El antílope saiga, que vagaba por la estepa euroasiática junto a los mamuts lanudos, ha sido recuperado de su casi extinción gracias a los esfuerzos de conservación. El estado de la lista roja del antílope saiga ha cambiado de “en peligro crítico” a “casi amenazado”, gracias a esfuerzos efectivos nacionales e internacionales.
Este raro triunfo se debe a importantes esfuerzos de conservación a lo largo de dos décadas, que han visto la notable recuperación de las poblaciones de saiga en Kazajstán desde un peligroso mínimo en 2005 de solo 39,000 a la población actual estimada de casi 2 millones. Ha habido un esfuerzo considerable para restaurar la población por parte de los gobiernos kazajos y de otros estados del área de distribución, así como organizaciones de investigación.
EL ANTÍLOPE SAIGA Y LA CAZA FURTIVA
La población actual del antílope saiga en Rusia es de 38,000, frente a 4,500 en 2016, mientras que Uzbekistán alberga aproximadamente 500 saiga, de las cuales aproximadamente 200 fueron descubiertos por primera vez en la región del mar de Aral en 2021, y los 300 restantes están aisladas por barreras creadas por el hombre.
En noviembre de 2023, un censo de la subespecie mongol informó una población de 15,540 individuos. No ha habido casos de caza furtiva desde 2018, cuando el nivel de población era 3,391.
La especie solo se recuperará por completo si recobra su papel en el ecosistema en toda su área de distribución, ya que la caza furtiva, el comercio ilegal, las enfermedades, el cambio climático, las perturbaciones y el desarrollo de infraestructuras representan una amenaza para el saiga.
La nueva categoría de especie “casi amenazada” refleja el potencial de que su estado se deteriore rápidamente en ausencia de acciones de conservación en curso. El compromiso de la comunidad conservacionista es inquebrantable en su apoyo a esta especie icónica.
UNA POBLACIÓN QUE SE DESPLOMÓ
Los antílopes saiga han vagado por la Tierra desde la última Edad del Hielo, sobreviviendo a especies extintas icónicas como los mamuts lanudos y los tigres dientes de sable, y desempeñan un papel crucial en el ecosistema como pastoreo selectivo, influyendo en las estructuras de la vegetación, distribuyendo nutrientes y, a su vez, apoyando la biodiversidad en todo el mundo.
Hay dos subespecies: Saiga tatarica tatarica (que se encuentra en la mayor parte del área de distribución) y Saiga tatarica mongolica (que se encuentra sólo en Mongolia). A pesar de que alguna vez migraron a través de Europa del Este, Asia y Alaska, actualmente solo se encuentran en poblaciones fragmentadas en Eurasia, Kazajstán, Mongolia, Rusia y Uzbekistán.
Se estima que había un millón de saigas en Rusia y Asia Central a principios de los años 1990, pero en 2003 su número se había desplomado, quedando solo el 6 por ciento de la población.
COMERCIO ILEGAL DEL ANTÍLOPE SAIGA
Las razones del declive son complejas. Décadas de caza furtiva criminal incontrolada de carne y cuernos (exportados para el comercio de medicinas basadas en creencias en Asia), desde la desintegración de la Unión Soviética, llevaron a una caída catastrófica de las cifras.
Esto, combinado con el creciente desarrollo de infraestructura lineal y extractiva con su consiguiente fragmentación del hábitat, junto con el continuo comercio ilegal y la demanda en los países consumidores, todo ello combinado con el cambio climático, ha llevado a la especie a una mayor disminución.
Hablando en el programa Today de BBC Radio 4 este 12 de diciembre, la profesora de Oxford Dame EJ Milner Gulland, cofundadora y presidenta de Saiga Conservation Alliance , enfatizó la importancia de la cooperación que involucra a gobiernos, académicos, organizaciones benéficas y especialmente a la población local.
“Todos iban en la misma dirección”, dijo. “La población local tiene que poder trasladarse a otros medios de vida porque hubo una gran tendencia hacia la caza furtiva”, concluyó. N