Si hubiera una palabra para definir el panorama económico y financiero para los negocios en 2024, sería incertidumbre, ya que son varios los factores que se deben tomar en cuenta: el tema geopolítico, la paridad del peso con el dólar, la inseguridad y el gasto interno en torno a infraestructura y gasto público que sí genere confianza para atraer inversión.
Es una verdad que en los últimos dos años hemos visto un crecimiento económico en el país más allá del esperado. Las proyecciones eran de entre 1.5 y 2 por ciento, y este 2023 termina tranquilamente con alrededor de 3.5 u 3.7 por ciento. ¿Esto es producto de alguna estrategia del gobierno? ¿Es producto de la casualidad? ¿O tenemos que seguir hablando del efecto pandemia y postpandemia? Y es que no podemos dejar de ver que la pandemia aún tiene sus efectos en la economía. No es un secreto para nadie que todo el tema que vimos en 2021 y 2022 con las cadenas de suministro a nivel mundial causó, entre otras cosas, problemas en los inventarios que tienen a ciertos sectores que tuvieron que realizar pedidos mayores a un año con compromisos de pagos importantes y un lento o nulo movimiento por la caída del consumo en la economía norteamericana.
Postpandemia Es importante no dejar de lado que hay ciertos rubros que siguen resintiendo de manera importante el efecto postpandemia, como es el sector transporte terrestre de carga. Este fue uno de los más sensibles y que más auge tuvo durante el ejercicio fiscal 2020 y 2021, pero en 2022 tuvo su tope máximo y en 2023 tuvo una caída estrepitosa. Es decir, que el servicio de carga terrestre se ha devaluado en el cobro por milla o por kilómetro debido a la sobreoferta, la baja de consumo y los compromisos que este tipo de empresas adquirieron con las armadoras de tractocamiones. Hemos visto que hay empresas que están renunciando y prefieren pagar penalizaciones en lugar de adquirir nuevos equipos simplemente porque no hay demanda del servicio. Esto lo debemos atribuir únicamente al proceso de estabilización de la economía dentro del efecto postpandemia.
Entonces, ¿por qué hemos crecido? Porque evidentemente hubo ciertos sectores de la economía que influyeron, sin dejar de lado el tema de remesas de nuestros paisanos en Estados Unidos. Pero tenemos que analizar si esto va a tener un impacto positivo o negativo en 2024 y qué hacer en el entorno empresarial.
Entorno Geopolítico No podemos dejar de lado el tema geopolítico. Hablar de que el fortalecimiento del peso se debe exclusivamente a temas de política estricta económica por el Banco de México sería quedarnos cortos. Es evidente que los costos de la energía a nivel mundial y los efectos no medidos de las guerras en Ucrania, Israel y ahora en Yemen evidentemente no han tenido el efecto económico que la historia ha reflejado en ese tipo de conflictos armados para nuestro vecino del norte. Esto ha provocado que el dólar no sea la moneda de uso más cotidiano en ciertas economías importantes, por lo que la moneda estadounidense ha tenido una pérdida de valor y que el gasto interno en los Estados Unidos se vea afectado por el financiamiento de la guerra, situación que muy posiblemente ocasionará el temido freno en la economía estadounidense para 2024.
A Nivel Nacional No podemos decir que el peso revalorizado (súper peso) es sinónimo de una correcta política económica del gobierno en turno. Es producto de una autonomía del Banco de México que tiene una política estricta de independencia y que ha mantenido tasas de interés altas que, a lo que están llevando, es ser atractivos para la inversión porque estamos pagando tasas más altas que nuestros vecinos más cercanos. Pero, ¿cuánto tiempo podremos mantener eso?
El tema político nacional tampoco puede quedarse de lado sin analizar el entorno local. Viene una elección importante a nivel federal: Presidencia de la República, Congreso, Congresos locales y al menos 9 gubernaturas, y muchas munícipes. Esto evidentemente está destinado a influir de manera importante en el aspecto económico del país, es decir, las precampañas apenas arrancan y ya vemos el nivel de violencia con el cual se está atentando contra la vida de los precandidatos.
Pensando en un mundo ideal, en el que el ciudadano pueda ejercer libremente su voto, que tengamos una transición pacífica y efectiva; tenemos que ser muy honestos en pensar que el próximo mandatario federal tiene un compromiso mayúsculo. De manera suave pero muy continua, este gobierno en turno ha aumentado indiscriminadamente el gasto público, sin generar ingresos importantes. Por lo tanto, al cierre de 2023 y para iniciar este 2024, veremos el déficit más alto en la historia de los últimos 30 años del país, pero ¿qué quiere decir esto?, que solamente estamos pateando el bote.
