Nuestra identidad va mucho más allá de los números. Pero una simple cifra de nueve dígitos puede cambiar la vida de cualquier persona, sobre todo si se trata de un inmigrante en los Estados Unidos. Poseer un número de Seguro Social es la llave a una serie de derechos -y obligaciones- como ciudadano estadounidense. Y a cargo de la asignación y protección de ese dato, hay una latina con una historia de determinación y fortaleza.
Marcela Escobar-Alava ha recorrido un camino extraordinario para convertirse en una de las servidoras públicas latinas más influyentes en el gobierno de los Estados Unidos, pues la Administración del Seguro Social proporciona beneficios a más de 70 millones de personas y una gama de servicios que incluyen desde la asistencia en la solicitud de beneficios hasta la difusión de información para combatir estafas y fraudes.
Y todo comenzó en un pequeño restaurante familiar, donde, desde niña, Marcela se involucraba en todas las áreas del negocio: “Recorría la cocina, memorizaba la ubicación de cada ingrediente y aprendía cada aspecto de la operación”, recuerda. Esta temprana experiencia le inculcó una mentalidad proactiva y una habilidad para anticipar desafíos. “Aprendí que estar preparada y conocer todos los aspectos de un negocio es crucial para resolver problemas rápidamente”, asevera.

A los 9 años ya asistía en la caja registradora, y a los 12 años, sus padres ya le confiaban las llaves del restaurante, dejándola a cargo de 30 empleados, una responsabilidad que fomentó su confianza y liderazgo. Como en muchas familias latinas, la ética de trabajo corría en su sangre e influenciaba su vida diaria. “Desde pequeña he sido muy independiente, muy resiliente, siempre determinada a tratar de saber cómo funcionan las cosas”, cuenta la subcomisionada.
Hoy, Marcela maneja un presupuesto de más de $2 mil millones de dólares y un equipo de alrededor de 6,000 empleados del gobierno y contratistas.
DE UN PEQUEÑO RESTAURANTE FAMILIAR A TRABAJAR EN HOLLYWOOD
Las decisiones que trazaron el camino profesional y personal de Marcela no siempre fueron lineales. En la universidad, la maternidad temprana la llevó a asumir un triple rol, como el que desempeñan muchas mujeres: estudiante, trabajadora, y madre. Criar a Alex, Nikki y Robert se convirtió en una de sus prioridades, por lo que, para apoyar a su familia, aceptó un trabajo administrativo en Sony Pictures Entertainment en Los Ángeles, mientras estudiaba en la Universidad Loyola Marymount y, posteriormente, en la Universidad del Sur de California (USC).
En un momento en que la digitalización de los negocios apenas comenzaba, Marcela comprendió el valor de la tecnología. “Empecé en el departamento de contabilidad, en una posición junior en la que mi trabajo consistía en resolver los problemas de precios y recibir los productos”, recuerda. “Pasaba horas observando lo que hacia el programador, y me di cuenta de que muchas veces el programa estaba mal, así que comencé a identificar y encontrar maneras de corregir estos errores.”
Este descubrimiento la motivó a profundizar en el campo de la informática, por lo que, una vez terminó sus estudios en Administración de Empresas, comenzó una maestría en Sistemas de Información y Gestión de Operaciones.
Su pasión por la tecnología continuó creciendo mientras trabajaba en Sony, donde rápidamente construyó una reputación por su ética de trabajo y comprensión del negocio. Esto le permitió obtener promociones hasta alcanzar el cargo de Directora de Tecnologías de la Información de la División de Entretenimiento para el Hogar de Sony Pictures.
“Me encantó este trabajo porque me dio la oportunidad de ver cómo funciona el estudio y el proceso de creación de las películas, desde el concepto hasta su lanzamiento, y cómo se generan ingresos en ese negocio. Ahí realmente empezó mi amor por la tecnología”.
DE LA COSTA OESTE A LA CASA BLANCA
El siguiente salto en la carrera de Escobar-Alava no solo fue del sector privado al sector público, sino también de una costa a otra. Después de toda una vida en Los Ángeles, se mudó con su esposo al corazón político del país para asumir el cargo de Asistente Especial del Presidente y Subdirectora de Tecnología de la Información para la Casa Blanca. Más tarde, fue ascendida a la Oficina de Administración como Jefa de Aplicaciones Empresariales en la administración Biden-Harris.
