Reconocidas como la columna vertebral de la economía rural por el Banco Mundial, las mujeres desempeñan un papel fundamental en el agro con el objetivo de tener un cambio trascendental hacia la disminución de la inseguridad alimentaria. Desde el siglo XIX, cuando su participación se limitaba al cuidado y mantenimiento de cultivos y campos, hasta la actualidad, donde se observa un incremento en su involucramiento en la comercialización, las mujeres han demostrado una capacidad innegable para impulsar la producción de alimentos y el progreso comunitario en el sector agrícola.
A pesar del actual aumento de la participación femenina dentro de la práctica agrícola, las mujeres aún enfrentan obstáculos, siendo su género uno de los principales. En América Latina, de acuerdo con un reporte de OXFAM en 2022, de 58 millones de mujeres que radican en áreas rurales, únicamente 30 por ciento es propietaria de tierras agrícolas y solo 5 por ciento cuenta con acceso a asistencia técnica para sus cultivos. Este déficit en el acceso limita su capacidad para contribuir plenamente al desarrollo agrícola y económico de la región.
Por otro lado, es importante visibilizar cómo el empoderamiento de las mujeres en el agro no solo es una cuestión de justicia social, sino también un imperativo económico y ambiental. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) destaca que cerrar la brecha de género en la productividad agrícola podría generar un crecimiento del PIB mundial de casi un billón de dólares.
¿POR QUÉ PROMOVER EL EMPODERAMIENTO DE LAS MUJERES EN EL AGRO?
La participación plena de la mujer en el sector agro no solo fortalecerá la economía global, sino que también contribuirá significativamente a alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible, el cual vela por un mundo con seguridad alimentaria. Esta participación también sería crucial para reducir la inseguridad alimentaria a nivel global.
Así, es imprescindible garantizar el acceso equitativo al conocimiento, habilidades y técnicas de siembra, cultivo y comercialización para asegurar la salud y regeneración de los suelos.
Tanto el sector público como el privado tienen la responsabilidad de promover el empoderamiento de las mujeres en la agricultura. Esto se logra mediante programas que atraigan, desarrollen y retengan el talento femenino en el campo, comenzando desde el impulso de la educación desde la infancia, inspirando a niñas y mujeres a perseguir una carrera en CTIM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), abordando de manera activa los desafíos de desigualdad de género y fomentando redes de apoyo y colaboración entre mujeres del sector.
Es un camino largo por recorrer y todavía hay desafíos importantes que enfrentar para lograr que la inclusión no sea un propósito o una meta, sino una realidad en la que el campo es cuidado y trabajado por hombres y mujeres por igual. Al promover la diversidad de ideas y fortalecer la capacidad de adaptación frente a los desafíos ambientales y sociales se construye un sector agrícola más justo, sostenible y próspero para todos. N
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Belén Iacono es directora de Sustentabilidad y Agronomía en Yara México. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora.