Platiquemos de uno de los autores que pareciera el más misógino en la historia de la literatura: Julio Verne. Ahora mismo no sé si misógino declarado, solo indiferente o simplemente le hacía el fuchi a las mujeres. Ese señor es nada más y nada menos que el que a la chamacada nos hizo viajar por el mundo con sus libros de literatura científica. Les apuesto que hubo muchísimos humanitos que después de leerlo quisieron ser el doctor Ferguson, subirse al Victoria o ser Juan Sebastián Elcano.
¿Y quién no soñaba con ser el capitán Nemo o Lidenbrock! Por lo menos nos íbamos a dormir pensando que de grandes queríamos ser como ellos. Julio Verne nos alborotó con libros como La vuelta al mundo en ochenta días, Viaje al centro de la tierra, Veinte mil leguas de viaje submarino, La isla misteriosa.
El único pequeño problemita es que las niñas que lo leíamos pos nos teníamos que conformar diciendo: quiero ser como el Capitán Nemo (en masculino), pos porque no había ninguna científica, aventurera, exploradora y de ser comandanta de un barco, pos ni hablamos, ¿verdad?
JULIO VERNE ¿UN MISÓGINO QUE DEJABA FUERA A LAS MUJERES?
Julio Verne dejaba a las mujeres deliberadamente fuera de sus historias, sus editores le hacían manita de puerco y lo obligaban a añadirlas o bien ellos lo hacían, aunque fuera en chiquitito, aunque fuera como el personaje de la princesa india Aouda a quien Fogg rescata en La vuelta al mundo… Ah, pero no para darle un lugar en la historia, sino para ponerla como parte del equipaje. No, pues ¿gracias? También podemos ver, en Los hijos del capitán Grant, a Elena y María como un soporte, pero no son ni la tercera parte de protagonistas.
Ahora, no quiero ser injusta porque efectivamente existieron dos, DOS, mujeres en sus novelas, las menos conocidas: Mistress Branican, donde la protagonista es una viuda a la que pinta como loca, y en El país de las pieles aparece Paulina Barnett, una aventurera masculinizada. No, pues, ¿gracias? Mejor no las hubieras escrito, Julio.
A ver, tengo contradicciones. Por un lado, no quiero crucificarlo porque lo amo. De verdad me hizo pensar que podía conquistar el mundo. Por otro lado, efectivamente, no es que en el siglo XIX las mujeres tuvieran igualdad en derechos; es más, ni podíamos votar, pero eso no quería decir que no existiéramos. Y en otro ángulo, no puedo dejar de pensar que al mismo tiempo Tolstói era contemporáneo y había publicado un libro llamado La felicidad conyugal (1859), en la que Masha, una chavita de 17 años, era la narradora y la que llevaba las riendas de la historia, “nuestra heroína”.
Y les juro por mis dedos, que se me queden chuecos, que hoy en pleno siglo XXI, Masha es un personaje extraordinario, de los mejores que he leído, no hay un solo rastro de misoginia ni de condescendencia de parte de Tolstói, hasta me sentí rara cuando lo leí y dije: “Ah, caray, como que me estoy identificando con algo que escribió un señor”. Pues sí, sí me pasó y les juro que es brillante.
ME ENCANTARÍA ENCONTRARLE UNA JUSTIFICACIÓN…
Vaya, hasta Charles Dickens, que en 1860 publicó Grandes esperanzas, creó a Estella y a Miss Havisham de manera magistral. Ese es otro de mis libros favoritos. Entonces, tomemos cualquier obra de Julio Verne publicada poquito antes o poquito después de las que mencioné de Tolstói y de Dickens y las mujeres no existen. En el mundo ya estaba, por ejemplo, Carolina Herschel, primera mujer que ganó un sueldo trabajando de científica en la misma época que ellos.
Me encantaría encontrarle una justificación, pero con poquitas referencias que les he presentado no hay manera de ocultar que las mujeres ya estaban presentes en los universos de los dos escritores rusos y en el mundo.
¿Entonces, en esa línea racional, Verne definitivamente pasaba por alto a las mujeres? ¿O qué sucedía? No tuvo hijos regados por el mundo, solo tuvo uno; tampoco se le conoció una fila de amantes. Al final, Verne sí terminó casado, pero fue más a modo de conveniencia que de derretimiento de amor.
¿Será que siempre estuvo muy ocupado en su vida y su carrera como para pensar en las mujeres? ¿Podría ser que estaba tan presionado por sus editores para seguir escribiendo aventuras maravillosas que por eso hasta le daba parálisis facial del estrés?
JULIO VERNE UN POSIBLE MISÓGINO, CUESTIONÓ SONTANG
Julio Verne, un posible misógino, ha sido motivo de estudios y preguntas a partir de una bomba que aventó Susan Sontag cuando escribió: Ciencia ficción revisada. La misoginia de Julio Verne, en donde decía: “[…] Él, porque siempre es un él, defiende a la humanidad como aprendizaje, ya que no se cree que las mujeres sean representativas de los seres humanos en general, sino solo de las mujeres. Una mujer puede representar a las mujeres. Solo un hombre puede representar al hombre o la humanidad, todos. Por supuesto, una protagonista femenina puede representar a un niño, como en Alicia en el país de las maravillas, pero no a los adultos”.
Entonces, si como dijo Susan Sontag que solo “el hombre es representante de la humanidad”, pues sí, la idea de que Verne fue un misógino sería correcta. Aun con todo eso, llevo a Julio muy dentro de mi corazón y no puedo dejar de pensar que él ya había imaginado el internet, los rascacielos, los autos que usaban gas, los viajes a la luna, las armas de destrucción masiva y que nos dio a los chamacos un lugar dónde hacer casita por las noches e imaginar que éramos Los hijos del capitán Grant, aunque no nos dio a una capitana Nemo o una ingeniera Smith de La isla misteriosa.
Mi mamá me dio la vida, pero las historias de Julio Verne, Las aventuras de Sherlock Holmes y La historia interminable me dieron las ganas de vivirla. N
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Magali T. Ortega es creadora de contenidos y de los “Chismecitos literarios”. Puedes conocer más sobre su trabajo en @nenamounstro. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora.