Daniel Kahneman (recientemente fallecido), ganador del Premio Nobel de Economía y quizás el único ganador de este premio que Nasim Taleb respete, comentó en una ocasión que ganar arriba de 70,000 dólares anuales es un dinero que incrementa muy poco la felicidad de las personas.
Imagine usted la historia de Joaquín. A los seis años vivía en una casa de cartón con sus padres y tres hermanos, realmente no sabía si ese día comerían algo. A los 12 comenzó a trabajar en un taller mecánico y tuvo el primer incremento en su disponibilidad de dinero, entonces se dio cuenta de que con ese sueldo su mamá siempre tendría algo que comer, así que ese pequeño incremento en su bienestar económico lo hizo inmensamente feliz.
Buen inicio. Después se dio cuenta de que si trabajaba horas extra ganaba más dinero y ahora podría comprarle una cama a su madre y un sillón a su padre, quien comenzó a tratarle con mucho respeto cuando empezó a llevar dinero a la casa (otro gran incremento en su felicidad que el dinero le proporcionaba). Su padre le dejó la jefatura de la familia cuando fue la principal y posterior única fuente de ingresos de la familia, y únicamente hizo una advertencia: “Nunca tengas deudas”, y Joaquín siguió el consejo al pie de la letra.
EL DINERO COMPRA LA FELICIDAD QUE PROVOCA UN RELOJ
Poco tiempo después de la inmensa felicidad que le trajo aumentar un 15 por ciento su dinero y darle unas modestas comodidades a su familia, le compró a su padre un reloj, su madre siempre le comentó lo mucho que su padre quería tener un reloj de pulsera: aunque no lo creas, tu padre fue joven una vez, se la pasaba mirando la foto del Che Guevara en la escuela, siempre mirando no a ese hombre, sino a su reloj; la única pregunta que hizo en sus dos únicos años de primaria fue: ¿Cómo se llama ese reloj? Y la maestra contestó: es un Rolex; y él solo repitió la palabra que ya nunca olvidaría: Rolex.
Un día su padre se sentó en el sillón y dijo: “Me duele la espalda”, y eso fue todo lo que comentó. Los doctores diagnosticaron cáncer de próstata avanzado, el dolor en la espalda era el cáncer destruyendo dos vértebras. Lo internaron en un hospital por primera vez en su vida, y cuando los doctores dijeron que no había mucho que hacer el hombre solo pidió regresar a su casa. Joaquín se dedicó a juntar el dinero para pagar las sesiones de radioterapia, tuvo que vender su carro y volvió a sentir la desesperación que ocasiona el no tener dinero, esta vez no era el no tener dinero para comprar un carro más lujoso, era sentir que no podía ayudar a su padre por falta de dinero.
¿QUÉ PASA SI SE GANA MÁS DE 70,000 DÓLARES ANUALES?
Al regresar del hospital, el señor se sentó en su sillón, volteó a ver a su alrededor, se levantó con mucho esfuerzo, caminó hasta donde estaba el reloj de pared, por muchos años el único lujo de la casa, lo tomó al darse cuenta de que nadie le había dado cuerda el tiempo que estuvo hospitalizado, y al terminar de darle cuerda corroboró la hora contra el reloj que su hijo le había regalado y lo devolvió a la pared. Agotado por el inmenso esfuerzo se fue a la cama, se quedó dormido y en algún momento de la noche falleció.
Joaquín entró a la universidad, una beca, un trabajo por la mañana, estudios por la tarde y algunos turnos extra en la noche en una fábrica de vidrio, donde perdió gran parte de su audición y sus ojos prefirieron para siempre estar lejos de la luz, que le recordaba el rojo vivo de los vidrios fundiéndose. Nunca tuvo cabeza para las matemáticas, pero tenía un talento natural para la organización y poco a poco escaló en la organización y se graduó en administración de empresas.