El crecimiento, sin embargo, no solo se dio en el ámbito profesional; su aprendizaje en materia de liderazgo también se afianzó durante ese periodo.” Aprendí que ser directo es esencial. En Sony, siempre fui auténtica, y cuando asumí el puesto en la Casa Blanca, me pregunté: ‘¿Cómo se viste la gente aquí?’ Pero desde el primer día decidí: ‘Voy a ser Marcela. Nada de apariencias; esta soy yo, y esto es lo que me hace feliz, y si no soy adecuada para el puesto, vendrán otras oportunidades,’” reflexiona.

“Yo no soy la CIO convencional, no tengo ese perfil y a veces las personas no saben qué hacer conmigo”, admite. “La gente piensa que una tiene que ser rígida en estas posiciones, pero para mí es importante conectar de forma genuina y establecer buenas relaciones con la gente con la que colaboro.”
Para Marcela un equipo de trabajo es una familia, y la clave de su éxito está en ser consciente de la experiencia y los talentos individuales. “Hay que saber para lo que eres bueno, y no preocuparte por lo que no eres o no sabes. Sobre todo en tecnología, hay tanta información que es imposible saberlo todo. Por eso, contrato a expertos para llenar esos vacíos, y así empiezo a formar los pedacitos de mi equipo, acomodando los talentos, como una orquesta. Esto es en lo que yo sobresalgo”, afirma con gran seguridad.
Tres años después de trabajar para la Casa Blanca, Marcela recibió una llamada del comisionado de la Seguridad Social, quien convocó su talento para implementar una serie de importantes cambios tecnológicos en la institución. Con su pasión por resolver problemas y transformar organizaciones, sabía que al asumir este nuevo desafío tendría un impacto en millones de ciudadanos y podría hacer una diferencia significativa.
LIDERAZGO FEMENINO EN EL SSA
Hoy, Marcela lidera la integración de tecnologías de vanguardia, como la inteligencia artificial, para mejorar los servicios del SSA. “En nuestras reuniones estratégicas de SecurityStat, el comisionado nos desafía a encontrar soluciones innovadoras. Nos centramos en objetivos clave, como reducir los tiempos de espera en nuestras líneas de atención, agilizar el procesamiento de reclamos para personas con discapacidad y optimizar la precisión de pagos”, relata.
Durante más de 20 años, la inteligencia artificial ha sido utilizada en la SSA, y hoy en día la agencia tiene alrededor de 14 casos en producción. Un ejemplo destacado es el sistema IMAGEN, una aplicación que utiliza IA para procesar registros médicos e información crítica, acelerando el proceso de revisión de reclamaciones de los usuarios. Otro ejemplo es INSIGHT, una aplicación utilizada para verificar la integridad de las decisiones de determinación. “Reconocemos que esto es algo que realmente va a seguir cambiando la forma en que operamos,” dice Escobar Alava.
Pero es en la protección de la información y los datos de los ciudadanos estadounidenses en donde centra la mayoría de sus esfuerzos. “En el Seguro Social, las aplicaciones tecnológicas están enfocadas en temas de seguridad, como la identificación de casos de fraude y la mejora de la ciberseguridad. Es crucial para nosotros atraer el talento adecuado, ya que la demanda supera la oferta actual de profesionales especializados. Continuamente evaluamos las necesidades de talento, porque si vamos a seguir invirtiendo en inteligencia artificial, necesitamos atraer más expertos en esta área”, concluye.
Hoy, Marcela Escobar-Alava es un gran ejemplo para quienes sueñan con generar un impacto sustancial a través de la tecnología, algo que ella atribuye principalmente al apoyo de su familia. En particular, fue su madre quien, habiendo aprendido de sus propias dificultades, le enseñó a ser resiliente y genuina.
Gracias a este legado, Marcela mantiene un optimismo contagioso, y su pasión por hacer una diferencia positiva es clara. Pero la lección más grande que deja su historia es su actitud frente a entornos altamente competitivos y exigentes, que ella resume de la siguiente manera: “Cuando soy auténtica, soy feliz, y cuando soy feliz en un trabajo, sé que es allí donde debo estar. No hay problema que no se pueda solucionar; en todo entorno o situación se trata de mantener la calma, respirar, y cuando podemos pensar con claridad, seguramente la solución aparecerá.”