Científicos australianos extrajeron del océano 25 ejemplares de una rara especie de peces con manos para asegurar su conservación ante el calentamiento del océano, la destrucción de su hábitat y los depredadores.
Solo quedan en libertad unos 100 ejemplares de esta especie de braquionictíidos, que tienen aspecto de un pez dorado y carmesí con brazos gruesos y manos con membranas. Viven en una pequeña sección de un arrecife de coral en el sudeste de la isla de Tasmania, Australia.
Con una longitud de 8 centímetros, estos animales no nadan, “caminan” por el suelo oceánico. Sin embargo, la voracidad de los erizos de mar, la destrucción humana de su entorno y el aumento de las temperaturas marinas han resultado en “una severa degradación y pérdida de su hábitat”, según el Instituto de Estudios Marinos y Antárticos de la Universidad de Tasmania.
Por esta razón, científicos del Instituto de Estudios Marinos decidieron recientemente sacar a decenas de ejemplares de su hábitat y los colocaron en acuarios para conservar la especie.
“Este verano ya ha superado de largo las temperaturas máximas previas. Solo podemos asumir que este estrés adicional impactará en una población ya frágil”, explicó la científica marina Jemina Stuart-Smith.
LA ALIMENTACIÓN DE LOS PECES CON MANOS
Su compañero Andrew Trotter aseguró que disponen de “personal muy experimentado vigilando a los peces siete días a la semana”. “Creemos que están bastante a salvo con nosotros, pero hay un sentimiento de alta responsabilidad en el equipo dada lo pequeña que es la población salvaje”, agregó.
El deseo del equipo científico es devolver a los animales a su hábitat natural cuando las temperaturas marinas disminuyan al comienzo del invierno austral en junio.
En 2018, la investigadora Antonia Cooper y su equipo de investigación del Instituto de Estudios Marinos y Antárticos de la Universidad de Tasmania encontraron a estos peces con manos. En ese entonces, informaron que medían entre 5 y 12 centímetros y que se alimentaban de pequeños crustáceos y gusanos.
Los peces que se desplazan por el lecho marino ayudándose de sus extremidades, se observaron por primera vez cerca de Port Arthur, en la península de Tasmania, a principios del siglo XIX. De acuerdo con un artículo de National Geographic, estos animales están en peligro de extinción. Depositan sus huevos al pie de las algas, siendo derribados o zarandeados por bañistas o barcos, sin esfuerzo alguno. N
(Con información de AFP)