Con una población mundial proyectada de 9.7 mil millones de personas en 2050 y 10.3 mil millones en 2100, según la División de Población de las Naciones Unidas, la demanda de alimentos aumentará exponencialmente. Asimismo, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha advertido que para satisfacer esta necesidad básica, la producción de alimentos deberá aumentar en un 70%.
Ante este hecho, la proteína de insectos se ha presentado como una solución viable y sostenible. Según un estudio de la ONU, los insectos han formado parte de las dietas tradicionales en al menos 2 mil millones de personas debido a su riqueza en proteínas, lípidos, vitaminas y minerales, con comparaciones favorables a la proteína animal, especialmente en términos de contenido de hierro.
Empresas especializadas en brindar servicios de alimentación, como Corporativo Kosmos, en asociación con la empresa francesa Ynsect, han explorado soluciones innovadoras para el futuro de la alimentación mundial que contribuyan a mitigar la preocupación por la seguridad alimentaria y la sostenibilidad ambiental. En este contexto, voceros de esta corporación han destacado la utilización de proteínas de insectos como una alternativa prometedora para garantizar la seguridad alimentaria, aunque enfrenta desafíos significativos.
Los grillos, gusanos de harina y moscas soldado-negro, al ser procesados para convertirse en polvos de proteína y suplementos alimenticios, representan una notable solución para reemplazar el consumo de carne a nivel global. Estos insectos muestran un claro potencial en la creación de productos atractivos y nutritivos, evidenciando una alternativa prometedora en la búsqueda de opciones más sostenibles y saludables, explicó uno de los voceros de Corporativo Kosmos, empresa con 60 años en el sector de alimentos.
Consumir proteína de insectos, clave para el cuidado del medioambiente
Asimismo, las ventajas que ofrece la proteína de insectos en términos de cuidado ambiental son destacables. En términos comerciales, su producción ofrece una opción al menos 10 veces más económica que la carne de res, cerdo y pollo. Este notable ahorro se justifica debido a que la producción de un kilo de insectos requiere apenas cuatro veces menos alimento, ocupa 11 veces menos espacio y utiliza un 30% menos de energía en comparación con el equivalente en carne de vacuno.
En lo que respecta a la sostenibilidad, Corporativo Kosmos hizo hincapié en que la producción de un kilo de proteína de insectos, en comparación con su equivalente en carne de vacuno, demanda menor suministro de agua, ya que los insectos extraen el agua de su alimentación. Además, detallaron que la huella hídrica en las granjas de insectos es mucho menor que la asociada a la ganadería tradicional. A este beneficio se añade el hecho de que su cultivo no genera contribuciones al efecto invernadero, en contraste con la producción de proteína tradicional, que se estima que genera entre 10-100 veces más gases de efecto invernadero por kilo de carne producida.
Sin embargo, el sector de las proteínas de insectos enfrenta desafíos como el debate sobre si los insectos son criaturas sintientes, lo que agrega complejidad al panorama.
Finalmente, el marco normativo también desempeña un papel crucial. Los especialistas en alimentos de esta empresa mexicana destacaron que los insectos comestibles se consideran alimentos novedosos, pero requieren una evaluación previa. Esto se realiza con el fin de identificar posibles riesgos para la salud, cumplir con regulaciones específicas, determinar su valor nutricional, abordar aspectos de sostenibilidad y comprender la aceptación del consumidor.
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