En estos días de los fieles difuntos, diminutas huellas marcan la visita también de nuestras mascotas que ya no están. Fotos, tazones con agua, comida, premios, papel picado, veladoras y flores de cempasúchil adornan un pequeño altar en su memoria. Son parte de las tradiciones mexicanas para celebrar el Día de Muertos. Así, el amor por los animales es tan inmenso que acaba siendo un integrante más en la familia.
“Hasta que no hayas amado a un animal, parte de tu alma estará dormida”, expresó en algún momento el escritor francés Anatole France. La relación establecida entre una mascota y un ser humano es bidireccional: no solo cuidas de ella, esta también te aporta cariño, fidelidad y compañía. Ante ese sentimiento genuino, con su último aliento las mascotas merecen una despedida digna y no ser arrojadas al basurero o en un terreno baldío bajo un costal de cal.
Una opción son las empresas dedicadas a los servicios funerarios exclusivamente para mascotas. Bajo una cultura de respeto, su misión es ofrecer una despedida solemne, sin afectar el medioambiente y otorgando tranquilidad a cada dueño. En México existen varias de estas firmas, que cuentan con hornos crematorios y una red amplia de veterinarios aliados.
CREMACIÓN COMUNITARIA O PRIVADA
Entre los servicios que ofrecen está la cremación individual y colectiva. La primera de ellas es cuando la mascota es incinerada de manera privada. El proceso se inicia con la recolección, traslado a las instalaciones y la despedida en la sala llamada “del último adiós”.
Posteriormente, la familia constata que su animalito es el que está entrando en la cámara crematoria mediante un video que conecta la sala con sus hornos. Finalmente, se entrega la urna con las cenizas y un certificado.
“En el ínter pueden acudir a la capilla, cafetería o ludoteca, pues es importante que los niños aprendan a vivir el duelo y entiendan la muerte desde una forma natural y no dolorosa”, comenta Adrián Rodríguez-Granada Madrid, gerente de la empresa Pets in the Sky.
En tanto, la cremación comunitaria resulta una alternativa viable para las personas que por alguna razón no desean tener las cenizas en casa. Esta elección consiste en un servicio que cada vez solicita menos la gente.
“Se espera a que se junten varios cuerpos, se guardan en refrigeración, y cuando se reúne un peso aproximado de 100 kilos, se hace una cremación conjunta, pues entran todos los animales”, explica Rodríguez-Granada. “Evidentemente no hay una recuperación de cenizas porque todo se revuelve. Todo ese residuo se utiliza de manera composteable para el medioambiente. Todo regresa a la naturaleza de manera adecuada y controlada”.
Si bien los animales más comunes entre la sociedad son los perros y los gatos, las empresas incineradoras aceptan cualquier tipo de mascota, desde una tortuga y conejos hasta pericos, peces y cerdos. Todas las especies que sean parte de una familia son dignas de una despedida decorosa.
CREMATORIOS ECOLÓGICOS PARA MASCOTAS
De acuerdo con el portal Animal´s Health, si bien el entierro de una mascota parece una solución fácil, también es la más peligrosa. Se advierte que, si una mascota fallece a causa de una enfermedad, podría contagiar a otros animales o humanos. Sus restos resultan un riesgo para la salud como el caso del parvovirus, toxoplasmosis y salmonelosis.
Por esta razón, sugiere el uso de los crematorios, ya que de esa forma se evita la contaminación ambiental. Como parte de la iniciativa respetuosos con el medioambiente, varias empresas utilizan hornos ecológicos.
“Los hornos son importados, es una tecnología estadounidense. Tienen un doble sistema de filtrado, el cual permite que las partículas que salen al momento de hacer la cremación, en realidad cenizas, se puedan contener dentro del mismo horno”, explica Adrián Rodríguez. “Entonces, prácticamente lo que sale a través de la chimenea es vapor de agua, el residuo condensado. Esos hornos tienen un proceso de limpieza constante, pero además tienen una verificación anual”.
En México, de acuerdo con la NOM-042-SSA-2006, la disposición de los cadáveres de perros y gatos abandonados, todos clínicamente sin rabia, se hace mediante el enterramiento en fosas o rellenos sanitarios, en lugares autorizados por la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente Estatal, a fin de no contaminar el ambiente. N