Hacia finales de marzo pasado, el lunes 27, una persona abrió fuego en un colegio privado del sur de Estados Unidos y mató a tres niños y tres adultos antes de ser abatida por la policía. De acuerdo con las autoridades, la persona, de 28 años, fue identificada como Audrey Hale y residente de Nashville.
A la zaga de ese tiroteo, la policía describió a la persona perpetradora como un “exalumno transgénero”, revelación que dio pie a especulaciones sobre que la terapia de reemplazo hormonal pudo ser un factor determinante para el ataque.
Según John Drake, jefe de la policía de Nashville, la tiradora, de nombre Audrey Elizabeth Hale, era una persona transgénero, mas no aclaró cuál era el género con el que Hale se identificaba. Según The New York Post, Hale utilizaba pronombres masculinos en sus perfiles en línea e incluso se hacía llamar Aiden. Con todo, se desconoce si la agresora se había sometido a una terapia de reemplazo hormonal.
Pese a la falta de información, la representante Marjorie Taylor Greene (republicana por el estado de Georgia) tuiteó una declaración sobre el incidente sugiriendo que la razón del tiroteo fue el nivel de testosterona de Hale. “¿Cuántas hormonas y medicamentos psiquiátricos habría estado tomando la tiradora transgénero de la escuela de Nashville?”, escribió.
EVIDENCIAS NO CONCLUYENTES
Sin embargo, ¿es posible que las hormonas actúen en el cerebro de una persona y la lleven a cometer actos violentos o mortíferos? Las evidencias no son concluyentes.
En 2016, la revista Psychoneuroendocrinology publicó un estudio sobre la terapia de reemplazo hormonal en individuos transgénero y sus efectos en las regiones cerebrales subcorticales asociadas con la memoria y las emociones. Para ello, los investigadores analizaron las imágenes por resonancia magnética (IRM) de una población de individuos transgénero (25 femenino-a-masculino o FaM; y 14 masculino-a-femenino o MaF). Es importante señalar que los estudios de IRM se practicaron tanto antes de empezar el tratamiento de reemplazo hormonal como cuatro meses después de iniciada dicha terapia.
Los autores hallaron que el tratamiento hormonal condujo, efectivamente, a ciertos cambios cerebrales: en el caso de los individuos MaF que participaron en el estudio, la administración de estradiol (estrógeno artificial) y antiandrógenos (bloqueadores de la testosterona) ocasionó que disminuyera el volumen del hipocampo, región cerebral que interviene en la regulación del aprendizaje, la memoria y la navegación espacial, y que también desempeña una función en las conductas de ansiedad y evitación.
Adicional a lo anterior, el equipo científico determinó también que la materia gris de los sujetos MaF mostraba cambios que guardaban estrecha relación con los distintos niveles de progesterona, mas no detectaron este fenómeno en los participantes FaM.
DUDAS Y ENIGMAS CIENTÍFICOS
En el artículo de Nature Reviews Endocrinology donde se analizan los resultados de la investigación, el Dr. Rupert Lanzenberger, coautor del estudio y profesor de psiquiatría en la Facultad de Medicina de Viena, escribió: “Nuestras observaciones son relevantes para las mujeres sometidas a terapias de reemplazo hormonal o que utilizan anticonceptivos orales. Debido a que la terapia con estrógeno y progestina incrementa el riesgo de demencia en mujeres postmenopáusicas de 65 años [o más], el hallazgo de una reducción acentuada en la región del hipocampo, como respuesta al tratamiento con estradiol y antiandrógeno, respalda el fundamento neurobiológico de este fenómeno”, detalló el también investigador.
Ahora bien, ese estudio se basó en una muestra poblacional muy pequeña, de suerte que los hallazgos carecen de la significancia o la contundencia de un estudio más amplio y que habría producido muchos más datos. Por otro lado, los cambios en la sustancia gris y en el hipocampo también pudieron ser resultado de las prácticas de yoga y meditación, o bien, consecuencia de periodos de estrés.
Lo que siempre se ha sabido es que la testosterona incrementa la agresividad de los varones. En 2012, un estudio publicado en la revista International Journal of Endocrinology and Metabolism afirmó que hay evidencias de que los niveles de testosterona son más elevados en individuos que manifiestan conductas agresivas, incluidos los criminales violentos. Y otras investigaciones han hallado que los hombres trans que usan testosterona pueden experimentar una mayor agresividad.
REEMPLAZO HORMONAL, VARIAS DUDAS
Una investigación de la revista Hormones and Behavior halló que, de cada tres hombres trans que tomaban testosterona, uno se volvió menos agresivo durante el tratamiento. Es más, incluso determinó que ninguno de los participantes del estudio experimentó cambios en su agresividad durante el año de seguimiento. Al respecto, un artículo de British Medical Journal Open, publicado en 2020, concluyó que, si bien la agresividad puede aumentar al inicio del tratamiento con testosterona, esa respuesta termina por volver a los niveles basales con la terapia hormonal a largo plazo.
En términos generales, los científicos concuerdan en que hacen falta más investigaciones para determinar la relación entre agresividad y testosterona en hombres trans.
Según el FBI, entre los años 2000 y 2017, las mujeres biológicas intervinieron en apenas 3.6 por ciento de los tiroteos registrados en el territorio estadounidense. Si bien la información no incluía detalles sobre la identidad de género de las agresoras, en 2018 el periódico Baltimore Sun publicó un artículo afirmando que “es extremadamente raro que una persona transgénero sea el perpetrador en un tiroteo activo”.
También en 2018, durante una entrevista con el Baltimore Sun acerca de un tiroteo multitudinario a manos de un individuo trans FaM, la Dra. Laura Dugan, profesora de criminología y justicia penal en la Universidad de Maryland, comentó: “Dado que son muy pocas las mujeres que perpetran asesinatos múltiples, es extraordinario que una mujer que había iniciado la transición a hombre haya cometido un asesinato múltiple. Este podría ser el primer caso”. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek).