Hay personas que, para bajar, de peso deciden comenzar un ayuno intermitente que, si bien llega a dar resultado, las consecuencias pueden ser fatales a la salud si no se consulta a un especialista certificado con la capacidad de diagnosticar —o no— esta opción.
Por ello, antes de hacer este cambio en el cuerpo es importante saber qué busca cada persona, qué la motiva a bajar de peso y quién será él o la profesional que acompañará su proceso, ya que este no debe ser prolongado, pues podría traer consecuencias graves a la salud.
En este tenor, los estudios médicos de rutina dirán si la persona es apta o no para iniciar con un ayuno intermite.
Mónica Hurtado González, nutrióloga de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco y educadora en diabetes por parte de la Federación Mexicana de Diabetes, explica a Newsweek en Español que antes de hacer un cambio en el organismo, las personas deben conocer sus números.
TRES DATOS ESENCIALES
La especialista en promoción de la salud explica que el primer paso para iniciar un ayuno intermitente en el cuerpo es conocer tres datos esenciales propios: los niveles de glucosa, triglicéridos y colesterol en la sangre.
Incluso, “hacer un estudio más profundo para conocer la salud de los riñones y del hígado. Cuando llegas con estos estudios con un profesional estás entregando una radiografía interna de tu cuerpo. Cuando veo tus estudios y veo que tus valores están altos, empezamos a indagar”, señala la especialista.
De acuerdo con el artículo ¿Conoces los peligros de no desayunar y hacer ayunos prolongados?, de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza de la UNAM, el ayuno provoca hambre y estrés. Eso puede incentivar que el buen humor de las personas se vea afectado, además de producir otros problemas para la salud.
EL AYUNO PROLONGADO NO ES PARA TODOS
En su definición primaria, el ayuno es la acción que tomamos al privarnos o al decidir no consumir alimentos durante cierto tiempo. Incluso, cuando las personas se encuentran dormidas ya están en ayuno.
Al despertar, las personas inician el des-ayuno con los primeros alimentos de la mañana, es decir, se rompe con ese ayuno. Ese ayuno lo realiza el organismo de manera natural.
Cuando se trata de un ayuno intermitente se refiere a que el cuerpo se queda sin alimento durante un periodo prolongado que puede abarcar días o semanas.
“Estos ayunos intermitentes pueden alternarse, es decir, dos días comes normal y un día haces ayuno”, explica la nutrióloga Mónica Hurtado.
Aunque iniciar un ayuno intermitente puede traer beneficios en las personas, estos solo pueden ser evaluados por un profesional médico con especialidad en nutrición que acompañe al paciente durante este proceso y en la toma de decisiones.
Entre los signos más frecuentes del ayuno intermitente que más se ha estudiado, se encuentra la reducción de peso. De acuerdo con Hurtado, son más de cinco décadas de estudio que se han dedicado a analizar los efectos del ayuno prolongado en el organismo de las personas.
¿QUÉ REACCIONES OCURREN EN EL CUERPO?
De acuerdo con el artículo antes citado de la FES Zaragoza, cuando las personas deciden no desayunar el organismo libera más colesterol. El cerebro sufrirá de hambre porque las neuronas no logran obtener el combustible necesario de ácidos grasos como el resto del cuerpo.
Con lo anterior, Hurtado añade que durante los primeros días de ayuno intermitente las personas llegan a cursar una disminución de glucosa en sangre, seguido de una disminución de triglicéridos en sangre y colesterol.
Sin embargo, hay una elevación de algunas otras sustancias como pueden ser cuerpos cetónicos que, al momento, generan que la persona no tenga energía externa. La energía la tienen que obtener del cuerpo.
“Principalmente va agarrando la grasita y al momento que digerimos la grasa interna, se generan estos cuerpos cetónicos que, en muchas ocasiones pueden ocasionar dolores de cabeza —de moderado a intenso—, y también desmayos y con este, puede venir un daño mayor”, advierte.
Por eso, el ayuno intermitente no es para todos los organismos. No se puede iniciar sin antes haber consultado con un profesional de la salud quien oriente, analice y diagnostique si una persona es apta o no para este cambio en el organismo, además de definir el objetivo final de este.
LAS FASES DEL AYUNO INTERMITENTE
Las fases en las que se desarrolla el ayuno intermitente son tres. La primera fase suele ser corta, puede ir de unas horas a unas semanas, donde puede haber un acelere en la digestión. En el momento en que el cuerpo no tiene alimento para consumo, puede experimentar un aumento de ciertos jugos gástricos. Por eso no se recomienda a personas que viven con gastritis.
La segunda fase es un poco más larga. En este punto la tasa metabólica basal disminuye. Aquí las personas se sienten cansadas porque su energía baja. El siguiente sustrato que el cuerpo utilizará son las grasas y los ácidos grasos.
Es en este periodo donde comienzan a notarse los primeros cambios como la disminución de los niveles de glucosa y triglicéridos, así como algunas sustancias que promueven la inflamación. Además, disminuye la presión arterial, la producción de insulina desde el páncreas, y comienza un incremento de cuerpos cetónicos.
Otro órgano que se ve afectado es el estómago, el cual comienza a desarrollar un incremento de sensibilidades.
Durante la fase tres ya se considera un ayuno prolongado crítico. En este punto viene un proceso conocido como catabolismo o ruptura de grasas del cuerpo que se convertirán en proteínas.
Para Hurtado, en México las personas no acostumbran a practicar la medicina preventiva hasta que comienzan a sentir los primeros malestares que las llevan a visitar a algún profesional de la salud.
“Decimos: ‘no voy al médico porque qué tal que me dice que tengo algo mal’. Pero hay que acudir con los profesionales de la salud para saber si algo raro está pasando y empezar lo antes posible un plan de acción que te lleve a la salud. O bien, a mantener el bienestar que ya tienes”, concluye. N