Durante siglos hemos hecho de la lógica una herramienta clave para gestionar nuestras formas de pensamiento, pues no es lo mismo elegir qué pensar, a escoger cómo pensar lo que ya elegimos pensar. Esto es algo a lo que muy poco prestamos atención en la vida cotidiana, y lamentablemente ignoramos su efecto en la capacidad para resolver problemas de forma efectiva.
En este espacio les comparto tres tipos de lógica (binaria, paradójica y trivalente), su valor en escenarios específicos y el efecto que produce en la neuroplasticidad cerebral para reorganizarnos ante nuevas experiencias.
LA LÓGICA ARISTOTÉLICA: EL PENSAMIENTO BINARIO ANTE ESCENARIOS CLAROS
La lógica clásica promovida por Aristóteles es el sistema de pensamiento más común y practicado en la cultura occidental. Su base se sostiene en la no contradicción, ya que una afirmación y su negación no pueden considerarse como verdaderas al mismo tiempo (blanco o negro, verdadero o falso, arriba o abajo).
Desde la lógica aristotélica se presentan las polaridades como opuestos, ha sido elemental para el desarrollo de la ciencia y la tecnología, pero también genera posturas extremas ante los conflictos humanos.
Desde la neuroplasticidad, la lógica aristotélica crea circuitos cerebrales que facilitan las decisiones rápidas y eficientes donde la claridad está presente. El límite de este modelo de pensamiento es que puede resultar limitante o rígido, dada su incapacidad para aceptar matices o alternativas ante entornos complejos.
LA LÓGICA PARADÓJICA: EL PENSAMIENTO CONTRADICTORIO EN ESCENARIOS DIVERSOS
A diferencia de la lógica aristotélica, en la lógica paradójica la base es la existencia de contrarios que coexisten en la vida cotidiana. Este modelo de pensamiento es el propio de las filosofías orientales como el taoísmo, donde la paradoja se abraza como parte de la experiencia humana y las contradicciones no son más que diferentes opciones que se retroalimentan entre sí.
Desde la neuroplasticidad, es una oportunidad para el cerebro de abrirse a tomar en cuenta múltiples perspectivas con las que se puede trabajar, e incluso motiva a abrazar al opuesto como parte de lo que suma a las posiciones filosóficas iniciales. Un cerebro que trabaja con paradojas desarrolla mayor resiliencia ante los cambios y creatividad para resolver problemas.
LA LÓGICA TRIVALENTE: EL PENSAMIENTO INTERMEDIO EN ESCENARIOS INCIERTOS
Mas allá de la lógica aristotélica y la paradoja, la lógica trivalente es un modelo filosófico de pensamiento poco conocido, pero que es muy común en las culturas indígenas andinas. En la lógica trivalente se agrega el valor intermedio (verdadero, falso e indeterminado). Desde la indeterminación, que es propia de la incertidumbre, se presenta el contexto que hace posible que una misma afirmación sea verdadera o falsa. La lógica trivalente se ha explorado en la matemática y la informática, ya que ofrece un marco más flexible que la lógica aristotélica binaria.
Desde la neuroplasticidad, la lógica trivalente es la única que considera la incertidumbre como un elemento intrínseco y productivo para la toma de decisiones, en lugar de forzar decisiones binarias que tanto inquietan a las personas en escenarios cambiantes o inciertos. La indeterminación permite al cerebro gestionar opciones abiertas cuando la toma de decisiones es incierta y compleja.
NEUROPLASTICIDAD Y TOMA DE DECISIONES EN ENTORNOS INCIERTOS
No todos tenemos la claridad para tomar decisiones basadas en la lógica aristotélica, de hecho, opino que la mayoría de las personas carecen de esa claridad que tanto quisieran tener. Sin embargo, el cerebro puede reorganizarse en cualquier momento de la vida para formar conexiones que permitan abrazar las experiencias y desafíos humanos con menos carga dramática.
De esta forma, la elección de un sistema de pensamiento lógico es crucial para que el cerebro pueda tomar decisiones sin que esto nos cueste la paz mental.
Uno de los principales obstáculos que conseguimos en los entornos dinámicos de hoy es la poca disposición de las personas para abrirse a nuevas perspectivas ante hechos cotidianos. La rigidez mental y la incapacidad para elegir cómo pensar lo que elegimos pensar lleva a las personas a fluir con mayor sabiduría los retos de los que está hecho la vida.
Con frecuencia vemos la filosofía como una rama de conocimiento sin valor comercial, pero sin duda muchas pérdidas innecesarias se evitarían si desarrollamos el arte del pensar bien para tomar decisiones complejas en escenarios inciertos.
CINCO CONSEJOS FILOSÓFICOS PARA TOMAR DECISIONES
1. Abraza la incertidumbre. Es parte de lo humano no tener todas las respuestas. Está bien adoptar posturas indeterminadas hasta que se disponga de más información.
2. Acepta las contradicciones. Las opiniones o posturas opuestas pueden convivir cuando sabemos abrazarlas en equilibrio. Es posible trascender la dicotomía y para encontrar soluciones innovadoras que no excluya la contradicción.
3. Usa lo simple cuando sea posible. Aunque nos encante hacer las cosas complejas para sentirnos más inteligentes, lo más productivo es simplificar las situaciones para poder facilitar la toma de decisiones con claridad.
4. Cultiva el pensamiento crítico. No se requiere ninguna profundidad ni se crea ningún valor neurológico cuando se vive de la reacción sin autorreflexión. Es el pensamiento crítico con el que permite la toma de decisiones que nos lleva a vivir con mayor facilidad.
5. Entrena tu cerebro para la incertidumbre. Es común y tentador pedirle a la vida certezas, pero la existencia es incierta por esencia. La curiosidad y el asombro son elementos nutritivos para tu cerebro. N
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Joselyn Quintero es especialista en neurofinanzas, autora de varios libros, conferencista y directora de Armonía F. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora.