En México las mujeres representamos el 52 % de la población de acuerdo al INEGI, por lo que hablar de feminismo debería ser un tema prioritario para abordarlo en el ámbito social, económico, político, académico y laboral.
El movimiento feminista ha sido transformador y revolucionario en su implementación en el mundo, pero particularmente en nuestro país ha visibilizado a las mujeres como individuos sujetos a derechos y oportunidades evidenciando la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres respecto al acceso en cualquier ámbito de desarrollo como individuos en el tema educativo, laboral, político, cultural, económico; por mencionar algunas aristas que constituyen el vasto universo de nuestra sociedad.
Pero la aprehensión del feminismo no ha sido fácil y en ocasiones, como ha sucedido en México; la tropicalización y manipulación de sus objetivos a la vida diaria ha repercutido en ideas que dificultan su entendimiento y entorpecen el camino de las mujeres que luchamos por adoptarlo con el fin de lograr ámbitos de desenvolvimiento más equitativos y justos que abonen a reducir la discriminación a razón de género.
Tal es el caso de la paridad de género, concepto que se hizo presente en nuestra Constitución en el año 2014 y con el transcurso de los años concluyó en una armonización legislativa a nivel federal y local; este versa sobre la obligación de los partidos para postular igualitariamente candidaturas entre hombres y mujeres.
Lo anterior a propósito de que nos encontramos cercanos a los próximos comicios electorales más grandes en nuestro país por el número de puestos de elección a contender; los cuales de manera histórica y por primera vez la presidencia de la República se debate entre dos mujeres.
Parecería entonces que de manera superficial este principio si ha beneficiado la reducción de la brecha de género, particularmente en el caso de la política en México.
Pero analicémoslo más allá del ámbito público y extendámoslo a la iniciativa privada en el tema laboral, dónde las mujeres en el año 2023 según el International Bussines Report ocupan a nivel mundial el 32,4 % de los puestos de alta dirección de empresas mid- market y cada vez son más las empresas que al parecer se abren a la idea de tener mujeres ocupando puestos jerárquicos de mandos medios y superiores; entonces si el derecho de las mujeres al acceso al mundo laboral ya sea público o privado se ha favorecido por el principio de paridad ¿por qué las mujeres se sienten aún más discriminadas?.
La respuesta a este cuestionamiento se encuentra en la reinterpretación que se ha dado al concepto de paridad en nuestro país, así como la manipulación del mismo para reducirlo simplemente al cumplimiento de una cuota de género que en muchos casos no atiende al piso parejo entre hombres y mujeres que busca el feminismo y tampoco representa igualdad entre las mismas mujeres que pretenden contender.
Esa cuota de género se traduce en mujeres que permiten que a través de ellas siga permeando la cultura machista y misógina, que privilegia los intereses de los hombres procurando mantener el control dentro del mismo grupo opresor, pero ahora con el rostro de mujer disfrazando así un falso feminismo.
El peor escenario en esta simulación sucede entre las mujeres, dentro de las cuales existe el grupo de aquellas que han experimentado el despertar al movimiento feminista adoptándolo como estilo de vida contra aquellas que aún no entran en ese proceso reflexivo y por tanto, continúan perpetuando la cultura machista y misógina en la cual (de forma equivocada), consideran encuentran privilegios únicamente a través de los hombres; por lo que las mujeres no solo deben competir y demostrar a estos que tiene las mejores competencias entendidas como el conjunto de conocimientos, capacidades y actitudes; sino también enfrenta una lucha entre sus congéneres que las descalifican.
Las mujeres debemos hacer del feminismo un estilo de vida aprehendiendo que la lucha de este no es la polarización entre mujeres que retroceda el avance de logros obtenidos que han reducido la discriminación y desigualdad histórica respecto de los derechos y oportunidades que tenemos en comparación a los hombres, sino una contienda que rompe paradigmas sociales suplantándolos por aquellos que promueva un estado equitativo, justo, paritario e igualitario entre géneros. N