Bien sabemos que, durante los próximos años, las sociedades estarán migrando a una composición social de predominancia adulta. Esto pone sobre la mesa la duda sobre si durante la tercera edad el ser humano toma decisiones financieras asertivas, y cómo podría hacerlo mejor. De esto hablaremos hoy, a partir del estudio realizado en Carver College of Medicine de Iowa.
Durante mucho tiempo se ha considerado a la inteligencia cognitiva como la clave para tomar decisiones. Sin embargo, cada vez más se valida el rol fundamental que representa la inteligencia emocional, especialmente en las etapas maduras de vida.
De acuerdo con las últimas investigaciones en neurociencia aplicada, es necesario un equilibrio entre lo emocional y lo racional para obtener resultados financieros sólidos a largo plazo.
INTELIGENCIA COGNITIVA E INTELIGENCIA EMOCIONAL
Por un lado, tenemos la inteligencia cognitiva. El concepto de inteligencia cognitiva se basa en el razonamiento, la capacidad analítica, la resolución de problemas y la aptitud numérica. La razón ha sido considerada indispensable para las decisiones económicas, ya que desde allí las personas analizan información y comparan opciones para obtener utilidades futuras y prever resultados probables.
Sin embargo, a medida que pasan los años, las habilidades cognitivas están sujetas a disminución, lo que a su vez va deteriorando la capacidad de tomar decisiones. Ante este hecho se intensifican algunos sesgos cognitivos como la aversión a la pérdida y la sobreconfianza que conllevan decisiones financieras subóptimas.
Por otro lado, tenemos la inteligencia emocional, de la cual conocemos muy poco todavía. La inteligencia emocional comprende la conciencia de sí, la regulación emocional, las habilidades sociales y las capacidades empáticas. Durante muchos siglos se ha considerado que las emociones entorpecen las decisiones, pero la neurociencia va descubriendo el enorme valor que tienen las emociones bien gestionadas para las decisiones donde el contexto es difuso.
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL MEJORA CON LA EDAD
Para las personas de la tercera edad, su mundo emocional es un banco de memoria enriquecido con experiencias y percepciones que les permite orientarse ante decisiones financieras complejas. Contextos emocionales como el miedo, la codicia, la culpa y el arrepentimiento tienen una influencia considerable en la percepción del riesgo y la conducta de inversión, privilegiando la profundidad de las decisiones antes que la impulsividad experimentada en la juventud.
Aunado a esto, las habilidades empáticas facilitan la comunicación y la capacidad de negociación, las cuales influyen en la planificación financiera y la gestión de inversiones.
A diferencia de la inteligencia cognitiva, la emocional suele ser relativamente estable a medida que van pasando los años e incluso mejorar, lo que permite compensar las disminuciones cognitivas. Eso que hoy día llamamos sabiduría no es más que una mayor regulación emocional, resistencia ante entornos retadores y paciencia ante la intensidad cotidiana, todas estas habilidades que se reflejan en la gestión de la riqueza intergeneracional y la planificación de legados a los sucesores.
Sin embargo, la dependencia de lo emocional también puede llevar a la toma de elecciones a corto plazo, reaccionar impulsivamente o ser influenciable por otros, poniéndolos en riesgos ante fraudes y esquemas financieros abusivos. Además, recordemos que los sesgos cognitivos son justamente errores de pensamiento crítico ante escenarios difusos, por lo que se pierde objetividad ante los posibles riesgos.
DECISIONES FINANCIERAS RAZONABLES EN LA TERCERA EDAD
Las neurofinanzas ofrecen la perspectiva de la razonabilidad, que se contrapone al raciocinio puro de las finanzas tradicionales. Una decisión razonable radica en encontrar un equilibrio entre la inteligencia cognitiva y la inteligencia emocional. Esto implica desarrollar la capacidad de integrar los análisis con las percepciones emocionales para empoderarse desde su sabiduría a la toma de decisiones informadas que estén alineadas con sus valores personales y sus metas financieras. Sabemos que la información es poder, pero la autoconciencia emocional es justamente el ingrediente que permite la adopción de la educación financiera.
Un aspecto emocional importante son las redes de apoyo, el aprendizaje entre pares, los espacios para la formación conjunta y el asesoramiento profesional (individual o en grupo). Todos los contextos diseñados para el empoderamiento de los adultos mayores con base en sus fortalezas emocionales siempre serán un distintivo a favor.
¿QUÉ DEBEN HACER LOS ASESORES FRENTE A PERSONAS DE LAS TERCERA EDAD?
En el ámbito de la industria, el llamado a los asesores financieros es a equiparse con la empatía y las habilidades humanas que construyen confianza, de forma que sus clientes mayores puedan expresar sus preocupaciones financieras de manera clara y efectiva. Si nos vamos al sector de la banca, un valor agregado sería la capacitación de los empleados en el desarrollo de habilidades blandas específicas para atender con calidad a los adultos mayores.
En conclusión, las neurofinanzas apenas van develando el valor del equilibrio emocional y cognitivo en las decisiones económicas, y la ventaja que esto representa para los adultos mayores en el manejo de sus finanzas. Todavía es mucho lo que podemos lograr en la sociedad actual, si aprovechamos tanto la percepción emocional como el análisis racional para que los adultos mayores se manejen con confianza, asegurando prosperidad para ellos y sus sucesores. N
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Joselyn Quintero es especialista en neurofinanzas, autora de varios libros, conferencista y directora de Armonía F. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora.