¿Qué sucede en tu cerebro cuando consumes una dieta rica en grasas? Un equipo de investigadores de Memorial University of Newfoundland (MUN), en Canadá, identificó una vía inflamatoria del cerebro que vincula las dietas ricas en grasas con la activación de las neuronas que incrementan el apetito y, por ende, llevan al aumento de peso.
“Desde hace tiempo se sabe que los alimentos con alto contenido de grasas ocasionan inflamación cerebral de baja intensidad”, informó Lisa Fang, candidata al doctorado en MUN y autora principal del estudio.
Dicha inflamación se localiza sobre todo en el hipotálamo, región cerebral que interviene en la homeostasis [el equilibrio entre todos los sistemas del cuerpo necesarios para sobrevivir y funcionar de forma adecuada] y que también participa en la regulación del apetito.
Por otro lado, la inflamación de esa misma región también se ha asociado con la pérdida de peso secundaria a una enfermedad. Entonces, ¿cómo es posible que la inflamación de esa parte del cerebro cause tanto pérdida como aumento de peso?
Para empezar, tenemos que entender cómo interviene el hipotálamo en la regulación del equilibrio energético del cuerpo. Aquí entra en juego una vía denominada sistema MCHérgico, el cual está integrado por ciertas neuronas del hipotálamo que sintetizan un neuropéptido crítico llamado hormona concentradora de melanina (MCH, por sus siglas en inglés).
A juzgar por el nombre, cualquiera pensaría que esa molécula desempeña un papel en el color de la piel y en la pigmentación de los ojos. Sin embargo, su función tiene mucho más que ver con el balance energético del cuerpo.
“Detectada, inicialmente, en peces, la hormona concentradora de melanina es una molécula que concentra melanina en la piel y ocasiona que esta cambie de color”, explicó Fang.
¿CÓMO EL CEREBRO ES UN DETONANTE DEL AUMENTO DE PESO?
“No obstante, también encontramos esa hormona en las células cerebrales de los mamíferos, donde sus funciones mejor conocidas incluyen propiciar el sueño, regular la memoria y el estado de ánimo, así como estimular la ingesta y disminuir el gasto energético, combinación que propicia el aumento de peso”, añadió la experta.
Ahora bien, lo que Fang y su equipo descubrieron es que esas neuronas pueden activarse mediante moléculas inflamatorias conocidas como prostaglandinas, en específico la PGE2.
“La PGE2 tiene una función bien descrita en el desarrollo de fiebre y otros síntomas de enfermedad, incluida la pérdida de apetito. Por ello, nos pareció sorprendente que una molécula que inhibe el apetito también lo estimule”, reveló Fang.
Entre tanto, el equipo halló que la dieta occidental, rica en grasas, estimula la producción de las antedichas moléculas inflamatorias. Pero, ¿cómo es que esas moléculas del cerebro precipitan tanto la pérdida como el aumento de peso?
A decir de los autores, todo es cuestión de concentraciones: en baja concentraciones, la PGE2 activa las neuronas MCH. En tanto, concentraciones más elevadas tienen el efecto de inhibir dichas células cerebrales.
Al respecto, diversas investigaciones han demostrado que las dietas ricas en grasas ocasionan inflamación de poca intensidad, lo que podría explicar que esas dietas estén asociadas con un incremento del apetito y el aumento de peso.
En cambio, las enfermedades inflamatorias —que suponen un proceso inflamatorio más acentuado— inducen concentraciones mucho más altas de PGE2, lo que a su vez resulta en una pérdida de peso.
HUBO PRUEBAS EN RATONES
A fin de desentrañar el papel de las moléculas inflamatorias en el aumento de peso y en la activación de las neuronas MCH, los investigadores recurrieron a la ingeniería genética para producir ratones machos y hembras que no tuvieran los receptores que interactúan con PGE2.
¿El resultado? Como esperaban, los animales sometidos a una dieta rica en grasas y carentes de esos receptores tuvieron una ingesta calórica menor, aumentaron menos de peso y presentaron menos depósitos de grasa en el hígado.
El estudio, publicado el 17 de julio en la revista Proceedings of the National Academy of Science, aporta información muy importante para el diseño de nuevos tratamientos contra la obesidad.
“Nuestra investigación se suma al creciente cuerpo de evidencias que apuntan a que la inflamación es un factor crítico en la obesidad, lo cual sugiere que la combinación de dieta y tratamiento antiinflamatorio podría ser útil para el control de peso”, propuso Fang.
La científica dijo tener confianza en que los hallazgos de su equipo ayuden a desarrollar nuevas terapias contra la obesidad. En ese sentido, agregó: “Es de esperar que los tratamientos que bloqueen el mecanismo descrito en nuestro estudio tengan un efecto importante en el combate de la obesidad”.
Aun así, la investigadora hizo hincapié en la importancia de que dichas terapias sean “tan específicas para este mecanismo como sea posible, ya que la PGE2 desempeña funciones adicionales en el cerebro y en muchos otros tejidos del cuerpo.
Asimismo, es indispensable identificar los efectos colaterales potenciales, y hacer pruebas de seguridad exhaustivas antes de usar cualquier estrategia como tratamiento”, concluyó Fang. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)