El uso peyorativo del término “autismo” es común entre las sociedades. Desde hace años muchas personas reclaman que la palabra “autista” no se emplee de forma despectiva. Expresiones como “autismo social” o “autismo político” proyectan una connotación negativa que no tiene ninguna relación con el trastorno del espectro autista (TEA) ni con quienes lo viven.
“Implica un comportamiento voluntario y consciente cuando, en el caso del autismo, no es fruto de conductas conscientes o elegidas: el TEA es un trastorno de origen neurobiológico con el que una persona nace y que le acompaña a lo largo de su vida (…) Su uso peyorativo solo contribuye a mantener falsos mitos y estereotipos”, reclama la Confederación Autismo España.
Un estudio de México, impulsado por Autism Speaks, estima que 1 de cada 115 niños presenta autismo, es decir, casi 1 por ciento de la población infantil. A escala global, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de cada 160 menores presenta esta condición y la incidencia incrementa un 17 por ciento anualmente.
“Cada año se diagnostican más niños con autismo que con sida, cáncer y diabetes juntos”, refiere el gobierno de México.
EL TÉRMINO AUTISMO
La Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas establece que el concepto correcto para referirse a este grupo de la población es “personas con discapacidad” o “personas en situación de discapacidad”.
La Convención conceptualiza la discapacidad como una condición que surge de la interacción entre las personas, sus características, y un entorno físico y social que no está adaptado para acoger y apoyar la diversidad inherente a la naturaleza humana. Por lo anterior, la discapacidad no se aborda desde una perspectiva de salud o rehabilitación, sino como una cuestión de derechos humanos.
La perspectiva de los derechos, por tanto, pone en primer lugar a la persona y después su condición (diagnóstico). En esa vía, los términos correctos para referirse a una persona que presenta TEA son: personas con autismo, persona en el espectro del autismo o persona con TEA.
NO ES UNA ENFERMEDAD
Asimismo, la Confederación Autismo España indica que el TEA no es una enfermedad, sino una condición del neurodesarrollo. Además, se debe evitar el uso de verbos como “padecer” y “sufrir”, pues implican una clara connotación negativa y se vincula tradicionalmente con enfermedades.
“Recomendamos emplear expresiones como ‘presentar TEA’, ‘tener autismo’, ‘estar en el espectro autista/ del autismo’ o ‘ser autista’”, señala en su sitio oficial.
Aunado a lo anterior, es preferible utilizar expresiones como “personas con desarrollo típico” y “personas neurotípicas” para referirse a aquellas que no presentan TEA.
EL USO INCORRECTO DEL TÉRMINO AUTISMO IMPACTA EN LOS MEDIOS
En enero de 2016 el periódico El Mundo publicó un artículo titulado “El ocaso de la gastronomía”, firmado por Ignacio Vidal-Folch, que generó controversia entre las familias y colectivos de personas con TEA por usar el término autista de manera negativa.
“Hay que negarse a cenar fuera, y sobre todo en los restaurantes caros, no digamos ya los famosos, santuarios invariablemente incómodos, lujo más pretencioso que auténtico que procura goces autistas y signo claro de decadencia de una sociedad, como lo ha sido siempre la excelencia gastronómica desde el famoso banquete de Trimalción en la novela de Petronio hasta los tiempos de Ferran Adriá, cocinero creativo que cuando tuvo abierto su restaurante El Bulli fue obsesivo objeto de los más delirantes ditirambos por los media españoles e internacionales (…)”.
Por tal motivo, familiares e involucrados exhortaron a los medios de comunicación a abordar correctamente la palabra a la hora de redactar y publicar noticias, artículos, reportajes, etcétera.
Desde 2013, con la quinta edición del DSM (el manual diagnóstico-estadístico de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, APA), el autismo y el síndrome de Asperger se han unido bajo una única definición de “espectro del autismo”.
La idea detrás de este cambio es que el autismo no es una condición establecida por límites definidos, sino que sus características (definidas como síntomas en el lenguaje médico) están presentes en diversos grados en toda la población, incluso entre las personas neurotípicas.
Cuando un cierto número de estas características se concentran en una sola persona, y con tal intensidad que afectan negativamente su vida, entonces es posible llegar a un diagnóstico de TEA.
DESDE EL RESPETO Y LA EMPATÍA
El manual de estilo de la Confederación Autismo España ofrece una serie de recomendaciones para que los medios y cualquier otro individuo hablen del autismo dese el respeto y la empatía.
- El lenguaje debe evitar términos o expresiones que sean técnicamente incorrectos o que puedan herir la sensibilidad del colectivo.
- La imagen tiene que huir de una visión caritativa, compasiva o estereotipada.
- Los contenidos deben ajustarse a la realidad de las personas con TEA (siempre desde el respeto y la promoción de sus capacidades) y al rigor informativo (con datos contrastados y basados en la evidencia científica).
De igual manera, el TEA es una característica más de la persona, pero no la define. Por tal razón, cuando se produce una noticia relacionada con el colectivo, y siempre que el autismo no sea el eje fundamental, hay que poner el foco en la persona y no en su discapacidad.
En ese sentido, la Confederación recomienda evitar mencionar el término como condicionante para el titular, ejemplo: “Tres investigados por maltrato a un niño con autismo en un colegio de España”.
“Un prejuicio generalizado es pensar que tener una discapacidad es algo negativo. Con este pensamiento, sin darnos cuenta, convertimos en víctima a la persona que la presenta, lo que nos lleva a sentir pena o lástima por ella”, agrega en el manual. N