Qué bien que tengamos programas sociales a nivel constitucional, pero qué mal que no tengamos la manera de generar los recursos para poderlos mantener, sostener, mejorar e incrementar. Ninguna bolsa alcanza si solo se le saca y no se le meten al menos proporcionalmente recursos.
En este sentido, la realidad que va a enfrentar el próximo gobierno es un entorno en el cual evidentemente debe meterle mano al tema fiscal, y no solo incrementando impuestos, sino incrementando la base de contribuyentes. Porque es evidente que los esquemas de los últimos 20 años para llegar a contribuyentes nuevos como el Régimen Simplificado de Confianza en la actualidad no han tenido el efecto esperado en la recaudación.
¿El Nearshoring como Salvador de la Economía del País? Los efectos del Nearshoring ya los estamos viendo. Si hablamos de construcción de parques industriales en la franja norte y centro del país, vemos un crecimiento y esto responde a la demanda y necesidad de empresas extranjeras que quieren invertir en México. Sin embargo, esto no es suficiente por la incertidumbre en el tema político – económico. Pero, además, hay dos factores que atentan contra la inversión: la inseguridad en el país, ya que vemos que ni siquiera las cadenas de suministro están garantizadas porque constantemente hay robos por parte del crimen organizado, así como los cobros de piso. Y el segundo factor que es la carta de supremacía que hemos venido manejando los últimos 24 meses: El Súper Peso que realmente nos vuelve caros en materia de mano de obra, mengua los ingresos por exportaciones y eso limita la inversión extranjera. En el momento que se encarece la moneda local se contrapone a los intereses del inversionista que busca optimizar recursos para generar riqueza. Pero ganaríamos esta batalla de la relocalización de empresas si tuviéramos factores, como los de infraestructura y seguridad, resueltos.
Finalmente, vemos que el gobierno sigue con inversión importante para ciertos sectores que sabemos que no van a detonar un efecto importante en la economía. El hecho de seguir invirtiendo en combustibles fósiles, la apuesta del tren maya, el fallido aeropuerto Felipe Ángeles y las próximas propuestas presidenciales de reformas constitucionales (autonomía de la corte, los recursos de las afores y esquema de pensiones, electoral, etc.) son temas que no abonan al crecimiento mediato y sostenido de la economía, pues crean incertidumbre en el inversor.
Con todo ello, sí, el panorama es de incertidumbre, pero la parte importante que debemos tener hoy en día es que debemos actuar con cautela, debemos estar muy atentos a todos los hechos que puedan afectar nuestro entorno de negocios, tenemos que ser disciplinados, pero no ser conservadores en exceso. Las oportunidades que tengamos debemos tomarlas y hay que seguir apostando por generar inversión en el país y mantener las fuentes de empleo.
Debemos estar bien asesorados y pendientes de medidas que de corte electorero pueden afectar o dar un golpe fuerte a la economía en este 2024, como lo es la reforma laboral que se sigue postergando y que incluye la reducción de la jornada laboral, donde todos los análisis sobre el tema arrojan un panorama desfavorable para el sector empresarial, es decir, reducir la jornada laboral va a generar costos de entre 18 y 25 por ciento más a las empresas para suplir al personal que trabajará menos, pero eso sí, con un efecto mediato en el incremento de recaudación fiscal y de seguridad social relacionados con la nómina.
Hablando del entorno regional, en Baja California es evidente que hay inversión importante en infraestructura en las principales ciudades del Estado, pero no era momento de cargar la mano en materia de impuesto sobre la nómina, ya que los incrementos en este rubro con cargo al sector patronal nos tienen en una disyuntiva de ser ya la entidad federal con el Impuesto Sobre la Nómina más caro. Esto, aunado a la posible reducción de la jornada laboral y las últimas reformas laborales, tiene al sector empresarial muy presionado con una clara desventaja ante la posibilidad de atraer inversión nueva.
Tenemos un reto importante frente a nosotros. Hay que ser cautos, pero no hay que dejar de avanzar y confiar en que la única forma de salir adelante es generando condiciones óptimas también para la micro, pequeña y mediana empresa, que son quienes sostienen al país.
Armando Bruguera Cortés: Contador Público especialista en Impuestos Corporativos, Asesor fiscal en sectores como Inversión Extranjera, Cadenas de Suministros, Servicios, Detallista y Tax Tecnology con más de 27 años de experiencia y facilitador de diversos temas fiscales. N