla Compton Barrio 70. Fue arrestado en Tijuana y era buscado por la Policía de Los Ángeles por homicidio y por haber cercenado en varios trozos uno de los brazos de su víctima. Otro caso es el de un prófugo buscado por la oficina del Sheriff de San Diego por abuso sexual de menores. Ambos fueron detenidos por policías de Tijuana y puestos a disposición de las autoridades federales mexicanas para ser deportados a Estados Unidos.
Un claro ejemplo de la efectividad del trabajo que desarrollan los policías de enlace internacional es que, en un periodo de 20 meses entre 2016 y 2018, 195 fugitivos estadounidenses fueron detenidos por la Policía de Tijuana. La mayoría eran buscados por delitos como robo en sus distintas modalidades, contrabando de narcóticos, tráfico de personas, secuestro, homicidio y delitos de naturaleza sexual. Estos peligrosos delincuentes representaban un riesgo tanto para los ciudadanos de México como para los de Estados Unidos, pero ahora, afortunadamente, están fuera de circulación gracias al trabajo coordinado de las policías de ambos países.
Los delincuentes que piensan que cruzar la frontera les permitirá evadir la justicia están equivocados. Los agentes de las unidades de enlace internacional de las policías mexicanas no descansarán hasta ponerlos tras las rejas. La vieja idea de que los delincuentes estadounidenses pueden fugarse a México solo ocurre en las películas de vaqueros.
*Este artículo sirve como reconocimiento a las mujeres y hombres policías de México y Estados Unidos que forman parte de las unidades de enlace internacional.
El autor es abogado y consultor internacional en seguridad, tiene una carrera de 25 años, fue Secretario de Seguridad Pública de Tijuana, Subsecretario del Sistema Estatal de Seguridad Pública de Baja California y Director del Centro C4 Baja California. N