La oncocercosis, también conocida como “ceguera de los ríos“, es una enfermedad parasitaria causada por gusanos muy pequeños que pueden provocar lesiones cutáneas y oculares, incluida la ceguera irreversible.
Tras décadas de acción concertada impulsada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la región de las Américas ha eliminado en gran medida la enfermedad, y solo queda transmisión local en algunas zonas del Amazonas.
La enfermedad se transmite por la picadura de moscas negras infectadas que se crían a lo largo de ríos y arroyos de corriente rápida cercanos a aldeas rurales remotas, razón por la que también es llamada “ceguera de los ríos”.
Aunque no hay vacuna para prevenir la infección, el tratamiento con el antiparasitario ivermectina cada seis meses durante un periodo de 12 a 15 años puede ayudar a detener su transmisión.
LA CEGUERA DE LOS RÍOS AFECTA PIEL Y OJOS
La ceguera de los ríos era endémica en seis países de las Américas en la década de 1990, y alrededor de 540,000 personas corrían el riesgo de contraer la enfermedad. En la actualidad, se calcula que 28,000 personas de la población indígena yanomami, que vive en la frontera amazónica entre Brasil y Venezuela, están afectadas por la enfermedad.
En el cuerpo humano, las filarias adultas producen larvas embrionarias (microfilarias) que migran a la piel, los ojos y otros órganos. Cuando una mosca negra hembra pica a una persona infestada, junto con la sangre ingiere microfilarias, que continúan desarrollándose en el insecto para luego transmitirse al siguiente huésped humano durante picaduras posteriores.
LOS SÍNTOMAS DE LA ENFERMEDAD
Los síntomas están provocados por las microfilarias, que se desplazan por el cuerpo humano en el tejido subcutáneo y desencadenan respuestas inflamatorias intensas cuando mueren.
Las personas infectadas pueden presentar diversos síntomas, como prurito intenso y diversas afecciones cutáneas desfigurantes, así como lesiones oculares que pueden producir discapacidad visual y ceguera permanente. En la mayoría de los casos se forman nódulos subcutáneos alrededor de las filarias adultas.
En 1991, los países de las Américas se comprometieron en la OPS a poner fin a la transmisión de la oncocercosis en la región. Tras décadas de acción, Colombia, Ecuador, México y Guatemala eliminaron la oncocercosis entre 2013 y 2016.
Los esfuerzos se centran ahora en las zonas amazónicas restantes, donde la dispersión y la movilidad de la población plantean el mayor desafío. Existen criterios específicos para sospechar que en una comunidad hay oncocercosis.
Cuando existe esta sospecha, se realiza un procedimiento llamado Evaluación Epidemiológica Rápida (EER) que consiste en practicar biopsias (pequeños cortes de piel) a un grupo de personas (muestra) de la comunidad. N