Leer a María Mínguez es una experiencia sumamente reveladora: efectivamente, “lo que no se nombra no existe”, y lo que atraviesa los cuerpos de las mujeres es raramente nombrado. Durante años hemos existido desde los secretos y la periferia. Ya va siendo hora de que nuestro existir se nombre desde todas las existencias posibles. En entrevista con Newsweek en Español, la autora nos revela el proceso de escribir el libro Nombrar el cuerpo y la libertad que nombrarse le ha otorgado.
En su caseta de escritura y a pocos meses de cumplir 50 años, la escritora decidió celebrar su cuerpo, y lo hizo escribiendo 50 términos que sentía relacionados con la experiencia de vivir en un cuerpo de mujer. Los primeros que llegaron a su pluma tenían que ver con la lucha obrera, así pudo observar cómo “las mujeres se pasan la vida negociando, protestando y renunciando a cosas para ocupar el espacio que quieren ocupar”.
La cascada de palabras que siguieron a estas estaba relacionada con el movimiento feminista: cuidados, trabajo emocional, hábitat y medioambiente, por ejemplo. Después escribió “dignidad”, que tiene que ver con la lucha queer “porque nuestra lucha consiste en obtener esa dignidad”.
Ya con todos los papelitos pegados en su espacio creativo, María se retó a sí misma: “María, la focalidad está en tu propio cuerpo, la voz narrativa es la tuya, y siempre que te sientes a escribir tienes que tocar al menos uno de esos 50 temas; con lo demás eres libre de hacer lo que se te dé la gana”.
HACE LO QUE SE LE DA LA GANA
En Nombrar el cuerpo María hace lo que se le da la gana: ensayo, relato, listas, notas al pie, poemas, todo sin perder de vista que lo que quería era nombrar su cuerpo. “Empiezo a escribir y me doy cuenta de que lo que quiero es explorar el cuerpo de la mujer, porque enseguida me voy a temas más grandes. Y acaba siendo un texto que va de la fisicalidad mas absoluta de este cuerpo a lo más colectivo y sistémico”.
Cada texto es una experiencia, un viaje en el que como lectora también comienzas a nombrar tu cuerpo, incluso con las experiencias que el propio cuerpo no comparte. “Con cada nuevo texto yo le pongo un oído al cuerpo, al mío, y él dicta el formato. Lo más importante ha sido escuchar”.
Esta lectura nos permite reconocer el derecho de existir del cuerpo de toda mujer a partir del de María: un cuerpo que es queer, que está enfermo, que materna y que es migrante. Todas esas realidades que atraviesan ese cuerpo se convierten en un punto de entrada para hablar de temas mucho más grandes.
MARÍA MÍNGUEZ Y EL CUERPO NO NOMBRADO
“De pronto te das cuenta de todo lo que conlleva asumir la invisibilidad del cuerpo no nombrado, todo lo que estás negociando, a todo lo que renuncias. Al fin y al cabo, se trata de reivindicar el derecho de existir a través de visibilizarnos. Porque llega un momento en la escritura en el que empiezo a entender por qué crecí tan enojada e indignada, solo que en mi adolescencia no tenía el vocabulario para expresarlo. Ahora, con todo este nuevo lenguaje y sentido común que acompaña a las nuevas generaciones, he aprendido a vivir en una nueva piel. Eso me hizo sentir unas ganas tremendas de regresar a través de la memoria de este cuerpo y de visibilizar a esa niña, adolescente y mujer desde esta nueva forma tan bella de habitar y de ser mujer”, reflexiona.
Este libro ha permitido a María Mínguez recolocarse, nombrarse y colocarse en su sitio intelectual y espiritualmente. la escritora ha utilizado su propio cuerpo como vehículo para nombrar todo lo demás con la aspiración de que así lo lean.
Para María, Nombrar el cuerpo: la fortuna de ser una mujer queer a los 50, “ha sido un viaje, como recolocar los muebles de la cabeza, y se ha quedado con una sensación de calma, paz y plenitud increíbles”.
Durante la entrevista, María habló de compartir este viaje por la memoria y el cuerpo con otras mujeres, y al menos conmigo ha recorrido un bello e inesperado camino. ¡Gracias! N