Joaquín continuó creciendo en la compañía hasta ser uno de los principales ejecutivos. En esos últimos años su sueldo se incrementó exponencialmente y pronto superó los 70,000 dólares anuales, y por mucho. Sin embargo, cada ganancia extra no representaba un solo incremento en su felicidad. Su felicidad se incrementó cuando se casó y el día que nació su hija.
¿A QUÉ RENUNCIARÍAS POR TENER LO QUE OTROS TIENEN?
Un día su esposa simplemente le preguntó si podrían cambiar de casa, regresar a un barrio donde las mujeres no le miraran de reojo y se enojaran con ella porque ella no las envidiaba. Más que nada, Luci quería que Joaquín dejara de compararse con esos hombres. Eran muy felices dentro de la casa, pero al salir Joaquín veía a su vecino en un Tesla, volteaba a ver la casa, tres veces más grande que la suya, su esposa platicaba o más bien atendía el monólogo de la esposa de su vecino sobre las últimas vacaciones en Hawái o las remodelaciones de la casa, y al final Joaquín sentía un dolor en el estómago.
Hasta que un día, decidido a hacerle caso a su esposa, observaba a su hija pequeña ayudar a su mamá a hacer la comida mientras la niña le contaba que Sandy tiene una casa muy grande y hay dos cocineras que preparan y sirven la comida, y Sandy tiene toda la colección de muñecas. Su mamá sonrió y le preguntó a qué estaría dispuesta a renunciar de lo que tiene, su casa, sus muñecas, sus papás por tener lo que Sandy tiene, y la niña respondió que no renunciaría a nada, no quisiera tener algo diferente a lo que tiene.
A VECES EL DINERO ES UN ESTORBO PARA LA FELICIDAD
Esa misma semana tomaron sus cosas y se fueron a otro barrio no tan lujoso y decidido a cambiar de empleo. Su trabajo disminuyo en 70 por ciento, sus ingresos se redujeron cuantiosamente, a decir verdad, están por debajo de los 70,000 dólares anuales, poco más de la mitad de eso. Pero Joaquín parece muy cómodo, sus hijos estudiaron en universidades de prestigio, su esposa es muy feliz cuidando a sus nietos.
Joaquín entendió que esos 70,000 dólares son un máximo, que la felicidad puede obtenerse del dinero, pero también hay un mínimo, que ya Diógenes y Demócrito expresaron: “Quien no tiene hambre, sed o frío puede competir en felicidad con los dioses”.
Conocí a Joaquín porque me pidió que le diera una consulta, diagnostiqué un cáncer de próstata incipiente. Una cirugía guiada por un robot relativamente sencilla realizada por un buen amigo mío cirujano y dos semanas después todo parecía haberse resuelto para bien. Hoy es su control anual, donde en cinco minutos observamos que no hay evidencia de enfermedad y platicamos de otras cosas por un buen rato. Le propuse un resumen de sus leyes sobre el dinero que es el siguiente:
LEYES SOBRE EL DINERO
- No tener deudas de ningún tipo.
- Que el dinero no sea un obstáculo.
- Nunca te compares, y si no puedes evitarlo, compárate para ambos lados, con los que tienen más y con los que tienen menos.
- Si envidias algo que otro tiene, pregúntate: ¿a qué estás dispuesto a renunciar por tener eso otro, a tu esposa, a tu hija, tu dignidad?
A Joaquín le gusta contar que si alguien se gana la lotería en los siguientes dos años volverá al mismo nivel de felicidad que tenía antes del premio. Lo único que necesitas del dinero es que no sea un estorbo; muy poco y demasiado son estorbos.
Su padre es el hombre más pobre que ha conocido, pero nadie nunca le faltó al respeto y el señor nunca se sintió pequeño ante nadie. Cuando Joaquín piensa en arrepentirse de alguna parte de su vida, siente inmediatamente un peso incrementándose en su muñeca. Al voltear a ver cuál es la causa de ese peso recuerda y solo dice Rolex. N
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Enrique Monares Zepeda es médico especialista en Medicina Crítica y tiene una subespecialidad en Ecocardiografía Crítica y Terapia Intensiva. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.