En el panorama de la innovación tecnológica en continua evolución, la intersección de la inteligencia artificial (IA), la computación cuántica y la ciberseguridad plantea desafíos y amenazas únicos para la continuidad del negocio y la estabilidad social. El progreso exponencial en estas áreas ha amplificado significativamente su impacto en la vida cotidiana de las personas en todo el mundo. Una parte importante de esta convergencia tecnológica es la transición a la criptografía postcuántica (PQC), un área que aún se encuentra en sus etapas incipientes a pesar de los agresivos esfuerzos de investigación y desarrollo.
Recientemente tuve una conversación con uno de los expertos en criptografía postcuántica, el profesor Delaram Kahrobaei , que generó preguntas importantes sobre cómo aprovechar PQC de forma segura en aplicaciones críticas. Según Kahrobaei, la estandarización es fundamental para dar forma al futuro de PQC y los recientes incidentes de ciberseguridad subrayan la urgencia de continuar con el criptoanálisis y la diversificación en posibles problemas postcuánticos.
Kahrobaeri destacó algunas pruebas recientes de nuestra falta de preparación colectiva para la era postcuántica, cuando investigadores del Real Instituto de Tecnología KTH de Estocolmo lograron descifrar algoritmos de cifrado postcuánticos recomendados por el NIST utilizando algoritmos de IA adversarios en febrero de 2023. Esto sigue a los avances en julio de 2022 y luego en marzo de 2023, cuando investigadores de Meta AI, la Universidad de Chicago, la Universidad de Birmingham y otros participaron con éxito en ataques basados en algoritmos de aprendizaje automático contra candidatos de cifrado recomendados por el NIST. Estos avances han aumentado las preocupaciones sobre la seguridad y confiabilidad del PQC en su estado actual.
La inteligencia artificial recursiva adversaria representa un salto potencial en la tecnología de aprendizaje automático, pero también conlleva una serie de desafíos. Se refiere a una forma de IA que aprende y mejora de forma iterativa sus capacidades para derrotar a los sistemas de seguridad u otras IA. Esto podría incluir descifrar algoritmos criptográficos, como en el caso del equipo sueco de KTH y Meta AI que logró descifrar algoritmos de cifrado postcuánticos. A medida que estos sistemas evolucionen, podrían potencialmente superar la capacidad humana para comprender y contrarrestar sus estrategias, lo que conduciría a una “carrera armamentista” en la tecnología de IA.
Nuestra infraestructura digital actual podría enfrentar graves perturbaciones en caso de una transición apresurada a la computación postcuántica para nuestras funciones críticas. Los servicios esenciales que dependen en gran medida de los estándares criptográficos actuales, como las redes eléctricas, las redes de telecomunicaciones y los sistemas satelitales, pueden volverse vulnerables a los ataques de adversarios con capacidad cuántica. La interrupción de estos servicios críticos podría causar un caos generalizado, afectando todo, desde los sistemas de respuesta a emergencias hasta la entrega de recursos vitales. Esto podría provocar pérdidas financieras masivas, sin mencionar poner en peligro vidas, ya que nos hemos vuelto muy dependientes de estos sistemas digitales para nuestra supervivencia y funcionamiento diario.
En concreto, los sectores bancario y financiero podrían verse gravemente afectados por esta transición. Los sistemas bancarios actuales se basan en complejos algoritmos criptográficos que protegen nuestras transacciones, información personal y otros datos financieros. Un ataque cuántico exitoso podría comprometer la integridad de estos sistemas, lo que provocaría enormes consecuencias económicas. Además, la reciente importancia de la cadena de bloques resistente a los cuánticos que se encuentra en la raíz de las criptomonedas bitcoin ha atraído el interés de muchos investigadores.
Del mismo modo, nuestro sistema de transporte, que depende de una comunicación segura para todo, desde la gestión del tráfico hasta el control de vehículos autónomos, podría verse gravemente afectado. Una brecha en este sector podría provocar fallas catastróficas, comprometiendo la seguridad y causando daños económicos importantes. Las implicaciones son de gran alcance y subrayan la urgente necesidad de asegurar nuestro futuro postcuántico.
El futuro del mundo digital depende de nuestra capacidad para crear sistemas criptográficos robustos, seguros y eficientes que puedan resistir las amenazas potenciales que plantean las computadoras cuánticas y los sofisticados algoritmos de inteligencia artificial. Como tal, una investigación exhaustiva y rigurosa, junto con un criptoanálisis continuo, es de suma importancia. Es imperativo que los gobiernos, las instituciones de investigación y los líderes de la industria trabajen en colaboración para superar estos desafíos, garantizando la protección continua de la infraestructura digital global y la privacidad individual en la era postcuántica.
Hay muchos esfuerzos en camino por parte de las principales empresas tecnológicas en esta área. Como ejemplo, Google acaba de publicar claves criptográficas que supuestamente pueden resistir ataques de computación cuántica. Sin embargo, la estandarización de dichas tecnologías es fundamental para que este sea un esfuerzo significativo para crear una infraestructura segura para nuestro futuro.
Una carta abierta de expertos en IA de marzo de 2023 defendió la necesidad de pausar los desarrollos de IA hasta que comprendamos mejor todas las implicaciones de nuestro rápido progreso. Los investigadores que trabajan en la intersección de la ciberseguridad y la computación postcuántica, como Kahrobaei, apoyan este llamamiento desde la perspectiva de la ciberseguridad. Hacer una pausa no se trata simplemente de retrasar el progreso; se trata de garantizar la sostenibilidad y la seguridad a largo plazo frente a los rápidos avances tecnológicos.
El rápido ritmo del progreso en la computación cuántica y la IA puede potencialmente superar nuestra capacidad para comprender y abordar los riesgos multifacéticos asociados con ella. Una pausa proactiva en esta búsqueda incesante de avances nos permite hacer un balance de dónde estamos, evaluar las implicaciones de las nuevas tecnologías en las estructuras sociales y diseñar estrategias que mitiguen los riesgos asociados. Nos permite entablar el diálogo necesario entre sectores (gobierno, academia, industria y sociedad civil) para generar consenso sobre estándares éticos de uso, marcos regulatorios y precauciones de seguridad.
Esta pausa es vital para garantizar que la transición a la computación postcuántica no comprometa la seguridad, la privacidad y la confiabilidad que forman la columna vertebral de nuestro mundo digital y que los beneficios de estas tecnologías innovadoras puedan realizarse de manera segura y responsable.
Como líderes empresariales en tecnología, me gustaría instar a todos los que trabajamos en las industrias impulsadas por la IA a que apoyemos un enfoque reflexivo y mesurado ante el impulso incesante para ampliar la investigación en inteligencia artificial y computación cuántica, hasta que tengamos las salvaguardias adecuadas que aseguren nuestro futuro digital. N
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