“¡Que viva México! ya fue juzgada por mucha gente antes de que la película se estrene. Ya le puso etiquetas, la mandó a un bando u a otro y estoy seguro de que todo el que vea la película se va a sorprender. Es una película que puede entender y disfrutar y pasarla muy bien cualquier espectador porque es una comedia negra y muy ácida sobre nuestra realidad, sobre nosotros mismos, sobre nuestra idiosincrasia y sobre la manera en la que nos relacionamos”, explica en entrevista con Newsweek en Español el director de la película, Luis Estrada.
El cineasta comenta que la cinta llega en un momento “muy oportuno”, porque “siento que de alguna manera va a provocar que nos demos cuenta de la forma en la que nos vemos los unos a los otros, y sin que la película tenga mayores aspiraciones que entretener a las personas, ojalá alguien se dé cuenta de que no estamos yendo por un muy buen camino” como sociedad.
UNA PELÍCULA SOBRE LA POLARIZACIÓN EN MÉXICO
La película, como las cuatro anteriores, La ley de Herodes, Un mundo maravilloso, El infierno y La dictadura perfecta, comenta Estrada, habla de un problema específico, de un momento particular, en este caso, “el problema es la polarización y la intolerancia que cada vez está estirando más una liga”.
El cineasta considera que la sociedad ha perdido de vista ambas problemáticas y se dejó de pensar en las consecuencias y hacia dónde pueden llevar a cada uno si se sigue asumiendo que el que está en frente es el enemigo. Añade: “Se han perdido las zonas más importantes para el debate, para la reflexión, para la inteligencia, para la tolerancia y el entendimiento.
“¡Que viva México!” es un retrato fiel de la autollamada “Cuarta transformación” porque no solo Andrés Manuel López Obrador aparece como actor en la película, sino que su visión del país permea en este retrato, en este mural enorme donde todos estamos reflejados, asegura Luis Estrada.
El espectador posiblemente verá reflejado al tío, a la abuela, al papá, al cura del pueblo, al presidente municipal. Estrada explica que lo que la película pretende es ser es una metáfora, un retrato, un espejo de una sociedad, de todo un país, enfocándose en una familia donde cada personaje representa “algo más allá que su propia personaje”.
UNA BATALLA CAMPAL POR UNA HERENCIA
“¡Que viva México!” narra la historia de Pancho Reyes, un próspero y “aspiracionista” clasemediero que hace 20 años abandonó su pueblo y se olvidó por completo de su numerosa y empobrecida familia. De manera inesperada, un día recibe la noticia de que su abuelo, don Francisco Reyes, un viejo y rico minero, ha muerto y que él es uno de sus posibles herederos.
Motivado por la avaricia y acompañado de su mujer, sus hijos y su empleada, Pancho viaja al remoto y ruinoso pueblo de La Prosperidad, para al fin reencontrarse con su resentida familia. Pero la presencia de Pancho, que siempre fue el favorito del abuelo, y al que todos sus parientes consideran un arrogante, ingrato y malagradecido “fifí”, desatará una batalla campal y una guerra a muerte por la herencia. La película se estrena en cines el próximo 23 de marzo.
“PARECIERA QUE TODOS NOS QUEREMOS CHINGAR”
Estrada asegura que esta es una película con la que quiso ir a lo más profundo de la idiosincracia de los mexicanos “para tratar de entender por qué de pronto pareciera que nuestro rasgo distintivo es el estar siempre pensando en cómo chingarnos a alguien o evitar que alguien nos chingue”.
Esa reflexión, explica Estrada, proviene a raíz de la obra de Octavio Paz, El laberinto de la soledad. En esta, el escritor analiza la vida del mexicano que transcurre entre la posibilidad de chingar y ser chingado.
“Y nunca, como en estos aciagos tiempos que vivimos, su reflexión había tenido más vigencia y relevancia. Hoy, el rico se quiere chingar al pobre, y viceversa. Los hombres se quieren chingar a las mujeres, y viceversa. Hoy los mestizos se quieren chingar a los indios, y viceversa. Hoy pareciera que todos nos queremos chingar los unos a los otros”.
UNA TRAMA DEMOLEDORA
Estrada asegura que la película pretende ser “igual de dura con todos y considero que en ese sentido es una película demoledora”. A la hora de cuestionar las características de personalidad de algunos de los personajes, el cineasta comenta: “A lo largo de los años con mucha condescendencia y conmiseración se dice: los pobres son buenos porque la pasan muy mal, pero en los pobres como en todas las clases sociales, hay de todo, hay gente buena y hay gente mala. Entre los ricos también. Y aunque sea políticamente incorrecto decirlo, también hay gente buena”.
Añade: “Desde el poder político se sobrecaricaturiza y se etiqueta a las clases sociales, porque eso de ‘primero los pobres porque son los buenos’ es un error, primero todos, porque todos tenemos anhelos, aspiraciones y tenemos sueños”. “Ojalá hubiera más justicia social”, sentencia Luis Estrada quien asegura que es “una persona de izquierda”, y señala que este gobierno “se parece mucho a los anteriores”.
“PANCHO SOMOS TODOS”
Alfonso Herrera, uno de los actores principales de la trama, asevera que la polarización del país ha llegado a enjuiciar la película sin haberse estrenado. “Actualmente en este país nos encontramos en una polarización brutal donde hay una guerra sin cuartel en todas direcciones. Los de arriba están contra los de abajo y los de izquierda contra los de derecha, todo ello enardecido a través de las redes sociales”, comenta en entrevista para Newsweek en Español.
Herrera, quien interpreta a “Pancho”, recomienda observar la personalidad del personaje porque “Pancho somos todos. Pancho tiene rasgos míos, tiene rasgos de mi padre, del electricista, del pollero porque la idea de ‘¡Que viva México!’ es que el espectador puedan observar una radiografía muy ácida e implacable de lo que somos, donde estamos y del contexto en el que nos encontramos”. N