A más de dos años del inicio de la pandemia, el COVID-19 ha desencadenado una transformación del panorama sanitario global tal como lo conocemos. No solo ha acelerado la innovación científica de forma increíblemente fascinante, sino que ha forzado una revisión urgente y necesaria de los sistemas que tenemos hoy en día para proteger y cuidar de nuestra salud.
Estoy muy orgullosa del trabajo de nuestros colegas en Pfizer por ofrecer una vacuna de alta calidad y segura para nuestros pacientes, así como un tratamiento contra el COVID-19 en tiempo récord. Sin embargo, esta crisis subrayó los retrasos históricos en el sistema de salud que comprometen el tratamiento de enfermedades crónicas de millones de personas en todo el mundo. Mientras continúe la lucha contra el COVID-19, este retraso tardará más en superarse, y requerirá una revisión de los servicios sanitarios, además de una reasignación de recursos para garantizar los resultados necesarios.
Ya es hora de que pongamos fin a las desigualdades sanitarias
Al principio de la pandemia quedó claro que el COVID-19 no afectaba a todos por igual. Por ejemplo, los hispanos y latinos sufrieron tasas más altas y graves de la enfermedad, hospitalizaciones y aumento de la mortalidad; esto hace que nuestro trabajo en Pfizer sea extremadamente personal para mí y para mi familia.
En todo el mundo la pandemia sirvió de reflejo de la sociedad e hizo visibles las desigualdades experimentadas por las comunidades minoritarias durante generaciones.
La buena noticia es que hay pasos claros que nuestro sector puede tomar hacia un cambio positivo, incluida la diversidad en los ensayos clínicos.
Reconociendo la importancia de llegar a los más afectados por la pandemia, Pfizer convirtió en una prioridad, desde el inicio de los ensayos clínicos de la vacuna contra el COVID-19 en los Estados Unidos, inscribir a una población diversa. Al adoptar un enfoque decidido con estrategias dirigidas a la inclusión, vimos resultados reales: El 13 por ciento de los participantes inscritos en nuestro ensayo se identificaron como hispanos o latinos, una mejoría significativa con respecto al uno por ciento observado en promedio en los ensayos clínicos anteriores. Aún queda mucho trabajo por hacer, pero hemos visto que el progreso es posible cuando centramos nuestros esfuerzos. Como industria, debemos seguir haciéndonos responsables en esta área y en otras que afectan las disparidades en salud.
La tecnología digital seguirá transformando la atención sanitaria
COVID-19 ha sido un catalizador que ha obligado a la comunidad sanitaria a cuestionar la forma en que hemos hecho las cosas hasta ahora y a esforzarnos por adoptar nuevas tecnologías y nuevas formas de trabajar.
En los últimos dos años, la telesalud ha sido una herramienta vital para conectar a los profesionales médicos con sus pacientes y permitir el acceso en tiempo real a la atención médica cuando las citas en persona no eran una opción viable. La telesalud contribuyó a facilitar conversaciones más abiertas, incluyó a familiares en el proceso de toma de decisiones y proporcionó a los médicos una mayor información sobre los desafíos a los que se enfrentan sus pacientes todos los días. La tecnología digital también facilitó las visitas remotas a los centros de estudio clínico, lo que nos permitió impulsar la innovación y cumplir con nuestro compromiso con los pacientes.
Las nuevas tecnologías están transformando, además, la forma en que administramos medicamentos y vacunas, haciendo posible que incluso en las zonas geográficas más aisladas del mundo se tenga acceso a los tratamientos necesarios. Por ejemplo, a través de una asociación entre Pfizer y el servicio de drones de Zipline, en el 2021 se realizó la primera entrega de vacunas de ARNm en Ghana, en donde alrededor del 40 por ciento de la población vive en áreas remotas. Tenemos previsto replicar este nuevo modelo en otros países que presentan desafíos similares.
Un futuro sostenible significa priorizar la prevención
A medida que planeamos hacia el futuro estamos viendo un cambio informado por las lecciones aprendidas del COVID-19. Con este nuevo enfoque en la prevención podemos ayudar a crear un futuro más saludable para las comunidades de todo el mundo, y más sostenible para los sistemas sanitarios sobrecargados y las economías en fase de recuperación.
Hoy en día tenemos vacunas para prevenir casi 30 enfermedades infecciosas, pero estas herramientas esenciales no se están aprovechando al máximo. Es cierto que la pandemia ha causado interrupciones en los programas de vacunación de rutina. Sin embargo, incluso antes del COVID-19 no se cumplían los objetivos de vacunación. Por ejemplo, en 2019 Corea del Sur fue el único país del mundo que cumplió el objetivo de la OMS de proporcionar vacunación anual contra la gripe a por lo menos el 75 por ciento de las personas de 65 años o más.
El papel que juegan las farmacias locales, que generan confianza en sus comunidades, es clave para aumentar los niveles de vacunación. Aunque esto es habitual en los Estados Unidos, en otros países el personal no ha sido habilitado para asumir esta función. Por lo tanto, aunque me haya beneficiado en varias ocasiones por recibir mi vacuna anual contra la gripe de manera eficiente en mi farmacia local, en lugar de tener que programar una cita con mi médico, al igual que mis padres en Puerto Rico, nuestra familia en España no dispone de esta misma opción. Esto es algo que debe cambiar si realmente queremos permitir mayor acceso y cobertura de las vacunas a nivel mundial.
Para que todo esto suceda, la colaboración seguirá siendo fundamental. Ninguna empresa, institución u organización puede satisfacer las necesidades de casi ocho mil millones de personas en el mundo. Ahora que sabemos lo que se puede lograr cuando derribamos barreras y nos centramos con atención y urgencia en un objetivo común, debemos trabajar más para mantener los niveles de colaboración y coordinación necesarios y poder afrontar amenazas globales en contra de nuestra salud. Juntos somos más fuertes, y quizás esta sea la lección más profunda de todas.
—∞—
Nanette Cocero, Ph.D., MBA es Presidente Global de Vacunas, Pfizer. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.
Mi historia
Nací en San Juan, Puerto Rico, Actualmente, dirijo la división de Vacunas de Pfizer y un equipo de más de 1,500 colegas alrededor del mundo. Tenemos el propósito compartido de ofrecer avances en vacunas y transformar fundamentalmente la prevención de enfermedades infecciosas para que las personas de todas las edades puedan vivir vidas más largas y saludables.
Me apasiona especialmente el progreso de la equidad en el cuidado de la salud. En mi función actual, tengo la oportunidad y responsabilidad de ayudar a construir un mundo más saludable y equitativo para todos.